Capítulo 24

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(traducido al español por las queridas Anneth y Nuria)

Candy había cerrado la puerta del estudio de Lord Wooster con pesadumbre. La noche que se suponía sería el último silbido de su antigua vida, de la cual ya tenía suficiente, y el comienzo de su nueva vida tan ligera y embriagadora como las burbujas de una copa de champaña, estaba yendo de mal en peor.

Primero, estaba la repentina aparición de Terry de vuelta en su vida. El momento en que este encuentro se había producido la había inquietado en lo más profundo de su ser. Como una placa tectónica, había movido su realidad completa a otro plano, siendo imperioso tomar su control y de manera rápida. Él había dicho que estaba en Londres de vacaciones, pero la coincidencia era... a ella le costaba pensar que era realmente solo una coincidencia. Se había esforzado mucho para poner a Terry en su pasado, en la vida a la cual ella había decidido cerrar la puerta, y honestamente, nunca había pensado en que él la recordara después de todo este tiempo. No tuvo señales de vida de él en diez años. Si ella hubiera sabido...

Después Christian, el hombre que le había cambiado la vida, quien la había empujado para enfrentar sus sentimientos, pasados y nuevos, no estaba allí con ella. Él le había mostrado qué era vivir el momento, y había hecho que su corazón se sintiera liviano. Como el dulce aroma del humo que salía de su pipa de hachís después de disfrutar mutuamente del cuerpo del otro, había desaparecido y toda la ligereza que sentía se había disipado en el aire.

Él hombre que vio fuera de la Gallería, quién había insistido en hablar con Christian, le recordaron a aquellos matones que la habían perseguido fuera del pub del East End, "El Aprendiz de Londres". Tenía un fuerte acento "cockney" (acento de las clases populares de la zona East End de Londres), y una apariencia que haría a muchos paisanos querer apurarse si tuvieran que cruzarse con este tipo en alguna calle de noche, con poca luz. Ella era consciente de que Christian conocía gente de todas las condiciones sociales. Lo recordaba tomando una cerveza en ese pub. La forma en que había intervenido la noche en que se conocieron y había peleado con aquellos tipos, él realmente no se había inmutado por ellos o por lo que representaban.

¿Qué quería de Christian ese tipo fuera de la galería Whitechapel?, y ¿qué tan importante era el asunto para que el rostro de Christian se viera tan preocupado y se fuera tan rápido como lo hizo?, ¡dejándolos a ella y a Archie para aparecer sin él a la fiesta que se había organizado en honor a su trabajo!, por Dios, ella sentía escalofríos corriendo por su espalda.

Fue un intento desesperado de ella el llamar al apartamento de Christian. La probabilidad era mínima de que él estuviera allí, pero tenía esperanzas. Sobre todo, había querido escuchar su cálida voz, diciéndole que todo estaba bien. Antes de girar al final del corredor para bajar las escaleras que la llevaría a la alegre multitud que bailaba, sacó su polvera de su cartera plateada. Examinó su cara. Dos líneas se mantenían entre sus finas cejas arqueadas. Toda su preocupación se escondía en esas cejas arrugadas. Respiró profundo y exhaló largamente. Tenía que confiar en que Christian estaba bien. Las explicaciones vendrían después. Aplicó una fina capa de polvo facial en su nariz y mejillas y volvió a aplicar su pintalabios rojo. Escuchó aplausos. La canción había terminado.

Se volvió y detuvo por un momento en la parte alta de la escalera. La nube sobre los verdes valles de sus ojos no calzaban con la efervescencia de la multitud que estaba abajo, en esa noche en particular. Mordió su labio en un intento inconsciente de traer a su mente de nuevo a la fiesta. Pensó que había visto a Archie llamándola con la mano y mostró una gran sonrisa antes de empezar a bajar las escaleras.

Un nostálgico vals empezó a sonar. Pensó en la ironía. Justo cuando su mente se asomaba al pasado, llamada por esa canción en particular, vio a Terry acercándose a las escaleras, abriéndose camino a través de las parejas que bailaban. El sudor punzó su piel y su corazón se aceleró dentro de su tórax, mientras sus ojos seguían su atractiva figura. Él había fijado su mirada en la de ella, por lo que tuvo que parar de moverse cuando alcanzó el final de la escalera.

La rosa escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora