Cap. 23 - Asalto a Nimrael - Cazar a un cazador

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Un hombre cayó de rodillas en lo alto de la colina y sus puños, cargados de dolor, golpearon la tierra frente a él de forma arrebatada y violenta. Aquella hermosa colina estaba cubierta de pasto y flores pero había algo en ella que la volvía lúgubre y tétrica. Y es que en la cima sobresalían dos tumbas, una pequeña y otra grande.

En la tumba grande estaba erigida una escultura cuyas aristas burdas e incoloras captaban perfectamente la esencia fuerte y voluntariosa de la mujer que yacía entrerraída en ese lugar. El hombre que lloraba ante las tumbas era rubio, de barba poblada y ojos color zafiro. La tristeza inundaba su alma a niveles insoportables, al grado de rechazar la vida misma. La tragedia lo había alcanzado y le había arrebatado no solo sus tierras y su título, sino también a su esposa e hija. Nada le quedaba y el anhelo por morir se podía leer en sus ojos tristes y abatidos. El hombre tomó una roca del suelo y le buscó algún borde afilado para luego, comenzar a tallar con ella unas letras griegas en la lápida y debajo de otro mensaje en bajo relieve que el escultor original haba grabado minuciosamente. El mensaje que Mislav escribió fue este:

"Aquí descansa en paz mi amada esposa Laura y mi hijo que no pudo ver la luz de sol, mi alma les acompaña en su viaje y mi cuerpo sin vida vaga por este mundo"

Luego de terminar de grabar su mensaje en la roca de mármol, el rubio se tiró al suelo y se quedó con la mirada puesta en las estrellas que brillaban hermosas en lo alto de la bóveda celeste.

— Tu padre lloró el día que le anunciaron tu muerte y continuó llorando por quince años.

Fue la voz de Nadejha la que se escuchó e hizo salir de trance a Haydee, quien estaba viviendo aquel recuerdo a través de los ojos de la sierva.

— Usted estaba ahí.

La sierva asintió.

— Así es, yo era un alma perdida en aquel entonces, pero él me salvó, me enseñó el valor de la honestidad y me enseñó que solo puede ser feliz un corazón lleno de amor.

— Un corazón lleno de amor es débil — respondió Haydee con tono frio y desensibilizado.

Entonces Nadejha sonrió gentil, como aquel que se sabe poseedor de un valioso secreto que está dispuesto a compartir.

— Un alma vacía se consumirá en el olvido — comenzó diciendo —. Pero un alma llena de amor será eterna e indestructible.

— ¿A si? Mislav y Lance murieron por amor.

Nadejha miró con ternura a la guerrera y en sus ojos se reflejó la inmensa melancolía que guardaba tras ellos. Poniéndose un poco más seria volvió a hablar.

— Lance y Mislav murieron por salvarte a ti. Athan me lo contó y aunque me duele saber que ya no están, entiendo sus motivos y no te culpo, al contrario me veo obligada a quererte también.

— No me interesa que...

Pero Haydee no pudo terminar su frase porque en aquel momento, la voz de Lance emergió de la nada y la hizo sobresaltarse de modo doloroso. La guerrera volvió la vista hacia el horizonte y entonces lo vio por fin envuelto en una nube brillante. Era una hermosa y pacifica aparición que le decía de este modo.

— Un alma llena de amor jamás podrá ser vencida.

Nadejha también habló, evidentemente sin poder escuchar a su hijo.

— Mi hijo cambió su destino por ti, pero antes de morir, dejó un mensaje, el mensaje es este: Un alma llena de amor jamás podrá ser vencida.

Lance sonrió convertido en un fantasma y volvió a hablar para hacer una extraña petición.

El Imperio sagrado III: Los malditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora