Capítulo 26 - Lautaro es todo tuyo

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Eduardo mantenía la mirada fija en el techo del salón de Rodolfo mientras el mayor trataba de reconectar con él por centésima vez

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Eduardo mantenía la mirada fija en el techo del salón de Rodolfo mientras el mayor trataba de reconectar con él por centésima vez.

—¿Nunca más volviste a usar el diario?

—Lo olvido —dijo Eduardo con sinceridad —Llegué a la conclusión de que quizás si es bueno que yo escriba lo que sienta para que en un futuro yo lo lea, pero... lo olvido, siempre recuerdo el diario cuando estoy fuera de casa —Rodolfo presionó sus labios y asintió.

—Bueno... cuando lo recuerdes, por favor no lo dejes de lado, es algo muy positivo para ti a largo tiempo.

—Tengo una pregunta —Eduardo tomó asiento de forma correcta en el sofá y se acomodó el cabello —¿Qué hago si el chico que me gusta me... odia un poco?

—¿Me estás pidiendo consejos de amor?

—¿No es usted mi psicólogo y puedo hablar lo que sea?

—Ya —rió Rodolfo —Dime, ¿Quién te odia?

—Lautaro —levantó los hombros con resignación —Se enfadó conmigo hace unos días, hoy es viernes y desde que lo conocí siempre iba a mi casa, por primera vez en cuatro meses voy a... pasar el viernes solo.

—Vaya —dijo, dejando su libreta de lado y entregándole a Edu las mejores palabras para ayudarlo —Míralo de esta forma, toma este viernes para ti, para entenderte y quererte, mira una película con palomitas, busca una serie nueva, escucha música mientras lees un libro pendiente o... escribes en el diario —le guiñó la mirada y Edu soltó una carcajada —En resumen, al diablo los novios, sé feliz tú, contigo mismo ¿De acuerdo? Si Lautaro está enojado pues entonces no te merece.

—Mi hermano me dijo algo parecido —rió el pelinegro mientras sentía como la felicidad irradiaba su cuerpo —Muchas gracias.

—Siempre puedes charlar conmigo, ¡Oh! Otra cosa... mi hijo está en tu Universidad, ¿Te lo has topado por allí?

—Bueno... no, ¿Cómo se llama?

—Augusto, es alto, morenito y ojos color miel, si no tienes amigos podrías... ¿Ser amable? Por favor... Augus es tan... solo, le cuesta mucho acercarse.

—No me está haciendo pareja con su hijo ¿O sí?

—No, no, no —rió fuerte —No, por favor no lo pienses así, yo solo estaba... yo...

—Tranquilo, era broma —Edu se puso de pie y tomó su bolso, Rodolfo se despidió de su paciente favorito y Edu de alguien a quién podía llamar un amigo.

El pelinegro regresó a su camioneta y condujo un poco apresurado ya que iba algo tarde a su última clase en la Universidad, volvió a tomar su bolso y corrió hacia el casillero de Josefina, la chica se peinaba el cabello mientras mascaba chicle sabor frambuesa.

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