La madre de Karen Navarro temblada cada vez que entregaba una taza de té. Dentro de la mansión se palpaba cierta ausencia, digna de cualquier situación familiar semejante. Un integrante de los Navarro se había quitado la vida. Vanesa, su hermana pequeña, se encontraba sentada, casi arrinconada en el sofá junto a su madre. Tenía los ojos hinchados y el rostro ausente. Hacía quizás varios días maquinaba en su cabeza cómo su hermana había sido capaz de tomar la decisión de lanzarse de un puente, y la respuesta jamás la encontraba.
Dylan y Mia, tres días después de la situación de la escuela, habían sido convocados por la señora Navarro para mantener una reunión intima.
—Estoy segura de que... —habló la señora Navarro, entregando por último una taza de té a Dylan. Su voz era áspera y desganada. Entre todo, Mia se preguntaba en dónde habría de estar el señor Navarro, que no había marcado presencia en todo ese tiempo—Karen habría querido que mantengan con ustedes algo de ella. Pueden entrar a su habitación antes de que nos deshagamos de todo.
Aquella última oración pareció despertar a todos, quienes, hasta ese entonces, no se habían dado cuenta que estaban dormidos. A excepción de Vanesa Navarro, claro está.
—¿Deshacerse de todo? —repitió Mia—. ¿Van a tirar sus cosas?
La señora Navarro asintió con cierta crudeza. Mia buscó la mirada de Vane y no la encontró, pues la muchacha estaba muy concentrada en algún punto del suelo. Aquella confesión no le hacía gracia a nadie, pero Mia requería de más respuestas, muchas más de las que la señora Navarro pudiera dar.
En una casa tan grande, pensaba Mia, ¿cuál era la necesidad de quitar las cosas de su hija?
—¿Por qué? —cuestionó. Con delicadeza, Dylan presionó un poco su muslo. Conectaron miradas y muy directamente el muchacho le pidió que guardara silencio.
La señora Navarro alzó un poco la vista, sin mirar a nadie en particular y se sirvió también de una taza de té. La mesita de café estaba repleta de pastelitos que estaba claro que nadie comería, pero así eran recibidas las personas en una de las casas más adineradas de todo Condina.
—Si es que... —comenzó a hablar, pero Mia sentía que se comunicaba con alguien sin alma—. He escuchado casos de familias que pasan por lo mismo y deciden dejar las cosas en la habitación —La señora Navarro se detuvo, tragó con dificultad a pesar de que tenía la boca seca, y se esforzó por continuar—. Pero eso trae problemas a largo plazo. Creo que... si vamos a enterrar a Karen, debemos hacerlo completamente.
El entrecejo de Mia se hundió con fuerza. Aquella era una idea estúpida, desconsiderada y frívola. Estaba completamente en desacuerdo con entregar las cosas de Karen a cualquier persona de cualquier parte, o incluso con que muchas de ellas llegaran al basurero, donde serían arrastradas por la tierra hasta ser consumidas por las llamas.
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DANNA • La chica de la casa embrujada ©
ParanormalLa niña rica del pueblo desaparece una noche, mas en la superficie de un río se reconoce su cuerpo, danzando moribundo entre el oleaje. Desde que nació Danna Fisher escucha que su sangre está maldita, y esa maldición, entre otras cosas, dota a s...