Capítulo 25 - Jirafas: Parte 2

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Josefina jugaba con el cabello de su mejor amigo, lo peinaba de la mejor forma mientras le sacaba ropa de su armario y Eduardo tenía mucho hasta con la etiqueta

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Josefina jugaba con el cabello de su mejor amigo, lo peinaba de la mejor forma mientras le sacaba ropa de su armario y Eduardo tenía mucho hasta con la etiqueta.

—¿Por qué siempre usas lo mismo? Pareciera que tienes un solo jeans, en tu armario hay como treinta.

—Lo que uso me hace sentir cómodo, ¿Por qué debería usar algo más que no me gusta?

—Pues esta noche necesitas deslumbrar, es la noche de tu primer beso con Lautaro.

—Ni siquiera he pensado como le voy a decir las cosas, no sé qué hacer.

—Lo sabrás —Josefina le lanzó una chaqueta morada cortavientos y una remera negra —Ahora, ve a verte guapo, necesitamos encontrar tu look perfecto —Eduardo rodeó la mirada, tomó la ropa y entró al baño, se cambió una y otra vez hasta que Josefina se decidió por algo bastante simple, una remera naranja manga corta que resaltaba el tono de piel claro del pelinegro, un jeans con las rodillas tan rotas que parecía como si Eduardo se hubiera lanzando en bicicleta desde el Monte Everest y caído a mitad de camino, un reloj plateado adornaba la muñeca de su mano derecha mientras que en la izquierda Josefina le puso unas pulseras negras.

Edu dejó a su amiga en casa cuando salió en su vehículo, nervioso sostuvo su mochila y tomó asiento en la banca que estaba frente al muelle, llevaba ambas jirafas guardadas allí, él se quedaría con la de Lautaro mientras que el rubio se llevaría la otra con la "E" en su cartelito.

Eran las siete con quince y Eduardo notó que Lautaro estaba llegando tarde, intranquilo tomó su móvil y estuvo por marcarle al rubio cuando apareció en el camino.

"Vale, se fuerte, lo difícil es ahora, lo que viene es pan comido" dijo Eduardo, Lautaro lo vio sentado allí a tres metros de él y sus piernas comenzaron a temblar mientras sonreía de los puros nervios.

—Hola —le saludó el rubio, sentándose a su lado y mirando las rodillas de Eduardo —Me gusta tu pantalón.

—...Gracias —dijo Eduardo algo confundido, mientras no encontraba la forma de comenzar a hablar.

—Escucha...

—Escucha... —dijeron ambos al mismo tiempo, rieron por cinco segundos y Lautaro dejó a Eduardo hablar primero —En realidad... es bastante simple lo que quiero decirte, pero antes... ¿Ayer hablaste de decirme algo? ¿Qué cosa? —Eduardo se puso nervioso y entendió que no podía hablar, estaba muy tenso, quizás hacer charla un momento le ayudaría.

—Ya, vale... es muy difícil lo que tengo que decir —el rubio sacudió sus palmas y soltó una respiración alterada —Pero, desde la primera vez que yo... en año nuevo, cuando te vi... yo cuando... en realidad yo... —Lautaro se enredaba con las palabras, Eduardo entendió todo y llegó a la conclusión que todo estaría bien, que era real, ambos necesitaban decírselo el uno al otro.

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