Nunca descuiden a su mascota

309 10 0
                                    

El lunes llegó y Nathan tuvo que levantarme muy temprano, íbamos a la empresa donde está trabajando para la sesión fotográfica. Realmente quería matar a Aarón.

—No me miréis así, chicos—se defendió Aarón.

—Ya sabéis que a éste se le escapa  todo—dijo Sean riendo—. Aparte, estoy seguro que las fotos quedarán perfectas.

Nathan y yo nos miramos fijamente y sonreímos, nos despedimos de Luz, disculpándonos por todo el alboroto que habíamos dejado y salimos, todos en coches negros, parecíamos la mafia. Para ir a la empresa usé un vestido negro y mis botas negras, unas medias negras y unos zapatos tacón de aguja, también negros parecía viuda, literalmente.

—La empresa dónde los chicos trabajan es inmensa, venden autos ''Jaguar'' Todos con esmoquin negro, yo de negro, esto ya parece una película. Nos dirigimos a la oficina de Ramírez, el jefe de los chicos. Cuando llegamos, se levantó de inmediato y fue a mí a quien primero saludó, no nos dejó ni llegar bien porque empezó a hablar de trabajo.

—Como estamos promocionando el nuevo auto, necesitamos de ustedes dos como modelos—nos señaló—. Por lo que me han contado, tú no sabes nada de esto, pero déjame decirte que será sencillo, tenemos a un buen equipo, ellos te mostrarán qué movimientos debes hacer cuando la cámara esté a punto de fotografiarte. No te preocupes por nada, aquí tenemos todo, hasta el vestido de novia—asentí y luego se  dirigió a los muchachos, hasta que por fin dijo—: Perfecto, parece que entendieron, ahora vayan al estudio para que los preparen.

—Nathan, no creo que pueda hacerlo—susurré, él entrelazó su mano con la mía y la besó.

—Tranquila, cariño.

Así nos dirigimos al estudio. Cuando llegamos, ya todos nos estaban esperando, me dieron el vestido de novia y tuve que  darme prisa, nos maquillaron y nos explicaron qué era lo que teníamos que hacer. Nos estaban esperando abajo con el nuevo auto, cuando llegamos no tuvimos tiempo ni para respirar, nos decían cómo debíamos colocarnos y obedecíamos, foto tras foto. Terminé agotada, no sabía que el trabajo de Nathan fuera así de pesado.

—Renuncio—le dije sentándome a su lado—. Nunca imaginé que esto fuera así.

—Ya verás los resultados—respondió tranquilo.

Si Nathan decía que saldrían bien, entonces así sería, confiaba en él. Vamos, es modelo, cómo no confiar en él, ha hecho esto unas mil veces y con otras tipas. En el estudio en el que estábamos había cuadros con fotografías de los chicos, y la verdad es que se ven muy bien, me recosté a lado de Nathan y besó mi cabeza. —Te ves muy hermosa hoy—dijo, levanté la cabeza y lo miré fijamente a los ojos.

—Usted también se ve muy apuesto hoy, señor Gallagher—soltamos una carcajada, estábamos vestidos de novios, él con un esmoquin negro y yo con un vestido de novia por el que toda chica babearía, me enamoré de él a la primera, el vestido era muy ajustado hasta la cintura y luego daba paso a una falda ancha, tenía cristales en filo, sobre el pecho. Éramos los Gallagher, me acerqué a él y le di un beso en la frente, luego uno en la mejilla, en la otra mejilla, pasé al mentón y me alejé un poco, tenía los ojos puestos en mí, esos ojos penetrantes que me debilitan.

—Estamos en el trabajo Señor Gallagher—dije sonriente.

—Nadie viene Señora Gallagher ¿A qué le teme? —preguntó.

— ¿Me has llamado Señora? ¡No estoy tan vieja! —fruncí el ceño, luego posó su mano en mi cintura y me atrajo hacia sí para tomar mis labios con pasión y devorarlos, no pude evitar responderle a aquel beso hasta que la puerta se abrió y nos separamos rápidamente.

—Bien chicos, las fotos han quedado perfectas. Lo que más me agrada es esa chispa, esa conexión que hay entre ustedes, no la pierdan. Y en hora bueno lo del matrimonio—guiñó un ojo—. Eso es todo, gracias Juliette por habernos ayudado, te lo agradecemos en serio, pronto verás las fotografías colgadas en las pantallas, en los carteles gigantes y quedarán como yo cuando las vean. Espero que la paséis bien.

Salimos de la empresa una hora más tarde mientras nos cambiábamos y esperábamos a los chicos. En el coche de Nathan, me caía del sueño y tuve que darle uno que otro manotón al payaso para que se deje de reír, al final me acurruqué y no sentí en qué momento llegamos, cuando desperté era de madrugada y una persona estaba a mi lado. Una vez más Nathan me había sacado en peso del coche y me había cambiado de ropa, besé su frente con cuidado de no despertarlo, lo abracé y me volví a dormir a su lado.

A la mañana siguiente, aunque no nos quisiéramos despedir, tuvimos que hacerlo, me dijo que Ramírez lo había llamado y le había comunicado que tenía que quedarse unas horas más, eso significaba que llegaría muy tarde. Bajé y encontré a Luz viendo una novela, sonreí, estaba tan concentrada que casi provoca un incendio, corrí a la cocina y apagué la hornilla.

—Se puede saber ¿Dónde está Máximus hoy? —pregunté mirando de un lado a otro.

Fue en vano, Luz seguía concentrada en su novela, me paré en frente y empecé  a agitar mis manos, era la única forma de hacer que me mire.

—Joder Luz, la casa casi se incendia, Máximus no aparece por ningún lado   y tú no despegas la vista de la pantalla—la asusté porque se levantó de un dos por tres y corrió a la cocina.

—Mira nada más cómo quedaron las papas—decía escurriendo algo baboso con la cuchara ¿Eso eran las papas? Se me revolvió el estómago—. ¿Estás segura de que no has visto a Máximus? Hace un momento estaba por aquí. Ay Dios, tenemos que buscarlo, semejante perro no se puede perder así por así—dijo angustiada.

—Tranquila, ya lo encontraremos—salimos de la casa y empezamos a gritar su nombre, pero nada, no se escuchaba nada. Luego me di cuenta de que por debajo de las varillas de la entrada había escarbado.

—Será complicado—le mostré el hoyo que había estado cavando Máximus y Luz pegó el grito al cielo, abrimos el portal y salimos en su búsqueda. Nos tomó cerca de tres horas hallar al jodido animal y eso porque escuchamos a una mujer gritar histérica, cuando corrimos hacia donde provenían los gritos hallamos a una mujer de unos veinticinco años con un gato peludo en sus manos.

—Tranquila, lo único que quiere es jugar, no le hará daño—la tranquilicé para que deje de gritar porque me estaba colmando la paciencia—. ¡Máximus! Ven acá pequeño.

— ¡Llévese a ese animal apestoso y mugriento de aquí! —gritó aún más histérica.

—A ver querida, Máximus está bien limpio, ten cuidado con lo que dices porque no quiero mancharme las manos ni dañar tu bella carita. Trata tú de tener a ese animal peludo y sin ojos lejos de Máximus—Quería tranquilizarme, pero oye,  en serio no se le veían los ojos.

Luz tuvo que detenerme porque yo me le tiraba encima. Agarré a Máximus de la correa y nos regresamos a la casa ¿Qué tipo de personas viven en este lugar?

Esperaré por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora