Tu turno.

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—Juliette, es tu turno—dijo Nathan aún dormido, el monitor que estaba junto a la cama les avisaba que la pequeña Natassia no paraba de llorar. 

—Qué dices, es tu turno—se giró la madre cubriéndose la cara. 

—Te toca, yo ya fui ayer—dijo el padre quitándole le edredón de encima para cubrirse. 

Juliette aún con ojos cerrados de un empujón arrojó a Nathan de la cama, escuchándolo gruñir. Al notar que en lugar de levantarse seguía de panza en el piso se levantó y se dirigió al cuarto de la pequeña. 

Y entonces la vio con sus ojitos azules agarrando sus piecitos mientras una lágrima rodaba por su mejilla. 

—Mi amor, aquí está mamá, ven.—dijo sintiéndose culpable, y la tomó en sus brazos—. ¿Tienes hambre? Vamos a prepararte algo. 

Se dirigió con la bebé en brazos a la cocina y le preparó el biberón, se sentaron en una mecedora que hacia meses atrás le hizo comprar a Nathan y que protestando lo hizo, decía que parecía abuelita y que sólo le faltaba la lana y las agujetas.  

Media hora después a Juliette se le cerraban los ojos y la cabeza se le iba de un lado a otro, la pequeña Natassia seguía despierta como si hubiera pasado horas durmiendo y esa sea la hora de despertarse.  

—Pero bueno ¿Acaso no tienes sueño? Mira que yo ya mismo hasta me caigo.—Al ver que la pequeña formaba un puchero se le encogió el corazón—. Tengo una idea, vamos a molestar a papá que seguramente sigue en el piso.  

Se levantó de la mecedora y se dirigieron a la habitación en donde Nathan yacía aún dormido en suelo. Juliette curvó los labios con una sonrisa. 

—Ves amor, te dije que tu padre seguía en el piso. 

Se encaminó hasta donde Nathan estaba, se agachó y colocó a la pequeña Natassia sonriente sobre la espalda de su dormido padre.  La pequeña soltó una sonora carcajada haciéndolo despertar. 

—Ya te pareces a tu madre ¿Ha perdido la batalla intentando hacerte dormir?  

La pequeña le sonrió y luego de unos minutos los tres dormían plácidamente sobre la cama, la pequeña Natassia sobre el pecho de Nathan y Juliette una vez más con la almohada sobre su cabeza.  

A las ocho de la mañana se escucharon unos gruñidos. 

—¡NATHAN, JULIETTE! Joder, maldita sea. ¿Qué clase de padres sois vosotros dos?—gritó Ian haciendo que Juliette y Nathan dieran un salto y salieran de la habitación. 

Los dos miraron a Ian con la pequeña Natassia, Juliette al verla se puso histérica. 

—¡Agárrala bien, bruto! Qué no ves que se marea. Pero bueno qué crees que es  ¿Un muñeco? Bájala ahorita mismo antes que te cargue a ti pero de las dos bolas que tienes entre las piernas—gritó Juliette al ver que Ian agarraba a la pequeña Natassia de un pie mientras ésta sonreía y aplaudía, Ian encogió los hombros y la dejó en el suelo. 

—No empieces con esos movimientos raros que me levanto y lo primero que encuentro es a Natassia y Máximus sobre mi cama y ¿Dónde estaban ustedes?  

Juliette puso los ojos en blanco y tomó a Natassia en brazos,  se dio paso a la habitación de Ian y ahí vio a Máximus sobre la cama. 

—Ven, vamos, no estemos aquí que al parecer a Ian les estorban, a mover el culo.  

Máximus moviendo la cola se bajó de un salto de la cama y salieron de la habitación. 

—¿Se fue enojada?—preguntó Ian. 

—¿Y qué esperabas? ¿Una cartita hecha de oro  y que diga ''Felicitaciones''?  Ya se le ha de pasar—respondió Nathan bajando al salón. 



Esperaré por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora