Lazos Rotos

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Yang permaneció en esa posición por mucho tiempo, sintiendo el frío penetrar sus huesos y su cuerpo dar pequeños espasmos.

Su garganta arde de tanto gritar y todo su cuerpo está mojado, sus nudillos sangran pero el agua ha aclarado el líquido rojo haciéndolo poco visible, se levanta lentamente con su cuerpo entumecido, había olvidado por completo el corte en su hombro.

Comienza a caminar hacia el frente, no recuerda en qué calle había quedado pero no se detiene a identificarla, no le importa.

Pasan los minutos de vagar sin rumbo alguno, la lluvia no ha cesado pero aún así se detiene frente a un local, es un bar.

No lo piensa y se acerca a la puerta preparada para abrirla, su mano tiembla así que se detiene, a su mente llegan imágenes de Ruby; no puede regresar a la mansión borracha, no puede darle esa imagen a su hermana menor; ahora piensa en Weiss, sabe el odio que le tiene a las bebidas alcohólicas, suspira y se aleja mientras continúa caminando.

No sabe cuanto tiempo transcurre pero en el horizonte las montañas comienzan a ser iluminadas por el sol saliente, la lluvia comenzando a detenerse, se ubica y comienza a caminar hacia la mansión, sus amigas deben estar preocupadas.

Si sabía que eso iba a pasar tarde o temprano ¿Por qué le duele de tal manera? Se aseguró de no hacerse ilusiones... Pero una chispa de esperanza había crecido en su pecho, ¿Cómo pudo haber sido tan idiota? La relación estaba destinada al fracaso, nunca debió siquiera considerarlo. Pero la ama... Aunque quisiera negarlo no podría... Esa fauno de ojos amarillos se había ganado su corazón y convertido en la tercera persona que vale la pena proteger a toda costa.

—Debí haberle dicho desde el inicio— se regaña a si misma apretando sus puños y sintiendo una punzada de dolor en su hombro —¡La dejé vivir una mentira! — alza la voz sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas, se siente débil, como si toda su vitalidad hubiera sido tomada de su cuerpo.

Llega a la mansión y se seca los ojos, no va a fingir una sonrisa, de todos modos nadie le creería, toca el timbre y mete la mano en el bolsillo, no demoran en abrirle y una mancha roja llega hasta ella abrazándola con fuerza.

—No vuelvas a hacer eso — murmura Ruby apretando el agarre, para ella Yang es todo lo que desde un principio ha conocido y lo único que ha permanecido.

—Estoy bien... No te preocupes — la rubia besa su cabello con cariño y tras unos minutos se separan, detrás de la ojiplateada aparece la cara preocupada de la heredera, su perfil izquierdo siendo tapado por una venda —Weiss...— Yang la mira con culpa y se acerca a ella para acariciarle la mejilla — En serio lo siento... Nunca debí dejarte ir...— la heredera niega con la cabeza inclinando su rostro hacia la mano.

—No es nada, enserio, pero te vas a enfermar... — murmura en respuesta la más baja viendo el cuerpo mojado de su compañera, no recibe respuesta, Yang está con la cabeza gacha sin poder hablar.

—Estamos contigo Sis— el dúo Whiterose intercambia miradas y abrazan a la más alta que no puede evitar derrumbarse y dejar las lágrimas caer.

...

—¿Te sientes mejor? — la rubia baja las escaleras ya bañada y con su herida vendada, su cabello vuelve a estar esponjoso y con su temperatura natural.

—¡Achu! —  Yang se tapa la boca, acaba de estornudar, ¿Se ha resfriado?

—No puede ser... — blanco y rojo levantan las cejas sorprendidas, la dragona no es del tipo que se enferma, y es la primera vez que la oyen hacer eso.

Un Error Puede Cambiar Muchas VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora