Un Error Puede Cambiar Muchas Vidas

Celos

— ¿Qué somos? —

— ¿Enserio preguntas? —

— Bueno, he visto en algunas películas y ex-compañeros que les dan chocolates o flores, a veces le dedican una canción y así mientras les preguntan si quieren ser novios —

— No tiene que ser obligatorio, es una declaración de sentimientos, si la otra persona siente lo mismo en hora buena pareja formada —

— Entonces... —

— Fue prácticamente lo que hiciste, fuiste sincera con tus sentimientos y yo te correspondí — silencio — Si Rubén, puedes decir que somos pareja — 

— Así que pareja... — la oji-plateada gira en su cama, habían pasado días desde su disculpa en la pista de hielo y esa pequeña conversación; sin embargo la emoción que le había causado no parecía desvanecerse con el tiempo, no entiende del todo pero puede decir que le encanta.

Cuando llega la mañana se levanta con una sonrisa, había sido de esa forma últimamente; las pesadillas amenazaban su buen humor pero la imagen de Weiss las opacaba.

— Buenos días — saluda a la heredera cuando la ve salir de su cuarto ya arreglada.

— Es la tercera vez que esperas frente a mi habitación — la oji-azul sonríe caminando hacia ella — ¿Dormiste bien? —

— Soñé contigo, no quería despertar pero verte en carne y hueso es aún mejor que solo en mis sueños — y también había estado más cariñosa de lo normal.

— Ay, la parla — pasan a desayunar y se relajan durante la mañana, almuerzan y cuando es entrada la tarde, ambas se encuentran en el sillón, la peli-blanca en su ordenador y la más alta jugando un videojuego.

— Oye, estaba pensando y no hemos salido desde que estamos juntas — le pone pausa el juego — Ya sabes, juntas... juntas... — 

— ¿Qué tienes en mente? — la oji-azul pone el separador en la hoja de su libro y lo cierra.

— Una... ¿Cita? — propone sonriendo nerviosa.

— Me gusta, déjame arreglarme — la heredera se levanta y antes de empezar a subir las escaleras dos brazos la rodean por la cintura.

— Ya te ves hermosa así como estás — siente un cosquilleo en su estómago y recarga la cabeza en el hombro de su compañera — Aunque, debo admitir que me gustaría presumirte frente a todos...  — la más baja nunca creyó ver ese lado de Rubén; siempre había dicho lo que pensaba sin rodeos pero se guardaba la parte tierna, cariñosa y protectora, escuchar eso le permitía entenderla más y sobre todo lo que más le sorprendía era su timidez e inseguridades.

— Ya bajo — se separan y mientras ella se cambia, Rubén se recuesta en la pared. Pasan varios minutos, la más alta ya se había acostumbrado a esperar siglos así que camina hacia un baño para arreglarse un poco el cabello.

Se reúnen y deciden caminar, a unas cuantas cuadras había un parque y como solo buscaban relajarse era el lugar perfecto, hablan de cosas triviales, no había demasiada gente en la calle, solo uno que otro adolescente. Rubén se fija en una pareja que caminaba, iban tomados de las manos y parecían a gusto.