Al anochecer ya estábamos de nuevo en su casa, era elegante, y sentía curiosidad por saber quién más vivía en ella, me separo de él para seguir observando y me detengo al ver en la parte trasera una piscina, el agua ha de estar fría, pero me entran ganas de meterme, sin pensarlo dos veces me desvisto viendo para qué hay nadie cerca, agarro un cigarro que he comprado sin que Nathan se dé cuenta y lo enciendo, luego.
¡Qué gustazo! Recuesto la cabeza contra la pared dentro de la piscina cuando escucho una voz.
— ¿Qué tal el agua?—Me sorprende cuando sale de la nada.
—Perfecta—digo mientras esparzo el humo de mi boca.
Así pase durante una hora, en ese transcurso sentí que Nathan se había ido, dejándome plena libertad de hacer lo que me apetecía, algo que me sorprendida en él, al salir, con cautela viendo que no haya nadie que me pueda ver sin ropa me doy cuenta de que...
—¿Dónde está mi ropa?— En ese momento siento como mis mejillas empiezan a arder del puro coraje, es que cada vez siento unas ganas más inmensas de matarlo.
Entrando de nuevo al agua logro observar que Nathan aparece por el cristal de la entrada a la casa con una botella de whisky y un vaso de cristal. Su frescura y descaro hacen que esté a punto de llegar al límite pero contengo toda la ira que corre por mis venas y muerdo mi lengua por no soltar lo que no debo.
—Eso ha sido por mi mano, que te quede claro que tu tosquedad conmigo no va.
No digo nada, lo miro, observo como da tragos a su bebida y como me ve con su seriedad, aquella seriedad que me hace poner el vello de punta. Así permanecemos durante un buen rato, en silencio, hasta que este intenta romperlo.
—¿Acaso no sientes frio? Venga ya, sal y ven a por una toalla.
Si este idiota lo único que quería era intimidarme, estaba yendo por muy mal camino, y si piensa que le voy a dar el gusto de quedarme en el agua, está muy equivocado, así que sin más pensarlo, me dirijo hasta las escalerillas de la piscina para salir de esta. Veo que se sorprende, de seguro no se lo esperaba y esto le ha sorprendido, lo veo en su gesto.
Así que con picardía, me acerco a él, agarro una toalla, enciendo un cigarrillo, y mientras le quito el vaso que lleva en su mano con whisky esparzo todo el humo de mi boca cerca a la suya, bebo del vaso de whisky y me retiro.
—Eh, niñita...—Sin voltearme sigo andando—. Está prohibido fumar en mi casa. —Siendo consciente que me observa, alzo el vaso con whisky y con brusquedad le hago una peineta con los dedos sin mirarlo.
— ¿Por qué no te vas a la mierda?
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Esperaré por ti
Humor-¿Confías tu nombre a un desconocido y no a mí? -¿Por qué tendría que confiar en ti? - Porque fui yo quien te salvó la vida, niña. Juliette está a punto de cometer un error, pero en el momento menos esperado se encuentra con Nathan, un apuesto model...