Improvisando

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—Pero ¿qué dices? Si tú eres el que me pasa restregando en la cara que esta es tu casa…

—Ah, hola, tú debes ser Juliette ¿verdad?—me interrumpe una voz, al girarme veo a una joven rubia que me observa con ojos chispeantes.

—Sí…eh, hola tú eres...

—Ruth la hermana de este grandulón, no me lo puedo creer ¿Aún no te ha hablado de nosotros?—de repente entran dos pequeños de entre 5 y 6 años gritando y correteando por toda el salón.

— ¡Simón, Carlos, basta! Ya estuvo bueno ¿No?

Los dos se miran y hacen esos pucheritos los cuales les ayuda a verles tiernos.

—Le diremos al abuelo. —y dicho esto se dirigen corriendo hacía el jardín.

Cada vez más descolocada, le hecho una mirada de socorro a Nathan, pero éste solo sonríe, luego se da cuenta que me impaciento y me lleva al portal por el que he entrado.

—Antes de que te pongas a gritar como una sosa, quiero que sepas, que no se puede esperar más en un fin de semana, toda mi familia está allí dentro, espero tu colaboración.

—Ah no, eso sí que no. Pero ¿tú estás loco? ¿De qué pinto yo ahí?

—Pues debiste haber controlado tu borrachera y tu excitación al besarme. —Me quedo boquiabierta por lo que acabo de escuchar, ahora sé que fue una mala idea haberme lanzado, y una vez más la he cagado—. Una de mis hermanas estuvo ahí anoche y nos ha visto, corrió a avisarles a todos en la familia que estoy saliendo con alguien.

—Hazles saber que nada es cierto, dile que fue gracias a mi ‘’borrachera’’ y a mi ''excitación'' por besarte.

—Suena fácil ¿verdad? La que se pasó fuiste tú y solamente tú, así que deberías estar tú en la parte trasera de la casa.

Me lleva de la mano hasta el jardín y por casi me desmorono, ahí no hay solo una familia…

Algunos corren con bandejas de comida, los niños juegan correteando por toda la casa.

—No me habías mencionado que tu familia era tan numerosa.

—Bueno aquí se mezclan todos, si puedes ver, por ahí encontrarás a Steve, hay tanto amigos como familiares cercanos.

Los veo sorprendida, son personas de alta clase como mis padres, pero a diferencia de ellos, todos se tratan como familia, algo que en mi caso no hay, me quedo observándolos hasta que un hombre un poco mayor se acerca.

—Tú debes ser la novia de Nathan ¿verdad? Vaya, no sabía que fuera tan hermosa. —Abro los ojos como plato pero de inmediato le dedico una sonrisa para que no se sienta incómodo, se le ve muy emocionado. De inmediato el grandulón acude a mi llamado.

—Abuelo ¿ya ligando? Juliette, este es mi abuelo Albert.

—Encantada de conocerle señor.

—Oh no, no, dime Albert cariño, mucha cordialidad me pone enfermo.

Cada vez más sorprendida, veo que a Nathan le agrada mi asombro, no es para más, encontrarme ante toda esta gente, mirándome con aprecio y yo sin ni si quiera conocerles.

—Nathan necesito hablarte. —hablo bajito para que me siga, entramos a la cocina en donde no hay nadie cerca.

—No conozco a nadie y para rematar me tienen de tu novia ¡Tu novia! Oh por Dios, ¿cómo me metí en esto? Tienes que decirles la verdad.

—Está bien, vamos.

—Espera ¿Qué les vas a decir?

—La verdad, que por comportarte como una chiquilla te pasaste de copas y aquel beso fue solo para darles celos a dos jóvenes, las cuales solo querían mi atención.

— ¡Joder! ¡Pero si ya se te lanzaban encima! Y eso sin mencionar cómo me han llamado y tú… ¡Tú las defiendes! Pero es que claro, sólo querían ‘’atención’’…

—Lo siento ¿pelea de tortolitos? —Nos interrumpe otra joven pero esta vez a diferencia de la otra, le gana por unos dos o tres años. — ¿ya te ha hecho cabrear? De él no se puede esperar más, soy Esther, venga chicos quiten esas caras de mala leche que les estamos esperando.

—No, Juliette ya se iba, tengo que decirles que ella no…—pero antes de que termine, le interrumpo.

— ¿Ya me botas cariño?

—Les dejo a solas antes que me la monten a mí— dice Esther que sale de la cocina como ha llegado, miro a Nathan apoyándome en el filo de la puerta de la cocina.

—De acuerdo, lo siento, dime qué tengo que hacer.

—Solo sé tú misma, de seguro y te querrán más que yo.

—No… no creo que pueda, es que… nunca he estado en una situación así ¿y si lo arruino todo?

—Shhh, tú improvisas bien. —de pronto me doy cuenta que ya estoy entre sus brazos, un abrazo cálido, que me hace sentir tranquila, levanto la cabeza para mirarlo a los ojos, y ahí está, esos ojos azules intensos, que me hacen descolocar de dónde sea que estoy.

Acerco mi boca a la suya, siento su respiración y con un solo movimiento mis labios siguen los suyos, enredo mis dedos en su cabello. Me gira, y tomándome de la cintura, me sienta sobre el mesón de la cocina. Nuestros besos se vuelven impacientes como si el mundo se acabara, como si nos necesitáramos con urgencia.

Nos separamos de inmediato al escuchar un carraspeo desde la entrada.

—Lo siento tortolitos, pero una cena los espera.

—Kevin… ¿no te enseñaron a tocar?

—Hermanito, no sabía que había que tocar en la cocina ¡Vayan a un lugar privado!

Me ruboricé enseguida y lo único que pude decir como una colegiala descubierta fue ‘’Hola’’.

Cuando desaparece de la cocina veo a Nathan, aún ruborizada pero ya más tranquila.

— ¿Kevin? Es muy simpático—le digo mientras acomodo el cabello alborotado después del descontrolado beso, luego levantando una ceja dice:

— ¿Quieres que te lo presente? Es mi hermano.

—Pero no mencionaste que tenías hermanos—sonrío.

—Tal vez porque sabía que tú tampoco mencionarías a nadie de tu familia.

Le entendía perfectamente, no había mencionado a los miembros de la mía. No me apetecía recordarles, ahora todos deben estar odiándome.

—No creas que no me he dado cuenta que cada vez que menciono a tu familia la bella sonrisa de tu rostro desaparece.

—Yo… No…

Pero no pude seguir, él tomó mis labios con ternura y se lo agradecí devolviéndole aquel beso.

—Bien, es hora de salir de aquí, antes de que alguien entre de nuevo.

Decidida me bajo del mesón y acomodo mi vestido, lo miro y le guiño un ojo, agarro su mano y entrelazo mis dedos con los suyos, nunca he hecho algo igual, pero la sensación es agradable, como si te estuviera protegiendo, nos miramos, nos sonreímos y salimos de la cocina.

Esperaré por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora