¡¿Quién dijo boda?!

269 12 0
                                    

Llegó sábado y todos llegaron, nunca antes había visto tanta gente, me puse nerviosa y no sabía que agarrar primero en la cocina, había niños por todas partes preguntándome esto preguntándome aquello, no es que no me gusten los niños, pero es que ellos agotaban mi paciencia en serio.

Estábamos reunidos en la mesa cuando la madre de Nathan dijo:

—Estuve hablando con el padrecito Thomás.

— ¿Por qué has tenido que buscar al padre Thomás? —preguntó Nathan extrañado.

— ¿Cómo que por qué? He visto que se quieren, hay que reservar cupos para la boda—dijo sirviendo la ensalada tranquilamente.

Sentí que me ahogaba, me puse de pie a la rapidez de un resorte, la sangre se me bajó a los pies y sólo podía decir.

—No puede ser, no puede ser—si mi expresión era trágica la de Nathan era un poema, pareciese como si los ojos fueran a salir de sus cuencas y su boca tocaba el suelo, todos nos miraban extrañados y yo comencé a caminar de un lado a otro.

—Si nos permiten, nosotros dos tenemos que hablar—se disculpó Nathan, estaba tan ida que no lo había escuchado, al darse cuenta de que no me movía, me toma del brazo y me lleva con él hacia afuera de la casa.

—Está bien, puedes hacer lo que quieras, grita, salta, haz esos movimientos con las manos, lo que sea.

Y lo hice, comencé a dar vueltas, juro que me declaré acróbata en ese momento.  

—Joder Nathan, esto es una locura, una maldita locura, vengo aquí, me tienen de tu novia y vienen a planearnos una boda ¡Esto está fuera de CONTROL! Hasta nos pidieron hijos, yo cómo madre, imagínate tú. No, si es que es para morirse, apenas y nos estamos conociendo y ni eso, ya te digo, ni si quiera sabía a qué te dedicaba y tú no sabes nada de mi... —paré de parlotear cuando noté que Nathan ni si quiera me estaba escuchando, el muy bruto estaba estrechando su cabeza contra un árbol, literalmente.

—Para, estas acabando con las pocas neuronas que te quedan.

—Nos vamos a casar ¡Yupi!—levantando las manos.

—Ay Dios, ya te perdí—dije colocándome una mano en la frente, me arrimé al árbol y apoyé la cabeza hacia atrás—.Esto está mal—sentí una mano de Nathan en mi cintura y a continuación cómo su boca se posaba contra la mía, me tomó por sorpresa, pero le correspondí aquel beso y comencé a acariciar su cabello. Nos separamos y nos miramos fijamente durante un momento.

—No podemos entrar ahí y decirles que todo es una mentira—dije por fin.

—Tranquila testadura, esquivemos todo lo referente a bodas o bebés-asentí y regresamos a la casa tomados de la mano.

Pero eso iba a ser realmente difícil, todos hablaban de bodas, de vestidos, de anillos, de la madrina, del padrino y yo sentía que me iba a explotar la cabeza.

—Se lo han tenido muy calladito los dos—dijo de pronto Aarón—.Nunca me imaginé a Nathan centrando cabeza, he llamado al presidente de la empresa y le di la gran noticia, ha dicho que quiere hacerle un par de fotografías a Nathan con la novia, en uno de los autos—abrí los ojos como platos, parecía que mi cerebro no procesaba bien lo que acaba de escuchar.

— ¡¿Que has hecho qué?! —bramé. Nathan que en ese momento trataba de convencer a todo el mundo de que nada de aquello era cierto, se giró para verme y se acercó lo más rápido posible—. Joder Aarón ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué carajos le has dicho a tu jefe eso? A él no tiene que importarle.

— ¿Qué fue lo que hiciste Aarón? ¿Por qué has llamado a Ramírez? —preguntó un asustado Nathan.

—Pasa que aquí nuestro querido amigo ha llamado a tu jefe para decirle que... —no pude continuar porque Nathan se encolerizó y empezó a gritar a los cuatro vientos, se movía inquieto de un lado a otro tirando una que otra maldición

— ¡Maldito seas! ¿No pudiste quedarte callado? ¡¿Qué se supone que voy a hacer?!

—Ya te pareces a ella cuando agita las manos así—me señaló Aarón—. Entendemos que no quieren que nadie se entere de vuestro compromiso, pero ya sabes que al jefe no se le puede ocultar nada, sólo quiere tomaros una cuantas fotos en los últimos autos que van a salir, es publicidad.

Si las miradas matasen Aarón estaría en este instante 100 metros bajo tierra, Nathan lo fulminaba con la mirada. Es que hasta yo lo mataría. Todo esto implica salir en televisión promocionando un auto, imagino a mi padre viéndome  encolerizado.

— ¿Se puede saber qué os ocurre a todos hoy?—gritó la madre de Nathan—. En lugar de estar ahí discutiendo por cuántos pelos tiene el gato deberían estar ayudando con los preparativos de la boda.

—Mejor es que llames ahora mismo a Ramírez y le digas que todo lo que le has dicho es una mentira ¿Me entendiste?—gruñó el amargado.

—Joder, son sólo unas fotos ¿Qué de malo puede tener?

— ¡Todo!—gritamos al unísono.

Estábamos tan concentrados gritándonos los unos a los otros que no nos dimos cuenta que Esther nos había estado llamando desde hace mucho, se cansó de que nadie le preste atención y se subió en una silla de madera.

— ¡Eh familia!—gritó, por un momento todos giraron a verla pero pasaron de ella cuando una figura de unos 50 años, con esmoquin, de contextura alta y delgada entraba por la puerta del patio. Era él, Víctor. No podía creer lo que veían mis ojos, había venido a pesar de todo, a pesar de que algunos lo miraban con odio, con rencor, seguía ahí, de pie siendo observado por su familia.

— ¿Qué hace él aquí?—preguntó Nathan.

—He venido aquí, para disculparme con vosotros por todos estos años de ausencia. Sé que es difícil que todo vuelva a ser como era antes, pero nada pierdo intentando, cometí muchos errores, y por eso perdí a mi familia, ahora estoy aquí, disculpándome con ustedes, sobre todo con mis hijos. Los extraño.

Todos estaban en silencio, se miraban los unos a los otros, fue la mamá de Nathan quien habló primero.

—Siéntate hombre, en unos momento estará la comida—dijo sonriente, pero podía notar cómo sus ojos se humedecían.

Hasta ahí todo iba bien, intercambiamos palabras con Víctor, rieron y recordaron viejos tiempos, Pero Nathan era el único que no estaba contento, ni si quiera comió. En los ojos de Víctor se reflejaba tristeza y cuando nuestras miradas chocaron, le guiñé un ojo, sólo era cuestión de tiempo.

Cuando todos se marcharon, me acerqué a Nathan, tenía que hablar con él, es un testarudo y luego dice que soy yo, para molestarlo me lancé en sus piernas y lo tomé del cuello.

—Te saldrán arrugas pronto si sigues así y no te darán empleo en ninguna parte—sonríe—. Nathan, no seas tan egoísta con tu padre él está dispuesto a arreglar todo lo que hizo alguna vez, él necesita de tu ayuda, todos cometemos errores, no somos perfecto. Él reconoció su error y quiere que todo vuelva  hacer como era antes.

—Él se fue Juliette ¿Qué razón tiene volver ahora?—tomé su cara entre mis manos y besé su frente.

—Necesita otra oportunidad para poder arreglarlo, no es fácil para ti, pero estoy segura de que si le permites volver a acercarte a ti, te darás cuenta de lo mucho que te hace falta.

Nos miramos fijamente y empezó a acercar sus labios hacia los mío, me alejé un poco y le pregunté:

— ¿Le darás otra oportunidad?

—Si no tengo otra opción—dijo sonriente—.Lo haré—se acercó a mí y nos besamos apasionadamente. 

Esperaré por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora