Por la mañana, sus ojos estaban amoratados y cansados pero su mente seguía ocupada imaginando siniestros panoramas para su futuro. Frecuentemente se distraía con flashes de recuerdos de los días anteriores, en los cuales convivió con Lance y sus amigos y eso la molestaba en sobremanera, al grado de que se regañaba cada vez que se descubría pensando en ellos.
Y es que en el fondo, lo que a Haydee le impresionaba, es que de alguna insólita manera Lance se parecía a su maestro Nimrood, pues ambos parecían tener la misma infinita calma y paciencia y hasta compartían rasgos faciales y expresiones, como si fueran hermanos. Ambos hablaban con palabras de profeta y provocaban seguirlos como si fuera natural considerarlos hombres santos a los que hay que proteger. Pero a diferencia de su maestro, Lance estaba lleno luchas internas derivadas de las discrepancias entre las enseñanzas de su biblia, de su iglesia y de Mislav, pues las tres se contradecían y provocaban que Lance se estuviera debatiendo entre cumplir o no, el quinto mandamiento.
Otra cosa que diferenciaba a Lance de Nimrood, era que el muchacho sufría en demasía por el dolor ajeno y por la maldad de los hombres. Eso, a los ojos de Haydee era un defecto desagradable e insufrible, ya que ella consideraba impráctico cargar con pecados ajenos de los cuales no se tuvo culpa y que además no se pueden cambiar. Lo malo es que de algún modo, ese mismo defecto que ella veía en Lance era el mismo que la atraía y la distraía tanto de sus pensamientos.
Y es que alguien como Lance existiendo en pleno siglo nueve era algo extremadamente inusual. Alguien que se mostraba sensible al sufrimiento ajeno y que era capaz de perdonar y amar a sus enemigos era la prueba viviente de la que corrupción de la que hablaba Nimrood aún no consumía al mundo completamente. Lance, enemigo o no, era una de esas personas que le regresaba un poco la inocencia al mundo.
En eso estaba, meditando con los ojos tristes y cansados, cuando la puerta de hierro se abrió y Lance volvió a aparecer por ella. El muchacho de nuevo cargaba un plato y una odre y esta vez se miraba mucho más animado que cuando abandonó la bodega la noche anterior. Parecía que no se daba por vencido y no cambió su semblante ni cuando encaró a la demacrada mujer que lo miraba fijo con ojos melancólicos y furiosos a la vez.
— Buenos días — dijo el muchacho con voz suave —. Te anunció que esta vez te haré comer a la fuerza, no me importa cuánto te resistas.
Ella no respondió, solo miró como el joven se acercaba y tomaba un lugar junto a ella. Parecía que Lance se había colgado ese día, una máscara de confianza que a Haydee le pareció cómica y le apeteció arrancársela con mordaces palabras como las que dominaba perfectamente, pero no tuvo ánimos para pelear y mejor se concentró en resistir y mantenerse fuerte.
— Y bien, abre la boca o te la abriré a golpes, no me hagas ponerme violento, no sabes cómo me pongo cuando los enfermos se ponen necios.
La suavidad y el tono de broma que empleó el muchacho contrastaron con el significado de las palabras en sí, pero enseguida Haydee comprendió que él solo trataba de ponerle algo de humor a su papel de carcelero. Para mala fortuna de la chica, su estómago emitió un borborigmo sonoro y potente que hizo reír al muchacho.
— ¿Lo ves? Te dije que te atacaría el hambre. No sé cómo era este asunto cuando tenías a Némesis contigo, pero te advierto que ahora que no está, sufrirás grandemente por hambre y sed. Anda come. Come que muy pronto llegaremos a Génova y necesitarás energías para realizar la siguiente parte del viaje.
— Sufrí por hambre aun cuando tenía a Némesis conmigo — habló por fin la guerrera y Lance puso cara de emocionado al escuchar su voz. Ella continuó entonces —. Pero todos los Assasiyin fuimos sometidos a duras pruebas de inanición y deshidratación, así que puedo aguantar el hambre y la sed y seguir combatiendo por semanas.
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El Imperio sagrado III: Los malditos
FantasyTERCER LIBRO (ULTIMO DE TRES) Antes de llegar al final del primer milenio después de Cristo, existió un imperio surgido del esplendor del oscurantismo que se proclamó defensor del cristianismo y en nombre Dios cometió todo tipo de atrocidades en co...