«¿Te gusta como tu amigo agarra tu lindo culito?»

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— Ay, Juliette, en qué te has metido ahora. Tu padre me ha ido a buscar a mi oficina, preguntándome por ti, no he sabido qué decirle.

— No le has dicho nada ¿verdad? Por favor dime que no le has dicho nada, dímelo.

— Calma preciosa, no le he dicho nada, mi cara era de tal susto que a penas y he podido hablar, entonces notó que no sabía nada y se fue.

— Necesito salir de aquí, venga, vamos llévame a algún lugar dónde me despeje de todo. — Evitando el tema acerca de mis problemas, asiente y en poco minutos ya estamos en un club, he elegido un bonito vestido que compré en la mañana, negro más arriba de las rodillas, muy sexy, con unas medias negras y unos tacones del mismo color, mi cabello rojizo es lo único que sobresale.

Al entrar pedimos algo de beber, y en unos minutos ya estamos en la pista, bailando, las luces se apagan, hay parejas a nuestros lados disfrutando muy bien abrazados, entonces Rob siguiendo mi mirada hacia los demás dice:

— ¿Puedo? — asiento y luego posa sus manos en mi cintura acercándome más a él, así estamos hasta que se acerca cada vez más, siento su corazón latir, luego siento que sus manos bajan más por mi cintura hasta llegar a mi culo, dejándome pasmada giro la cabeza y me encuentro con sus labios, de inmediato lo alejo de mí histérica a punto de reclamar, él pone sus dedos en mis labios y me dice:

— Estamos en un lugar público, me he pasado lo admito, no me he podido controlar — dice en tono de disculpa, pero mis mejillas arden y decido salir de ahí.

En una hora ya estamos en casa, no le hablo y es mejor que no lo haga porque si lo hace le va ir muy mal.

A la mañana siguiente cuando me levanto ya no está, así que me dirijo a desayunar y veo a Rebeca en la cocina.

— Buenos días señorita, esta mañana le ha llegado algo.

— ¿Ah sí? — le agradezco y abro el sobre, en ella venía una nota, no lleva remitente.

«¿Te gusta como tu amigo agarra tu lindo culito?»

Sin volver a leer me dirijo a la puerta para ver quién me ha estado espiando, pero el único que es tan arrogante como para escribirme eso es Nathan. Maldigo para mis adentros ¿Cómo se atreve a espiarme y meterse en mi vida? Hago trizas el sobre y lo arrojo al tacho de basura.

Esperaré por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora