Capítulo 52 - Escombros

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Lautaro continuaba leyendo su libro en el teléfono mientras Eduardo seguía abrazado a la almohada, el pelinegro despertó un par de minutos después, frotó sus ojos y vio al rubio a su lado, admiró aquellas mejillas levemente sonrojadas, los labios rosados delicadamente suaves, y la forma en cómo el chico susurraba muy bajito lo que iba leyendo.

—Hola —dijo Eduardo con los ojos cerrados por el sueño.

—Hey... —sonrió —Es temprano aún, ¿No duermes otro poco?

—¿Qué hora es?

—Son como las siete treinta —Edu tomó asiento sobre la cama y puso su cabeza en el hombro de su novio —Debería ir a la Uni.

—Claro que no.

—Pero ¿Voy a estar encerrado acá para siempre? Tengo que salir.

—Eduardo, el protocolo es...

—¿Y si Marcos no aparece en seis años? ¿Debo quedarme todo ese tiempo acá?

—Pues... conmigo —Lau sonrió de manera pequeña, trasmitiendo ternura y calidez, Eduardo se sintió mal por despertar algo insistente, pero había estado muchos años encerrado, no continuaría así.

—Lo siento, voy a ir a la Uni.

—Joder —Lautaro dejó su móvil a un lado, se levantó de la cama y entró al baño para mojarse el rostro, salió a los segundos —Te acompaño.

—¿Vas a estar en las clases conmigo? —rió.

—Créeme que lo haría, pero tranquilo sé perfectamente que debo hacer, ahora solo... dúchate, para luego hacerlo yo.

—¿No vas a decirme que harás? —preguntó Edu mientras sacaba ropa de su armario y caminaba hacia el baño.

—Secretos de policía —le guiñó la mirada, Edu hizo un puchero pero Lau solo le insistió que entrara al baño. Una hora después Eduardo logró convencer a sus Padres para poder salir, no debía descuidar sus estudios.

La pareja se despidió en la entrada de la Uni, Eduardo no lo notó, pero había dos policías encubiertos como estudiantes en los pasillos, uno de ellos era el rubio.

Al finalizar la primera clase, Edu se acercó al casillero para recuperar algunas cosas que había olvidado, no notó la presencia del rubio, quién vestía una sudadera negra, un gorro rojo y jeans rotos que combinaban con los tenis blancos ligeramente sucios.

—Hola —saludó Charlie al pelinegro —Genial verte —sonrió —estaba por ir a dirección por algo de un taller nuevo y deseaba encontrarme contigo.

—¿En... en serio?

—Si —confesó —Tengo una propuesta para ti, y es importante.

—¿Qué cosa? —Lau se acercó lentamente mientras los miraba de lejos.

—Tengo un amigo que no podrá hacer una sesión de fotos para una revista, me lo pidió a mí, pero quiero que lo hagas tú.

—¡¿Yo?! —Edu se quedó sin aire y estuvo cerca de tomar el inhalador —Pero...

—Es una oportunidad increíble ¿Te animas? Es el próximo fin de semana.

—Ya pero... yo ni siquiera tomo buenas fotos, simplemente juego con la cámara y...

—¡Eso es lo que necesito! —Charlie recibió un mensaje donde le pedían que se apresurara en llegar a la oficina —Recuérdalo, es el próximo fin de semana en Los Ángeles, te llamo.

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