Sin más, adivinando donde está el baño y siguiéndome con las estúpidas frases de «Siga al fondo, a la derecha» lo encuentro y me doy una ducha, me visto y al salir veo que Nathan me mira con cautela y antes que diga alguna bobada digo:
—Dormiré en el sofá, se ve cómodo y por tu bien, mejor no insistas. Necesito una almohada cómoda.
—Escúchame preciosa, es mi casa y aquí haces lo que yo te diga…
—Eh…Eh…Eh… No, escúchame tú a mí —le interrumpo—. Está bien que haya aceptado pagar la deuda que te debo pero deja de decirme lo que tengo o no que hacer, porque no me va importar salir por esa puerta e irme.
A la mañana siguiente ya está levantado preparando el desayuno, me sorprende que alguien como él se ocupe de ciertas cosas que por lo general los hombres no hacen.
—Buenos días.
Mi único gesto es quedarme mirándole y levantando la mano en gesto de hola, parece que le sorprende y rompe el silencio.
—En unos minutos estará listo el desayuno. —Asiento mientras me dirijo a algún baño que haya, al final me decido por ir al que ya había usado anteriormente.
Ya limpia bajo y me encuentro con el desayuno en la mesa, todo se ve delicioso así que miro sorprendida a Nathan.
—No sabía que te gusta la cocina. Ah, lo siento por el silencio de hace rato, soy mala hablando en las mañanas.
—Bueno, he aprendido mucho de cocina, y en lo otro que has dicho, descuida, trataré de entender, además se me extraña, lo poco que te conozco veo que cuando estás histérica no paras la lengua. — Esto me hace gracia, y ambos sonreímos, terminamos de desayunar y de inmediato me ofrezco para lavar los platos con los que hemos desayunado, primero se niega a que los lave porque dice que los puedo romper ¿Tanto desconfía? Por fin nos decidimos en que ambos los lavamos y tras una jugarreta nos espera una buena ducha, ambos lo hacemos, obviamente yo en la habitación de visitas y él en su habitación, al salir, escojo unas bragas que he comprado el día anterior y me las pongo, salgo en puntillas de la habitación con una bata de baño, y entro en la habitación de Nathan para buscar camisones, al entra noto que la puerta de baño está abierta, como siempre la curiosidad me mata y tras la gran puerta de vidrio pañoso veo su silueta. Dios es tan sexy, su cuerpo tan fibroso, veo como el agua recorre su cuerpo. Después de una buena vista me dirijo hasta su armario y me decido por un camisón plomo, pero en ese momento escucho que la ducha se para. Mi corazón se detiene, no sé si salir corriendo o esconderme en algún lugar, opto por la primera opción, pero en cuando voy abrir la puerta para salir…
— ¿Disfrutas espiándome mientras me ducho? —muero al verle con la toalla amarrada en la cintura, podía observar su cuerpo. Dios que sexy es…
—Eh, yo… yo solo he venido a por un camisón.
—mi boca está seca, verle ahí delante de mi es completamente excitante y mi mirada no se aparta de su torso.
— ¿Segura?—asiento como un muñequito—. ¿Te gusta verme desnudo?—Pero bien, éste quien se cree que es, ya ha regresado el presumido de antes.
— ¡Serás creído! ni creas que causas alguna emoción en mí. —Salgo de la habitación dando un portazo hecha una furia, la verdad no entiendo el porqué, pero no he podido negarlo, tenerlo así me puso nerviosa.
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Esperaré por ti
Humor-¿Confías tu nombre a un desconocido y no a mí? -¿Por qué tendría que confiar en ti? - Porque fui yo quien te salvó la vida, niña. Juliette está a punto de cometer un error, pero en el momento menos esperado se encuentra con Nathan, un apuesto model...