Vuelvo a entrar a la casa, enciendo la televisión mientras me pongo a pensar qué le diré a mi padre. Hasta que suena mi móvil.
—Juliette, escúchame con atención, tienes que salir de ahí ahora—es Rob, está tenso, y preocupado.
— ¿Qué ha pasado? ¿Es mi padre?—siento que suspira.
—No tienes tiempo, sal de ahí ahora, he notado que me han estado siguiendo y esta mañana he visto a dos tipos de negro parecidos a los mandados de tu padre. —tras una gran pausa por fin dice: —Ya saben dónde estás Jul.
Siguiendo lo que me dice salgo de ahí lo más rápido que puedo, aunque mi mente está bloqueada, no sé a dónde coños ir, y a casa no pensaba ir, jamás.
Minutos después me doy cuenta que vengo viendo el mismo vehículo desde que salí de casa y no soy tan idiota como para no darme cuenta, corro, huyo de ahí pero de pronto el auto bloquea mi paso mientras abre la puerta esperando a que entre, no logro ver la cara del piloto.
Oh no, no, no, lo que me faltaba, otra vez él. Nathan, para no darle el gusto me doy la vuelta e intento coger otro rumbo, pero entonces veo a los guardaespaldas de mi padre ¿Acaso no se cansan?
Me señalan…
Corren…
Se dirigen hacia mí…
Huyo…
Mierda, corro a toda prisa regresando al auto, ya que no me queda ninguna otra opción, al entrar arrancamos y veo que sonríe.
— ¿Qué es lo que te causa tanta risa?—digo mientras me abrocho el cinturón.
— ¿Dónde quedó la testaruda a la que no le gusta huir?
—Vete al diablo. —digo poniéndome una mano en la frente, que corre me he pegado sin mencionar el susto—. Esos de negro, de seguro y le van con el chisme a mi padre, quiero que me lleves lejos de aquí, si serías tan amable.
— ¿Cuál será mi paga?
— ¡¿Qué?!No pensarás cobrarme o ¿sí? Es que ¿No ves que no tengo ni un penique? Debí imaginármelo, aparte de capullo, creído e interesado.
—Mira niñita, no me interesa lo que pienses de mí y yo en ningún momento dije que mi paga sería con dinero. Un amigo hará una fiesta en un club, no está tan lejos, será mañana y necesito una acompañante, si aceptas hacer lo que yo diga la paga estará cesada.
—Eso sí que no se va a dar, ve y búscate otra cabezota que te acompañe, conmigo no cuentes. —De repente frena de golpe y cuando estoy a punto de protestar me corta.
—Baja del auto, entonces.
— ¿Estás de coña? ¿No has visto cómo me persiguen?
—Tus problemas no son de mi incumbencia, cariño. A ver, para ponértelo fácil, tienes dos opciones, número uno: Aceptar mi oferta, número dos: Bajar del jodido coche. Tú eliges.
Lo pienso, lo pienso y lo pienso, al final accedo, no me queda más opción, con mi padre vigilándome en las calles.
—Bien —asiento—. Es lo único que haré, luego me dejas donde no pueda ver nunca más tu linda carita.
—Tranquila preciosa que de eso me encargo yo. —Posa su mano sobre mi pierna dándome unas palmadas. ¡Lo mato! Y sin seguirle el juego le cojo la mano estrujándole los huesos, Haciéndole aflojar unas cuantas palabrotas.
—Escucha capullo, la próxima que vuelvas ponerme una mano encima, la que pagará no será tu mano sino, tu muñequito. —Sin decir más ya sabe a qué me refiero, para que se vaya enterando quien soy y durante el viaje no vuelve a dirigirme la palabra, bien por los dos.
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Esperaré por ti
Humor-¿Confías tu nombre a un desconocido y no a mí? -¿Por qué tendría que confiar en ti? - Porque fui yo quien te salvó la vida, niña. Juliette está a punto de cometer un error, pero en el momento menos esperado se encuentra con Nathan, un apuesto model...