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Nuevamente las semanas pasaron y las cosas que antes Ruby se negaba a hacer sin compañía ahora era la primera en hacerlas voluntariamente o al menos acompañada de Zwei que para suerte de ambas no se alejaba de la oji-plateada.

— ¿Dónde está? — Weiss se agachó para acariciar la cabeza del cachorro — Llévame a ella — el animal ladró, o al menos lo intentó, como forma de afirmación y se dio la vuelta caminando en dirección al jardín donde últimamente la joven Rose pasaba su tiempo mirando las plantas o simplemente disfrutando de la brisa.

La heredera sonrió con cariño viendo las cortas patitas del perro resbalarse en las baldosas, nunca había tenido una mascota, su padre no se lo permitía y de alguna forma aunque ya no estaba vivo esa prohibición parecía haber perdurado, al menos hasta ese momento.

Era una noche brillante, la luna estaba menguando y todo el cielo tenía puntos blancos, miró la banca donde estaba su amada y se acercó sin hacer mucho ruido, tenía los ojos cerrados y el viento movía su corto cabello.

— Hermosa... — susurró inconscientemente mirando su perfil.

— Gracias — le respondió la menor abriendo un ojo y riendo divertida al ver como el calor subía por la cara de la albina, levantó una mano creando un glypho y alarmándola — Mira las estrellas — cambió de tema antes de terminar congelada.

— ¿Qué con ellas? — preguntó la más baja confundida.

— ¿Cuántas hay? —   

— ... —

— Dime —

— No lo sé, nadie puede contar tanto, son infinitas —

— Así como mi amor por ti — la peli-negra vuelve a reír, camina hasta su novia besando su mejilla.

— Me estás tentando — 

— ¿? — Weiss la miró y negó con la cabeza, era demasiado inocente para ese mundo; de las cosas que más ama de ella.

— Últimamente te gusta venir por acá — comenta dirigiéndose a la misma banca.

— Bueno... — Ruby toma a Zwei y lo pone en su regazo — Cuando estábamos en el campamento de entrenamiento Rubén y yo solíamos ver las estrellas, a pesar de la distancia Yang podría estar viendo el mismo cielo... Era una forma de no sentirnos solas? No sé porqué lo haría Rubén pero para mi era así — Weiss asintió en silencio y cuando iba a hablar su novia estornudó.

— Llevas mucho tiempo acá, deberías volver o enserio te vas a resfriar — dijo poniéndole la capucha roja.

— Pffff, estoy bien, además nada de esto pasaría si no estuvieras como un témpano cada que me abrazas — bromea retractándose de inmediato al ver la gélida mirada de la mayor — ¡Cosa que amo de ti! — se apresura a decir levantándose con Zwei en brazos — Si el frío no te molesta a mi tampoco, no es como que hayas pedido ser así —  estaba hablando de más y lo supo cuando vio como levantaba una ceja — Si... !Te espero en la cama! — desaparece entre pétalos.

— Idiota... — rodó los ojos con una sonrisa y miró el paisaje, entendía porqué le gustaba tanto.

— Quien lo diría, una Schnee sonriendo — una voz resonó a su lado, se levantó de inmediato y el hielo creció donde estaba a quien creía su atacante — No vine a pelear — Weiss por fin la ubicó, el hielo tenía rodeada sus piernas y levantaba las manos en símbolo de rendición, no estaba armada y vestía como cualquier civil.

— ¿Raven? — No estaba muy segura, lo que sabía de ella era por lo que le habían contado Ruby y Yang, pero viéndola de cerca era muy parecida a la dragona, aún más cuando ambas llegaban a tener ojos rojos.

Un Error Puede Cambiar Muchas VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora