29.

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Recordaba los amaneceres en la granja, la luz colándose por las ventanas, el aire fresco en el ambiente y los ruidos mañaneros de los trabajadores, se despertó a las ocho a.m, no porque no estuviera cansado sino porque escuchó a su padre preparándose para ir a cuidar de los animales.

Minseok miró a sus hijos, Jisung y Donghyuck dormían tranquilamente en su cama, recordaba cuando dormía así, cuando no quería despertarse para ayudar a trabajar o cuando simplemente no quería hacer nada.

De niño la granja no le parecía gran cosa, había nacido allí y se esperaba que muriera allí, pero a medida que crecía descubría que la odiaba un poco, el trabajo duro, la rutina agotadora, las mismas caras alrededor, los mismos eventos y la misma sensación.

No le agradaba, nunca fue partidario de hacer lo que los demás esperaban que hiciera, no porque quisiera cambiar algo en el mundo ni porque quisiera ser diferente, simplemente quería sentirse bien consigo mismo hoy y el último día de su vida.

Mirar hacia atrás y decir "lo volvería a hacer".

Volvería a elegirla y volvería a perderla, empezaría de nuevo una y otra vez, y finalmente, lo encontraría a él y lo dejaría ir, y lo repetiría.

—¡wow, Johnny! ¡nunca comí un desayuno tan lindo!—dijo entre risas su madre, emocionada.

Minseok se quedó en las escaleras, escuchando—tengo un amigo que hace estos desayunos a menudo, me encanta, pensé que te podría gustar también.

—es tan lindo—la abuela susurró—nunca nadie me había preparado el desayuno, Johnny.

—¿en serio?—su hijo se oyó sorprendido—te prepararé el desayuno mañana también, abuela.

—¡oh por Dios, disfrutaré tu estancia aquí!

Minseok entró a la cocina y vio el plato que su madre tenía en la mesa, era un oso hecho con huevos y salchichas, también habían panes tostados.

—Johnny bebé ¿no pudiste dormir bien?—preguntó, preparando su propio desayuno.

Su hijo ya estaba tomándose un café con tostadas y queso—el abuelo me despertó, me dijo que tenía que trabajar si quería comer.

—grrr, ese maldito viejo—gruñó Minseok, molesto.

—lo detuve antes de que se lo llevara—dijo la abuela, apenada.

Minseok se sentó con ellos y miró por la ventana junto a la mesa, se veía todo el campo de plantaciones, amarillo opaco y el amanecer anaranjado—mis hijos no van a trabajar en el campo, no me importa que se enoje, no los traje para eso.

Johnny terminó su café y se levantó, poniéndose un hoddie—iré a ayudarle al abuelo, dijo que iba a estar ordeñando ¿cierto?

—Sí, cariño.

Minseok suspiró y vio a Johnny salir.

—¿cómo está tu relación con Johnny?—ella le preguntó curiosa.

—en cualquier momento va a pedir una emancipación.

—¿por qué?

—porque soy un desastre.

Su madre suspiró y miró con ternura su plato—Johnny siempre ha sido un buen niño, no se parece a ti en ese aspecto.

—gracias por decirme mal hijo—murmuró, dándole un buen trago a su café—pero tienes razón, él no es como yo, puede parecerse a mi pero no es igual, yo nunca tuve su nivel de responsabilidad y madurez a la edad que él tiene.

Lo que es ser un KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora