Nos vamos a Ecuador.

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—Tú te ofreciste Aarón, deja de ser tan quejica—dijo Juliette a través del salón burlándose, era increíble sólo tenía que cambiarle el pañal.

— ¿Quejica? ¿Te parece poco que todos se hayan ido y yo siga aquí?—protestó Aarón entregándole a la pequeña Natassia y se dispuso a salir, ya de por sí iba con media hora de retraso. Ramírez lo mataría. Juliette puso los ojos en blanco.

Cuando quedaron solas Luz y Juliette llegó una llamada al convencional.

— ¡Yo contesto!—gritó Juliette mientras Luz veía su novela apenas y la había escuchado—. Juliette al habla, diga—en ese momento la pequeña Natassia se le guindó de un pie—Nat, Natti por favor, quita que voy a hablar.

— ¿Hola? ¿Se encuentra Luz ahí?—Juliette al escuchar aquel acento se sorprendió.

—Un momento que en este momentito está pegada al televisor viendo su novela, ya le aviso—dejó el teléfono a un lado, resopló al ver a Natassia en su pie sonriendo y la tomó en sus brazos, se paró frente al televisor y puso una mano en jarra—. Pero bueno Luz, que te están llamando por teléfono y apenas escuchas. No me sorprendería que en uno de estos días encontremos la casa hecha cenizas.

Luz se levantó de un salto y se dispuso a contestar.

—Sí, dígame. Hola mamacita ¿Cómo has estado? No... No, este año tampoco podré ir, he estado muy liada. —Juliette que en ese momento le daba el biberón a una hambrienta Natassia escuchaba con atención la conversa de Luz.

—Y bien ¿Quién era?—preguntó levantando una ceja.

—Era mi mamá, se acerca el carnaval y hace mucho que no voy para allá, se reúne toda la familia y las fiestas allá son preciosas—dijo sonriente. Juliette la notó emocionada y le chocó que le haya dicho que no podía ir.

—¿Por qué has dicho que no irías?—preguntó.

—Mi niña, es muy lejos donde vive mi familia y segurito ustedes sin mí se mueren.

—Joder Luz, que es tu familia y por cómo hablas de ella sé que la extraña—dijo enojada.

—Que te veo venir, no te pongas así, mira que ya Natassia está aprendiendo a mover las manos igual que tú. Juliette puso los ojos en blanco y apuntándola con la cuchara dijo:

—No me cambies de tema Luz. Dime ¿Dónde viven?—preguntó, Luz se dio por vencida, nadie podía con aquella mujer. NADIE.

—En Ecuador.

Juliette

Estuve dándole vueltas y vueltas al asunto, en este mismo instante estoy caminando como una posesa mientras Natassia desde la cuna me observa como si estuviera loca.

—No me mires así—le dije achinando los ojos—. Tengo que pensar muy bien cómo decirle esto a tu padre y a tus tíos. Si fueras yo estarías en la misma condición, ya sabes cómo se ponen. Nunca están de acuerdo conmigo, pero terminan haciendo lo que les digo.

Después de media hora de espera los machomanes llegaron, apenas escuché los autos bajé para abrir la puerta, Luz se estaba duchando así que no escucharía lo que diría.

—Se van sentado uno por uno en el salón—dije con tono mandante.

—Vamos Juliette, que llego hambriento—replicó Sean.

—Y yo llego con unas ganas de cagar que ni te imaginas. — En serio que nadie se ha de imaginar cómo son en realidad estos modelos, solté una carcajada y le lancé una almohada del sofá.

—Ya que los cinco están aquí, me complace decirles que debéis pedir permiso porque nos vamos de vacaciones. He visto que se la pasáis trabajando todo el tiempo y ya va siendo hora de que se distraigan un poco y estoy segurísima de que todos juntos convenceréis a Ramírez.

— ¿A dónde iremos?—preguntó Ian, aún seguía cabreada con él por cómo agarró a Natassia y yo creo que en realidad mis hormonas me estaban jugando una mala pasada, por todo me alteraba. Repito, por todo.

—Nos iremos a ¡Ecuador! —dije con orgullo levantando mi barbilla.

— ¡¿QUÉ?!—gritaron al unísono los cinco machomanes a mi alrededor.

— Sabía que dirían que sí, por eso los amo, aparte ya lo consulté con esta hermosura ¿Y a que no adivinan? —Dije haciéndole cosquillas a mi pequeña monstruito—. Le ha encantado la idea.

—Mi amor, pero ella apenas tiene seis meses. Seis—dijo mi guapo esposo, lo miré seria y le dije:

—Ella también tiene derecho a decidir ¿No? —dije sonriente, sé que parezco loca, pero es que es la única manera para no entrar en histeria, sabía que se negarían.

— ¡Estás loca, Juliette! —gritó Sean.

— ¡Eh, tú! —siseé con cuidado para que Luz no escuche—. Mejor es que cierres el pico porque es una sorpresa para Luz y donde la lleguen a cagar yo mismo me encargaré de arrancarle los ojos y guindarlos de adorno en el árbol cuando Navidad se acerque ¿Me entendieron?

Todos abrieron los ojos como platos y asintieron, yo sonreí satisfecha y me propuse subir a darle un baño a Natassia.

—Así me gusta, chicos—dije victoriosa.


Esperaré por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora