Despertar

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Las semanas pasaron y Ruby comenzó a mejorar, lentamente volvía a tener el deseo de vivir, lo que antes era solo un día más que se sentía lleno de oscuridad; ahora era uno con un poco más de luz, tenía varias razones para no darse por vencida, quería crear el hogar al que su hermana pudiera regresar cuando fuera el momento.

Un copo de nieve apareció de la nada y aterrizó en su nariz, la arrugó sintiendo el frío y giró con una sonrisa, al persona frente a ella era su otra razón.

— Te estaba buscando — dijo Weiss acercándose y sentándose a su lado, estaban en una banca frente a la fuente del jardín, era un día hermoso, el sol iluminaba radiante toda la ciudad y un colibrí de diferentes colores picoteaba felizmente una flor — ¿Cómo te sientes? —

— Si me das un besito de seguro mucho mejor — respondió con una sonrisa entrecerrando los ojos, la peli-blanca la observó, parecía infantil tal vez pero sabía que su novia lo hacía por la necesidad de sentir su tacto y asegurarse de que enserio hay alguien a su lado.

— Te daré miles — sentenció tomando su cara y besando su frente con cariño, la escuchó reír y volvió a besarla esta vez un poco más a la derecha, después en su nariz, mejilla y terminó con uno corto en sus labios.

— No sabía que la reina de hielo podía ser tan cariñosa — comentó la menor tomando una de sus manos y entrelazando sus dedos.

— Aún tengo corazón — replicó algo ofendida antes de volver a sonreír — Y te pertenece — de repente los ojos de la oji-plateada se cristalizaron y agachó la cabeza limpiándose con la mano libre.

— No sé... Por qué siguen saliendo... —  dijo frunciendo el ceño, no era la primera vez, de un momento a otro sentía una incontrolable necesidad de llorar, se supone que todo está bien, se sentía afortunada y aún así esa sensación no desaparecía.

Dos brazos la rodearon y una mano acarició su cabeza con lentitud — Déjalo salir, si intentas reprimirlo solo será peor — escuchó y asintió aferrándose a su compañera, Weiss cerró los ojos y pasó saliva, nunca estaría preparada para ver a su novia de esa manera.

Permanecieron así en esa posición durante unos minutos, cuando las lágrimas parecían por fin detenerse volvían a brotar ante el mínimo pensamiento, agradecía el abrazo enserio lo hacía pero la simple idea de alguien con ella la hacía quebrarse nuevamente, si era algo bueno por qué el lamento?

— No te dije porqué te buscaba — tras un momento Weiss se separó lentamente y la miró limpiando sus mejillas con suavidad — Quiero que me acompañes a un lugar — 

— Salir... — Ruby respiró hondo deshaciéndose temporalmente de esa sensación.

— Te aseguro que no te vas a arrepentir — esas palabras despertaron la intriga de la menor y asintió — Podríamos ir de una vez... — dijo con cautela.

— Iré a lavarme la cara — volvió a sonreír, esos cambios de humor no deberían ser normales, pero estaban pasando tan a menudo que tal vez solo tenía que acostumbrarse. 

Volvieron a reunirse en la puerta, caminaron por las calles tomadas de la mano, Ruby lo miraba todo, meses en los que estuvo encerrada en sí misma casi le hacían olvidar como funcionaba su entorno y las personas, pensar que Rubén tuvo que recibir toda la información de golpe... Enserio se había esforzado.

— Cierra los ojos — pidió la heredera cuando estaban a punto de llegar, recibió una mirada inquisitiva y volvió a insistir — Yo te guiaré, no soltaré tu mano — Ruby terminó accediendo y solo para estar seguros se le colocó la capucha. 

Entraron en el lugar y caminaron hacia un apartado específico del local, la capucha fue retirada y frente a los ojos de la menor habían decenas de perros esperando por un hogar, giró la cabeza hacia su novia con la boca abierta.

Un Error Puede Cambiar Muchas VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora