11) Un hyung influenciable

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JUNGKOOK

Es de madrugada. Jimin y yo estamos caminando por la playa cerca del hotel. Aunque bueno, caminando en realidad voy yo solo. El rubio va cargado a mi espalda una vez más para evitarle un esfuerzo innecesario a su tobillo en recuperación. No me molesta llevarlo a pasear así de todos modos. Me gusta. 

La noche está espectacular, no tenía sentido quedarnos encerrados dentro más que para seguir besándonos y estar juntos, lo cual hicimos por un largo, largo rato. Ahora salimos a tomar algo de aire y refrescarnos con la fría brisa que está soplando y despeinándonos.

Espero que no estén Tae y los demás por aquí porque ya le envié un mensaje con la mentira de que no me sentía bien para ir a su encuentro como dije que haría. 

Jimin ríe tiernamente a mis espaldas y me hace sentir feliz. Estoy tranquilo, y aunque no del todo relajado todavía, confío en él lo suficiente o de lo contrario no habría aceptado cometer esta locura. La verdad no sé qué vamos a hacer mañana o los días siguientes mientras estemos aquí, pero quiero animarme a hacer algo distinto. Creo que esta es la única oportunidad que voy a tener y si no hago algo ahora luego puede llegar a ser demasiado tarde.

Tengo que aprovechar estas semanas antes de tener que volver a preocuparme y sufrir por todos mis miedos y dudas.

— ¡Vamos al agua! — pide el rubio con entusiasmo señalando hacia el mar. 

— ¿Estás loco? Debe estar helada a esta hora. 

— Oye, dijiste que ibas a vivir la vida — me regaña.

— Vivir la vida, no morir de hipotermia — río.

— Bueno, bueno, por ser el primer día voy a dejar pasar tu comentario negativo. Sentémonos — dice y yo ahora sí obedezco. Lo dejo bajar de mi espalda y ambos tomamos asiento en la arena a solo unos metros de las olas, pero bien cerca el uno del otro. 

— ¿Soy yo o el cielo se ve más brillante y espectacular aquí que en Busan? — pregunta mirando hacia las estrellas sobre nuestras cabezas. 

— No lo sé...no es como si me detuviera a mirar mucho el cielo allá como para comparar — confieso apenado. Escucharme decir eso en voz alta me hace sentir tonto. Sobre todo porque Jimin tiene razón, más brillante o no, el cielo se ve espectacular. Creo que soy la clase de persona que no sabe apreciar ni las cosas más simples de la vida. Que patético soy.

— ¡Pues míralo ahora! — exclama Jimin acostándose en la arena. — Nunca lo vas a ver más brillante que ahora y aquí. ¿No es milagroso?

Lo imito y me acuesto a su lado.

— Bueno, hay una explicación en realidad. Hay menos contaminación lumínica. Ya sabes, en las grandes ciudades, los edificios y- 

— Cierra la boca y solo aprécialo — me vuelve a regañar Jimin.

— De acuerdo — obedezco mientras sonrío. — Sí, es fascinante. Tienes razón. 

— Si ves una estrella fugaz tienes que pedir un deseo. 

— ¿Un deseo? Bueeno....Pero sí sabes que esas cosas no son ciertas ¿Verdad? — pregunto y de inmediato Jimin voltea a verme completamente ofendido. — Bien, ya, lo pediré si veo una, lo prometo. 

— Así me gusta — afirma satisfecho. 

Pero en ese momento no veo ninguna estrella fugaz cruzando el cielo. No sabría qué pedir de verla de todos modos. Seguramente que mi vida fuese menos complicada o algo así.

— Me gusta esto — comento. — ¿Por qué algo tan simple basta para hacerme sentir tan bien? 

— El cielo tiene esos efectos en uno. Nos hace sentir diminutos. Y que nuestros problemas en realidad son bien pequeñitos comparado con lo que hay allá afuera.

Vacaciones Compartidas - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora