Capítulo 42

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(traducido al español por las queridas Anneth y Nuria)

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El primer receso de la obra había empezado. El bar estaba lleno de gente bebiendo y hablando sobre la obra. Todos estaban hipnotizados. Barrymore había sido magnífico en el papel de Hamlet.

"Creo que Claudio y Gertrudis hicieron bien al hacer que los amigos de Hamlet lo espiaran." Dijo Archie, mientras se sentaban en una mesa del bar. "Hamlet claramente se está enloqueciendo."

"¿O su madre y tío tienen motivos ocultos?" respondió Terry. "Hamlet era el príncipe después de todo."

Las mujeres estaban encantadas con Barrymore. Como Hamlet era completamente fascinante. En especial su amor por Ofelia.

"¿Puede alguien enloquecer por amor?" preguntó Marion, aunque ya estaba con un aire de ensoñación.

"La pasión puede hacer que un hombre hagas cosas que nunca pensó hacer." Terry se giró hacia ellos, expresando su opinión. Su mirada se detuvo por un momento en la cara de Candy, antes de mirar a Marion.

"Pareciera que tú has vivido esa pasión por la forma como lo dices Terry..." comentó Archie. Isabel atrajo su mirada. Su corazón latía rápido. ¿Podría ser ella ese verdadero amor esquivo para él? Solo se conocían hacía un par de meses. Lo que sentía Archie por Isabel era demasiado arrollador. ¿Podría ser porque se había mudado a Londres? ¿La libertad que sentía por primera vez en su vida? Bajo la mesa, sus manos se deslizaron entre los muslos de ella. Él disfrutaba el sentimiento de suavidad de su piel bajos sus dedos. Podía sentir la excitación que causaba en ella por sus caricias. Ella tosió y él sonrió.

"Eso es algo personal, Cornwell", le respondió Terry, tomando una calada de su cigarrillo. Candy sintió su rostro caliente. Ella sabía muy bien sobre la locura a la que había descendido Terry cuando ellos habían terminado.

"Me gustaría tener esa experiencia." Dijo Marion mirando directamente a Terry.

"Eres una romántica, Marion" él le respondió. "Volverse loco por amor es bueno para el teatro pero en la realidad... te destruye." Tomó otra calada de su cigarrillo antes de aplastarlo contra el cenicero.

"¿Cuál es su opinión señorita White?", él se giró repentinamente hacia Candy, quien se había mantenido callada. "¿Cree en el amor que lo consume todo?"

"¿Al punto de la locura?", añadió.

Ella se quedó en blanco. Las palabras se atoraron en su garganta. Su pregunta la había tomado totalmente por sorpresa, justo en el momento en que recordaba cuando lo vio tratando de actuar, mientras estaba borracho, en esa sucia carpa de teatro en Rockstown. Se acordaba cómo quiso que retomara su camino, con la vista nublada por las lágrimas.

"El amor puede destruir y el amor puede revivir." Dijo al final, "pero aún las llamas más ardientes con el tiempo pueden convertirse en rescoldos y desaparecer."

"¿Ah sí?" le respondió, elevando su ceja. Ella lo estaba llevando al límite. Nada de lo que sentía con ella era a medias. Cuando probó sus labios, pensó que podría morir justo allí y después no se arrepentiría por la vida que tenía. Y ahora, todo lo que ella decía era un desafío, dirigido a él. Probando su control, encontrando sus límites.

"Creo que es tiempo de regresar" le anunció al grupo. Todos se levantaron. El receso estaba casi por terminar. Candy corrió primero a las escaleras. Él la alcanzó.

"Debes disfrutar todo esto, ¿verdad?" le preguntó él, con la rabia evidente en su voz.

"¿Qué quieres decir?"

La rosa escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora