Eduardo tomaba asiento en una de esas incómodas sillas blancas de la sala de espera del hospital, miraba hacia dentro esperando que apareciera un doctor u otra persona, pero ya había pasado una hora y no le informaban nada de nada. Sus piernas temblaban, el chico rodeaba con sus manos el teléfono, algunas veces lo encendía por casualidad y la foto de Mati que estaba de imagen de fondo se encendía, el chico tenía las mejillas con harina y reía mientras preparaba unos dulces en la cocina de Eduardo.
—Te he traído un chocolate —Lautaro le interrumpió en lo que Edu miraba la foto —Recuerdo que la cafeína no te hace tan bien.
—Si, es cierto —asintió para tomar el vaso y dar sorbos pequeños —gracias —Lautaro tomó asiento a su lado y miró la puerta que Edu había observado ya millones de veces.
—¿Por qué tardan tanto?
—No sé —dijo el chico angustiado —¿Crees que algo ande mal? —Lautaro no respondió, no sabía que podía decir. Por suerte una llamada en su móvil interrumpió el incómodo silencio.
—Collin —Eduardo levantó la mirada disimuladamente —Si, claro tardaré un poco pero si quieres te vas con el tío Mckay y me esperas en casa... no Collin no podemos pedir pizza otra vez... porque no, Collin, no puedes... déjame hablar con Mckay —Eduardo sonrió de manera pequeña mientras Lautaro se ponía serio —Mckay, no compres pizza, por favor, pidan otra cosa... no hamburguesas... joder, no pidan nada, yo llegaré a la casa y allí recién vemos lo de la comida ¿Vale? Adiós —Lau se guardó el móvil en el bolsillo de su chaqueta y presionó sus ojos con los pulgares —Lo siento —dijo cuando vio que Eduardo le estaba mirando.
—A Collin no le gusta la comida saludable al parecer.
—Tengo dos hijos, Collin y Mckay, y a veces el moreno es peor —Eduardo asintió sabiendo que lo que decía el chico era verdad, escucharon que se abrió la puerta que llevaba al interior del hospital, una doctora apareció y se acercó a ellos rápidamente, Eduardo se puso de pie y saludó educado, pero muy nervioso.
—Bueno, Matías llegó con lesiones muy graves, le golpearon mucho en el estómago, pecho y piernas, sé que es algo terrible pero tuvimos suerte de que no le hayan tocado la cabeza, un mal golpe y queda... mal, para siempre.
—¿Mal?
—Parapléjico, golpes así hacen que una persona se vuelva completamente dependiente, se le debe dar de comer, llevar al baño, duchar, pero Matías está bien, no ha sido nada grave, dentro de lo horrible que fue todo.
—Dios ¿Está despierto?
—No tardará en despertar, los calmantes que le dimos están por terminar de hacer efecto, si gustan pueden pasar y esperar que él abra sus ojitos, sería bueno que lo primero que vea sea alguien conocido.
—Si, si —Eduardo se fue detrás de la doctora, Lautaro miró el suelo, sabiendo cuál era el procedimiento a seguir, así que siguió a Eduardo y se quedó en la puerta de la habitación, Edu entró y tomó asiento frente al chico.
Mati tenía muchos moretones en su rostro, le habían dado fuertes puñetazos, su labio estaba roto, y su pecho y estómago completamente rojos, su cabello desordenado y mojado luego de la atención médica, Edu le peinó con su mano e hizo un puchero al verlo tan frágil.
—Mati... Hey, estoy acá, ¿Me escuchas? —Lautaro entró al cuarto, vio la cara que ponía Eduardo al hablarle —Matías por favor, ¿Si? —El rubio admiró como el pelinegro empezó a mover su cabeza en la almohada, abrió los ojos poco a poco y Eduardo sonrió como nunca antes lo había hecho.
—Hola —dijo sin saber donde estaba —¿Qué pasó?
—Hola —Edu se acercó, le besó la mejilla con dulzura y luego se alejó, no quería besarle en los labios ya que al ver que tenía una herida, podía hacerle daño —Estamos en el hospital, unos chicos te golpearon en la calle.
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Solo Tú
Ficção AdolescenteEduardo es un chico que puede sonreír o asentir durante todo el tiempo sin problema, pero cuando la puerta de su habitación se cierra, una oscuridad pinta las paredes de su cuarto, Edu vive soportando un secreto que lo destruye y lo aleja de la feli...