Capítulo 30

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(traducido al español por las queridas Anneth y Nuria)

Ella no se opuso. De hecho, las palabras de su primo la intrigaron. Aunque también mantuvo sus reservas y esas reservas se reflejaron en sus ojos y levantó la ceja mientras Archie se ponía de pie. Él no había sido la mejor compañía mientras había estado en Londres. La mayoría de las veces, se peleaban más que cualquier otra cosa. Archie no se había dado cuenta de que ella no era la adolescente santurrona que una vez había sido, y tampoco era como su amiga Annie, su esposa.

Annie... 

hubo un momento en la vida de Candy en el que realmente hubiera hecho cualquier cosa por su amiga. Todavía la quería, por todos esos años desde que crecieron juntas en el Hogar de Pony. Pero mientras dejaban atrás su adolescencia, también reconocía las faltas y debilidades de Annie y algunas de ellas, si tenía que ser franca, en el fondo, las había encontrado irritantes. Como, por ejemplo, su insistencia en seguir la etiqueta de la alta sociedad. 

Annie siempre había sido formal y correcta en cada situación. Desde que se casó con alguien de la familia Ardley, se había vuelto aún peor. La desaprobación de su boda con Archie por parte de la tía Elroy, la matriarca de la familia, la hizo esforzarse por convertirse en la encarnación de la esposa perfecta. Mientras Albert estuvo vivo, su actitud relajada hacia todo mantuvo su comportamiento un poco más equilibrado. 

Después de su fallecimiento, aunque inicialmente excusó el cambio gradual en el comportamiento de Candy como mecanismo de defensa para afrontar la pérdida de Albert, una vez que se dio cuenta de que Candy había decidido mudarse a Londres, para vivir su vida como una joven soltera, su desacuerdo fue mostrándose en sus palabras y en cada pequeña mueca de su impecable rostro.

"La querida Candy ha decidido probar la vida de una chica descocada por un tiempo..." 

Decía en reuniones con amigos, "Así que nos deja aquí en el aburrido Chicago por las brillantes luces de Londres". 

Candy lo guardaba todo dentro, a pesar de que su frustración aumentaba como una nube de humo en su interior. Sin embargo, estaba decidida a no pelear y viajar a Londres sin dejar atrás nubes oscuras. Una frialdad puede haber teñido su relación, pero las lágrimas cuando se despidieron fueron decididamente reales.

"¿Un trago más?" 

Oyó la voz de Archie mientras él estaba de pie junto al carrito de licores. Ella aceptó su oferta con un movimiento de cabeza. Sus ojos siguieron sus movimientos, mientras su silencio la hacía preguntarse si esa era la forma en que Archie buscaba que se calmara. Hacerla esperar para escuchar alguna sabia verdad, aunque en realidad estaba tomándose su tiempo, tratando de pensar qué le diría que pudiera sonar profundo. 

Él se sentó, y sus ojos se posaron en su cara inquisitiva. "Sin saber qué sucedió exactamente, ¿puedo suponer que tu..." descontento" también involucra a una mujer?"

Su inesperada pregunta llenó el silencio e hizo que ella abriera mucho los ojos bajo su mirada inquebrantable. Para Archie, era el momento perfecto para que Candy escuchara algunas verdades y tal vez... sin mostrar su aversión por Christian obviamente a flor de piel, hacer que se planteara algunas preguntas mentalmente. Dejarlas crecer. Porque estaba casi seguro de que las preguntas que él le haría, no harían más que aumentar con la presencia de Terry.

"¿Cómo...?" Ella susurró y se recostó en la silla. La perspicacia de Archie no mantuvo alejada la ira de Candy por mucho tiempo. Una vez que la sorpresa se retiró como la ola arrastrada hacia el mar, ella entrecerró los ojos.

"¿Y qué si fuera así?" Ella le preguntó a cambio y tomó un sorbo de su licor, dándole la bienvenida al calor que corrió por su garganta. Archie copió su movimiento y acercó el vaso a sus labios. Se dio cuenta de que Candy estaba seriamente afectada por lo que parecía involucrar a Terry y, con toda probabilidad, a su amiga Marion. Recordaba muy bien la expresión de la cara de Candy cuando ella se la presentó.

La rosa escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora