Capítulo 56 (Ángeles y demonios)

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(traducido al español por las queridas Anneth y Nuria)

(La fiesta Ángeles y demonios está inspirada en la escena de apertura de la película Bright Young Things, que describía la vida de la multitud joven y elegante en Londres en la década de 1920.)

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Terry se miró por última vez en el espejo después de terminar de anudarse el corbatín. Se veía bastante elegante y el ligero bronceado que había adquirido al pasar su tiempo libre en los parques cercanos al teatro, le sentaba bastante bien. La luz del sol de verano se escondía detrás de sus ojos azul verdosos.

Sin embargo, su corazón no estaba allí. Había terminado con los asuntos del teatro y tenía que recoger a Marion en su casa. Ese beso que le había dado lo había puesto nervioso. Más o menos, a estas alturas, Candy ya lo sabría y en el momento en que llegó este pensamiento a su mente apretó los dientes. Por otro lado, no podía deshacer lo que ya había hecho. ¿Y si intentaba darle una oportunidad a Marion?

En cualquier caso, tenía que ir a la fiesta. No había dos formas de hacerlo. Tenía que hacerlo. Apretó los labios, tomó la invitación de la repisa de la chimenea y se la guardó en el bolsillo interior. Por supuesto, Archie trepó por las paredes cuando se lo contó. Tal fue su sorpresa que empezó a maldecir. En segundos la temperatura de su sangre subió a las nubes.

Él se defendió. Dijo algo sobre cuántas veces su exnovia podía patearlo en el estómago. O algo como eso. En realidad, estaba enojado con ella. Se sintió engañado. Él entendía la confusión de ella, pero se sentía como una segunda opción. Y Christian había demostrado ser un bastardo. Esperaba que él no estuviese planeando nada con respecto a su padre. Otro día, en otro momento, se habría llamado a sí mismo paranoico, pero en este caso, los hechos no mentían. Christian no hizo nada para persuadirlo de lo contrario.

Miró la botella de güisqui. Ya había tomado bastante. Intentaba estar sobrio, pero le era imposible. Sólo la idea de verla allí... ¿Cómo reaccionaría ella? ¿Probablemente indiferente? Tal vez distante. Ella podría incluso ignorarlo. Solo por castigarlo por lo que había hecho. El no saberlo lo torturaba. Ya era la hora.

Que caigan los dados como quieran.

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El baile de la temporada estaba en marcha. Había un flujo constante de personas entrando a la mansión. Un carnaval de colores y sonidos llenaba las habitaciones. La euforia flotaba casi palpable en el aire. La gente miraba, charlaba, bebía, bailaba, se besaba. La banda de jazz estaba en pleno apogeo. Los faroles dentro de la mansión estaban encendidos. Emitían un suave resplandor rojo en el ambiente. Ángeles y demonios bailando juntos. Alas de gasa flotando de una habitación a otra, seguidas de cuernos y largas colas de cuero rojo.

Rose se lo estaba pasando en grande. Perdida entre la multitud que bailaba, cambiaba de pareja de baile con cada nueva canción. Recibiendo cumplidos y cortejos de cada uno de sus acompañantes. Se sentía eufórica. Estaba dando vueltas por la pista de baile con Nicholas, su anterior pareja, cuando creyó haber visto a Archie entre la multitud que entraba en el salón. Se detuvo y se excusó ante Nicholas, que parecía desconcertado. Él sonrió cortésmente y la dejó ir.

¿Era una alucinación debido a la cocaína?

Seguramente, Archie estaba en Francia. No había forma de que pudiera estar allí. Estaba caminando entre la multitud cuando lo vio de nuevo. Gritó su nombre.

¿Qué diablos estaba haciendo Archie allí?

Pensó en todo lo que Archie había hecho, y recordó su ira. Pero su sorpresa al verlo allí amortiguó el impulso que tenía de confrontarlo, justo allí y en ese momento. Decirle lo estúpido que había sido, lo que hizo, y cómo la había lastimado profundamente. Ni siquiera estaba segura de poder perdonarlo. Pero en este momento, todo lo que quería preguntarle era qué estaba haciendo allí.

La rosa escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora