Capítulo 18

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(traducido al español por las queridas Anneth y Nuria)

7 de mayo, 1925

Isla Martha's Vineyard

Cuatro semanas... cuatro semanas y él podría caminar con un bastón. Cuatro semanas y estaría en ese maldito trasatlántico. La espera lo estaba matando. Cuatro semanas se sentían más largas que diez años. No podía concentrarse, ni siquiera hervir por tres minutos un huevo. Eleonor específicamente le había prohibido ir a la cocina a menos que quisiera tomar agua. Era un peligro para el mismo y los demás con esa estufa de gas. No podía leer. Sus ojos descansaban por largo rato en la misma página, y podrían haber taladrado un orificio en ella. Al final, se había transformado en un fumador empedernido mientras observaba el océano frente a él. Donde sus ojos no podían alcanzar aquel punto del otro lado. Alternando el soñar despierto y sufrir pesadillas. Al mismo tiempo, nunca se había sentido más vivo. Estaba siempre al filo de la navaja equilibrando sus emociones, mientras sus sentidos estaban en alerta máxima y su corazón latía más fuertemente con el pasar de los días... cuatro semanas más, y suspiró.

15 de junio, 1925

Galeria Whitechapel

Había algo sobre estar de pie en un gran espacio vacío que la hizo querer reflexionar sobre sí misma

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Había algo sobre estar de pie en un gran espacio vacío que la hizo querer reflexionar sobre sí misma. Todo se veía aumentado. El sonido de sus pasos en el piso de madera, la leve corriente de aire enfriando su piel, su respiración relajada cuando todo giraba alrededor suyo. La experiencia era casi como meditar. Si este gran salón de paredes blancas al entrar a la galería Whitechapel fuera su vida, y las pinturas a su alrededor sus recuerdos, ¿estaría feliz del lugar en donde estaba ahora?, con una mano en el corazón, a pesar del dolor y las angustias, no podía olvidar las bendiciones que se había sentido afortunada de recibir.

Se dio una vuelta por la sala, con las pinturas de su amante rodeándola. En las paredes de esta habitación con forma de nave, con su techo adintelado, entre las pinturas más antiguas que Christian había pintado y otros varios retratos, estaban otras pinturas que Candy reconoció. Eran como una crónica visual de su relación. Capturas de sus recuerdos de su vida con él.

Estaban los campos Grantchester, mostrándose serenos y sublimes, dentro de la neblina un sol dorado. Y las chimeneas de los techos de Londres al atardecer. Con largas sombras pintadas por sus manos, después de que habían hecho el amor una tarde calurosa a comienzos de mayo. El bouquet de camelias rojas que ella había traído a su apartamento en una mañana de abril. Ella lo había sorprendido con una visita no planeada, queriendo dar un poco de orden a su caos doméstico. Para su gran sorpresa, ella había llegado con el bouquet en las manos. Le había ordenado encontrar un jarrón, pero habían terminado usando una de esas grandes jarras de vidrio que él usaba para meter sus pinceles. Se veían hermosas. Ella había hecho café para los dos. Él se reía por su actitud de mando. Ella le había sacado la lengua, arrugando su nariz. Pero el plan de organizar el área principal de su apartamento se había acortado. Cuando iba por la mitad del lavado de los platos, los brazos de él se habían deslizado por su cintura y su cuerpo se había pegado al de ella. Sus muslos frotando sus glúteos. Su olor vino a su mente. Jabón, Tabaco, trementina y aceite de lavanda. Ella sintió que los vellos de sus brazos se erizaban.

La rosa escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora