Capítulo 52

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(traducido al español por las queridas Anneth y Nuria)

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La noche resultó ser larga para Terry, Christian y Candy. Los minutos se sentían pesados, tan pesados como los pensamientos dentro de sus mentes. El tictac del reloj se disfrazaba de signos de interrogación y puntos finales. El tiempo iba en sentido contrario y el día en que Terry pondría una conclusión a cualquier esperanza que albergara cuando pisó Londres se estaba haciendo más visible.

Su presencia, aunque no lo sabía, había puesto patas arriba la vida de Candy.

Varios años antes, siendo un polizón en el barco de carga que iba de Southampton a Nueva York (sin siquiera ser aún mayor de edad, siguiéndolo a él y a sus sueños), había escuchado las historias de los marinos y las cosas de las que habían sido testigos.

A pesar de que los océanos y mares del mundo estaban formados por agua, algunas veces no se mezclaban. Una línea visible se podía observar en donde se encontraban. Las corrientes se estrellaban con violencia y las aguas se hacían turbulentas, las olas llegaban de todas direcciones, convirtiéndose en los lugares más peligrosos para que navegara un barco.

Allí era donde ella se encontraba. Entre dos océanos. Cada uno con sus propias corrientes subterráneas, con sus pasados separados. Ella compartía su pasado con uno y su presente con el otro. Para Terry, ella era Candy. Para Christian, ella era Rose. Había probado de los dos su besos y la habían arrastrado por caminos separados. Su corazón había sido encantado por los dos hombres. Le habían robado sus pensamientos, y su sueño.

Se había sentido libre con Christian por primera vez en su vida. Era un sentimiento intoxicante. Como si fuera una droga lo buscaba todo el tiempo. Sentía calma en su corazón cuando estaba entre sus brazos. No podía hacer nada malo ante los ojos de él. No había reglas. Ella podía dejar que su corazón dictara sus actos, ya fuera una conexión que estaba buscando o solo lujuria. Vivía dentro del mundo de él, y ese mundo era tan fluido y colorido como lo eran sus paleta de colores.

Pero, entonces estaba Terry. Su pasado. El amor que la había marcado. Él la había obligado a enfrentar sus sentimientos por él. La pasión se anidaba en su mirada. Él era melancólico, exigente, posesivo. Con él no había medias medidas. Cuando él se entregaba a algo lo hacía sin restricciones. Era evidente en su profesión cómo se fundía dentro de su papel sobre el escenario. Era impredecible, con estados de ánimo que podían cambiar tan rápido como las nubes que se movían en el cielo dominado por vientos huracanados. Cada fibra de su cuerpo estaba al límite cuando él se le acercaba.

A ella le molestaban los secretos de Christian. Según Terry, era peligroso estar cerca de Christian. Por otro lado, si no resultaba con de nuevo con Terry... ¿Cómo podría sobrevivir a otra segunda ruptura? No podría, estaba segura de ello. ""

Esa era Candy en aquella noche en particular, con todos aquellos pensamientos en su mente, arrastrados por el humo del cigarrillo que mantenía entre sus dedos. Sabía que era imposible tener a ambos hombres en su vida. Los océanos no se mezclarían. Y ella estaba de pie entre ellos dos, arriesgándose a morir ahogada.

Había suspiros. Muchas vueltas en la cama. Miradas por la ventana. Agujeros ardiendo en las paredes. Los dos hombres con la misma mujer en sus mentes. Cada uno como una nube en la mente del otro.

Christian había descubierto quién era Terry y mientras se lo ocultaba a Rose no dejaría pasar un momento en que no dejara de mostrarle claramente que Rose estaba ahora con él, que lo había escogido a él, y que era él quien la hacía feliz. Para ella todo había acabado, ¿no podía verlo bajo sus narices? En otras circunstancias, habría golpeado a Christian hasta dejarlo inconsciente – así eran de intensos sus sentimientos por él – pero esa sería la manera más segura de hacer que Candy lo odiara, y la perdería para siempre. Quería creer que aquellos días en que él recurría a la violencia y al licor habían quedado atrás, aunque en las presentes circunstancias estaban poniendo a prueba su control de una manera seria.

La rosa escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora