Arcade

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Cuando salen de la mansión toman la carretera principal, sin el techo pueden sentir el viento en sus caras, la radio a todo volumen y sus gafas negras llama la atención de todos quienes las ven pasar.

—¡Demonios Yang! ¿Dónde aprendiste a manejar? — la fauno del gato se agarra a los asientos delanteros mientras la rubia zigzaguea entre los vehículos a toda velocidad, una mano en el volante y la otra recostada sobre la puerta.

—Bueno... Digamos que soy autodidacta — aunque en parte es verdad, la razón principal es que solo en una ocasión su clan fue perseguido por la policía, en consecuencia el saber manejar se convirtió en requisito para unirse y los líderes tienen que dar ejemplo... Y las clases.

Las chicas se relajan aprovechando y tomando unas cuantas fotos para la posteridad; el viaje que en un principio llevaría 3 horas solo tarda dos, llegan a una ciudad cercana y reduciendo la velocidad buscan un lugar para comer.

—¡¡Mira!!— Ruby Salta en su puesto señalando una heladería con zona de juegos, sin esperar a que el vehículo estacione salta por la ventana y desaparece dejando un rastro de pétalos.

—¡Rubs! — Yang rueda los ojos y paga el parqueadero, sale saltando por la puerta pero amablemente abre la de Blake —Tienes que disculpar a mi hermana, es difícil mantenerla controlada — comenta sonriendo divertida.

—No tienes que explicar nada, después de todo son hermanas — responde Blake burlona antes de comenzar a caminar, Yang tarda unos segundos en reaccionar.

—¡Hey! ¡¿Eso qué significa?!— exclama corriendo tras su compañera.

—Quiero una banana split con 3... No, ¡4 bolas de helado! Maracuya, chocolate, chicle y Brownie... ¡Y esas pepitas de colores! ¡Salsa de Cereza y una colombina! — habían llegado al mostrador donde Ruby está alegremente pidiendo su comida.

—Te va a dar un coma diabético sis — advierte la rubia pero siendo ignorada por completo —Si te duele el estómago después no vengas quejándote— Blake las observa con una sonrisa, la relación que esas dos tienen demuestra lo mucho que se quieren y preocupan por la otra —¿Tú qué quieres? —  la pelinegra se sorprende, se había desconectado por unos segundos.

—Eh... Una malteada de fresa por favor— Yang asiente y coloca el dinero en la mesa, al parecer ya había ordenado mientras Blake estaba sumergida en sus pensamientos.

Las chicas se sientan en una mesa y esperan a que sus pedidos lleguen.

—Solo para prepararme, a Weiss no le importa que cojas su carro ¿Verdad? — Yang sonríe nerviosa y se rasca la nuca.

—Bueno... Pues... Es su preferido... — murmura sonriente —¡Pero no es para preocuparse! No es la primera vez que lo cojo... —

—¿Cómo fue la primera vez? — cuestiona Ruby curiosa.

—¡Miren! ¡¡Ya vienen!! — Yang señala al mesero que se acerca con sus tres platillos sobre una bandeja, le agradece internamente no tener que explicar los favores que le tuvo que hacer a cierta peli blanca durante una semana, se rompió un brazo por subir al techo y limpiar las canales.

Como siempre lo único que las puede callar es la comida así que cada una se concentra en su plato, al final la hermana menor tienen que pedir ayuda para poder terminarse la última bola de helado, se recuesta la silla con las manos sobre su estómago.

—Delicioso... — murmura satisfecha, sus compañeras asienten totalmente de acuerdo.

—Entonces deberíamos regre... — Yang intenta hablar pero su hermana se levanta como un rayo de la silla señalando con el dedo el letrero "juegos" —¡Espera! — demasiado tarde, la menor desaparece y la cortina que separa la heladería de la zona infantil se sacude —Genial... — murmura suspirando pero sonriendo cuando escucha una risita de Blake.

Un Error Puede Cambiar Muchas VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora