Epílogo
Nathan
—Por Dios ¿Pueden apresurarse aunque sea en el día de su boda? —preguntó Ian, era el más puntual de todos.
—Tranquilo amargado, ya vamos—le dijo Juliette, supongo que le haló el cachete porque lo escuché protestar.
—Espero que la bebé no se parezca a ti—solté una carcajada.
—Recuerda que hace unos meses deseabas que no fuera niña y mucho menos que se parezca a ella y mira, es niña y su cabello es rojo—dije con la pequeña Natassia en brazos, Luz tuvo que quitármela porque no la quería soltar. Estaba de espadas a Juliette porque es de mala suerte ver a la novia vestida y estoy chapado a la antigua.
—Por favor Nathan, mueve el culo y sigue que llegarás tarde—dijo mi madre quitándome a la bebé.
Bajamos todos a excepción de Luz, mi madre y Juliette, mi futura esposa.
No podía explicar con palabras lo feliz que me sentía, ése era el día en que me uniría a la persona que amo, la persona que me ha cambiado la vida desde el primer minuto en que la conocí.
Fuimos a la iglesia en fila, como siempre. Al llegar, ya todos estaban ahí, reporteros, colegas y familiares.
En el momento en el que se quedaron en silencio supe que había llegado, y la vi. Estaba hermosa, reluciente con su cabello rojo, mi padre la traía del brazo y pude ver su sonrisa radiante, aquella sonrisa que hace que el corazón me salte, le sonreí también.
Al llegar a mi lado nos miramos fijamente y luego miramos al padre.
—Hermanos, nos hemos reunido aquí para acompañar a Nathan Gallagher y Juliette Campbell a celebrar el sagrado sacramento del matrimonio. Bienvenidos sean todos, familiares y amigos a esta ceremonia de la Iglesia de Cristo, presente aquí. Participemos en esta celebración, unidos en la oración, por los futuros nuevos esposos.
Después de algunas palabas más del padre, unimos nuestras manos derechas y escuchamos:
—Nathan Gallagher ¿Aceptas recibir a Juliette Campbell como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida, hasta que la muerte los separe?
—Sí quiero—respondí decidido, en realidad quería, aceptaba todo si se trataba de ella.
—Juliette Campbell ¿Quieres recibir a Nathan Gallagher como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
—Sí, quiero—respondió sonriendo, pude ver en sus ojos felicidad. Sus ojos penetrantes con un brillo especial me observaban fijamente.
—El Señor, que hizo nacer entre vosotros el amor, confirme este consentimiento mutuo, que habéis manifestado ante la iglesia. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Cuando dimos nuestro consentimiento para unirnos en matrimonio, nos colocamos el uno al otro las alianzas.
—El Señor bendiga estos anillos que vais a entregaros uno al otro en señal de amor y de fidelidad.
—Juliette, recibe alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti—dije tomando la alianza para colocarla en su dedo.
—Nathan, recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti—repitió la operación.
Salimos de la iglesia tomados de la mano, al llegar a casa todos nos esperaban emocionados, me sentía el hombre más feliz del mundo. Mi padre jugaba con la pequeña Natassia, que había crecido muy rápido, ya tenía cinco mesecitos. En ese momento apareció Rob, el mejor amigo de Juliette. Hace semanas atrás fui personalmente a su casa para invitarlo a la boda, pero eso sí, le advertí que debía estar a diez metros de distancia porque no lo quería ver cerca de ella, hice un gesto de asentimiento con la cabeza y le dije que pasara.
Observé a mis esposa mirando desde lejos riendo a carcajada, me acerqué a ella y la abracé por detrás.
— ¿Recuerdas cuando saliste de ahí sin nada puesto? —pregunté señalando la piscina.
—Cómo no recordarlo ¿Pretendías que me quedara ahí muriendo de frío? —se giró y rodeó mi cuello mirándome fijamente.
—Hay alguien que quiere verte—susurré y señalé en dirección a Rob.
Se emocionó al verlo, después de todo era su mejor amigo. Pero aun así, no soportaba que le ponga un dedo encima y no me hizo gracia que la haya tomado de la cintura para levantarla del suelo. Sólo yo podía hacer eso.
Rob conoció a la pequeña Natassia y sonrió al darse cuenta que tenía el cabello rojo igual que el de su madre y los ojos azules iguales a los míos.
Estaba parada en el marco de la puerta observando a todos riendo. Era el hombre más feliz, tenía una esposa, una hija y una familia que me ama.
Se han de preguntar ¿Qué pasó con los padres de Juliette? Bueno, hace poco escuché que su empresa había quebrado y que estaban arruinados. Perdieron su empresa y a su hija.
—Es hora de llevar a Natassia a dormir—dijo Juliette acercándose a mí. Asentí, la tome de la mano y nos dirigimos a donde se encontraba Rob que hace un rato lo habíamos visto cargándola.
—Rob ¿Dónde está Natassia? Juliette está a punto de entrar en un ataque de histeria—dije observándola.
—Se la acabé de dar a Ian—respondió, salimos a buscar a Ian.
—Yo no la tengo, se la di a Ben—vi la mirada de Juliette y no pude evitar reír.
—No te rías, luego no nos dejará dormir—dijo con el ceño fruncido, buscamos a Ben pero éste nos dijo:
—No me pregunten a mí, la vi con Aarón hace unos diez minutos.
— ¡Maldita sea! ¡Aarón! —gritó Juliette llamándolo—. ¿Se puede saber dónde habéis dejado a Natassia?
—Creí que la tenía Ben—dijo, se notaba que estaba pasado de copas.
Entramos a la casa y notaba la preocupación de Juliette, la buscamos por todos los rincones del salón. Observé a Juliette subir las escaleras y la seguí hasta la sala de juguetes de nuestra pequeña, adelanté el paso y Juliette casi me arranca la cabeza cuando ingresé junto con ella por la puerta haciendo que ambos chocáramos.
Sonreí al ver a la pequeña Natassia junto a Máximus rodeada de peluches, la tomé en brazos en y me giré para avisarle a Juliette que nuestra bebé estaba bien.
Es la mujer más loca que he conocido en mi vida, estaba sobre el taburete buscando en la repisa. Repito ¡EN LA REPISA!
— ¿Es en serio? —dije por lo bajo—. ¿Se puede saber qué haces ahí trepada?
—Joder Nathan, cómo puedes preguntar eso, estoy buscando a Natassia—estaba desesperada, angustiada y me hizo gracia verla buscando sobre la repisa. Lo peor fue cuando la pequeña aplaudió sonriendo, solté una carcajada y Juliette se giró para vernos.
—Mi amor ¿Cómo puedes buscar a una bebé, en una repisa? —lamenté haberlo dicho, me fulminó con la mirada.
—Cualquiera me avisa, he estado como una lela buscando ahí arriba—dijo bajando del taburete con cuidado, aún llevaba el vestido de novia—. Aunque pensándolo bien, qué tonta—dijo riendo también y se acercó para hablarle a Natassia— ¿No pudiste avisar?
Juliette tomó a la bebé en brazos y la llevamos a su habitación para colocarla en la cuna, no demoró en quedarse dormida y aproveché para abrazar a mi esposa por la espalda.
—Estoy convencido de que se parece a ti cada vez más—susurré en su oído, ella se giró y besó mis labios.
— Y yo estoy convencida de que si no te hubiera conocido, te echaría de menos. Eres al amor de mi vida, aunque me la pongas patas arribas—la atraje hacia mí por la cintura y la besé con pasión, me aferré a ella para hacerle entender que la quería a mi lado por el resto de mis días.
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Esperaré por ti
Humor-¿Confías tu nombre a un desconocido y no a mí? -¿Por qué tendría que confiar en ti? - Porque fui yo quien te salvó la vida, niña. Juliette está a punto de cometer un error, pero en el momento menos esperado se encuentra con Nathan, un apuesto model...