Una vez más

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Han pasado cinco meses desde aquella decisión tomada de renunciar a todo aquello que en su momento me haría feliz y fue indispensable para mí, han pasado cinco meses desde aquella vez que decidí como prioridad la seguridad de mi hija, que en este momento juega con aquel hombre que se está ganando nuestro cariño. Sí, aquel ser maravilloso que me acogió en su casa cuando no sabía siquiera a donde ir, lo único que quería, era estar en un lugar seguro y ahí estaba él, con sus brazos extendidos para proteger me, siempre estuvo ahí, pero yo ignoraba ése hecho. Mi pequeña ha ido creciendo y sus palabras al intentar comunicarse con nosotros son más entendibles. Extraña mucho a su padre y cada vez que veo su mirada, es como si estuviera viendo la de él, el corazón se me encoge y debo hacer esfuerzos para evitar llorar, Rob ha estado muy atento y suele escaparse de la oficina para visitarnos en la cafetería. Así es, por fin, después de tanto tiempo, tengo trabajo gracias a él, invirtió dinero en un local y pronto lo convirtió en una cafetería, actualmente tomo un curso de repostería, debo admitir que fue duro debido a la poca experiencia que tengo en la cocina, pero ya me he ido acostumbrando.

Toco mi vientre abultado, mientras los observo sonreír. Me costó adaptarme a toda esta realidad, pero era lo que hacía falta en mi vida, me hacía falta aquella presión laboral para poder mantenerme ocupada y no pensar en aquello que me atormentaba día y noche, a pesar de todo, yo lo seguía recordando como si fuera ayer que estaba entre sus brazos, pero del mismo modo se me hace eterno el tiempo que he pasado lejos de él. Cuando me enteré que estaba esperando un segundo bebé, estuve en el baño un día entero, con la esperanza de que aquellas dos rayitas del test se convirtieran nuevamente en una y todo sea una pesadilla. Si era difícil lidiar sólo con una pequeña, la tarea sería mucho más difícil con un segundo bebé. Me sentía ya bastante culpable con haber apartado a Natassia de su padre ¿Cómo le explicaría que probablemente no volvería a verlo? Las náuseas ésta vez no se habían hecho presente como cuando estuve embarazada de Nat, pero sí me daba mucha hambre y paso comiendo torta de limón todo el tiempo, era demasiado deliciosa degustarla y sobre todo porque no la pagaba. Lo que también ha cambiado en mí, ha sido mi forma de pensar, ya no suelo enojarme como lo hacía cuando alguno de los chicos me hacía pasar un mal rato, era diferente ahora que no pasaba con ellos, lo único que sabía de ellos hasta ahora, es que seguía promocionando autos y que sus nombres eran más reconocidos ahora, siguen iguales, no han cambiado mucho pero cada vez que veía alguna de sus propagandas, mi corazón se aceleraba esperando ver a Nathan, pero nunca aparecía, Ramírez tampoco hablaba de él, si retomaría su trabajo o simplemente lo dejaría. Varias veces me he puesto a pensar sobre aquella vez que corría desesperada con intenciones de quitarme la vida ¿En qué estaba pensando? Había mucho por experimentar, tanto por explorar, muchas personas intentando sobrevivir y yo ahí, queriendo terminar con mi vida. Le debía mucho a él, que estuvo ahí en aquel momento y por haberme salvado, por haberme hecho tan feliz y por haberme tratado durante ése tiempo como nunca antes lo había hecho, y también por haberme dado a mi hija y al ser que venía en camino. Aún no sabía el sexo, no había tenido ganas para ir a un chequeo, pero sabía que en cualquier momento lo necesitaba y por orden de Rob ya había apartado una cita para la mañana siguiente.

Hoy llegué más temprano que de costumbre y Rob nos acompañó a desayunar en la cafetería, seguía viéndolos y era inevitable sonreír al ver la conexión que llevan ambos a pesar de no tener algún vínculo sanguíneo. Él la consentía en todo y a los niños eso es lo que les encanta. Nat intentaba ponerle una corona de su personaje favorito, la princesita Sofía. Y Rob, encantado se dejaba hacer.

— ¿Les ha gustado el desayuno a mis chicos hoy?—pregunté, mi pequeña abrió mucho los ojos y asintió rápidamente, mientras que Rob sólo se limitó a sonreír y darme una señal de aprobación con los dedos.

Esperaré por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora