Capitulo 63

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(traducido al español por las queridas Anneth y Nuria)


Julio 14 de 1925 (martes)

Ella abrió sus ojos con el sonido de los pájaros fuera de la ventana. El darse cuenta en dónde estaba y con quien le bastó a Alice para quedarse sin aliento, al menos momentáneamente.

Recordó a Christian llevándola hasta la cama. Con sus labios sobre su cuello cuando ella – con su voz casi como un susurro, preocupada por no romper el hechizo – le preguntó, "¿Qué estamos haciendo Christian?" él la había recostado y le había mordido su labio inferior como respuesta, con el corazón de ella tomando la forma de las alas de un gorrión aleteando dentro de su pecho. Los labios de él viajaron por su oído y ella sintió como succionaba su lóbulo, jugando con su lengua en él, y después oyó su voz, suave y entrecortada – sonando casi divertida – diciendo:

"¿Qué crees que estamos haciendo Alice?"

Ella no había respondido. En cambio sintió la mano de él cubriendo el montículo entre sus piernas, con su dedo deslizándose y frotando su clítoris hinchado.

Su estómago se retorció con el placer de aquel recuerdo. Todavía le parecía complicado comprender lo que había ocurrido. Christian dormía a su lado. Se veía bastante joven mientras dormía, con las facciones de su cara relajadas, en calma. Miró sus labios. Ellos habían estado en todo su cuerpo. La gruesa manta de lino se había deslizado, bajando hasta las caderas de él. Su cuerpo reposaba, con cada músculo bien definido, un amplio pecho y un abdomen tenso. Ella podría quedarse allí observándolo. Después se dio cuenta. Allí estaba la cicatriz en donde ella lo había apuñaleado. Sintió escalofrío. La imagen de ambos, mojados hasta los huesos bajo la lluvia. Los relámpagos sobre el cielo nocturno, el rostro de él. No podía olvidar sus ojos y su voz.

"Apuñálame."

El vello de sus brazos se erizó. Sin darse cuenta su brazo se había extendido y sus dedos trazaron la línea rojiza. Sintió el abultamiento sobre la piel de él. La respiración de ella se entrecortó en su garganta.

Las manos de él cubrieron las de ella, deteniendo lo que estaba haciendo. Fue un movimiento suave por parte de él, pero tratando de detenerla. Ella retiró su mano.

"Lo siento..." le dijo y se giró para encontrarse con su mirada.

"Está bien." Le respondió él, con su voz ronca por el sueño.

"Buenos días." Le respondió ella y le mostró una sonrisa de alegría.

Él no respondió. Mantuvo su mirada sobre ella. Alice se dio cuenta enseguida. Llegó a su mente aquel río en el que estuvo nadando el día anterior. El entusiasmo que sintió. La libertad. Estaba de pie en una de las riberas y Christian estaba en la otra. Había un río entre los dos, siempre fluyendo, con sus aguas azul oscuro y silenciosas.

Él se levantó. Ella observó cómo se ponía la ropa sobre su cuerpo desnudo. Su ropa interior, los pantalones oscuros, la camisa interior. Cada prenda cubriéndolo de ella. Tiró de sus tirantas sobre sus hombros. En el momento en que se empezó a enrollar las mangas de la camisa hacia arriba, sus ojos se encontraron con los de ella. No revelaban nada – como el río.

"Nos prepararé algo de té..." le dijo.

Alice no respondió. Pareció haber fijado su mirada sobre él enrollando sus mangas de camisa.

Vuelta a los negocios

Eso era Alice para Christian. Solo negocios. Algo había pasado la noche anterior y él estaba listo para fingir, pretendiendo que no había ocurrido nada.

La rosa escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora