Cap. 21 - Exorcismo

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Lance corrió tan rápido como pudo, pero se enfrentó a un serio problema cuando intentó correr por la rampa con una pierna de palo. Se tuvo que asir de la pared para no caer. Extrañamente, la temperatura descendió a medida que se acercó a la sala de justicia y una corriente helada le erizó los vellos de la nuca. Cuando llegó por fin a la puerta, logró escuchar claramente la voz de una mujer que lanzaba una oración rápida y repetitiva en un idioma desconocido.

Al entrar en la sala contempló como Athan se colocaba justo al costado de Nivia y vio como ambos alzaban su mirada al cielo de la habitación, de dónde provenía aquella perturbadora voz que decía algo más o menos así:

— gésim gnol am ed eitip sdnerp natas o

Lance caminó hasta sus amigos y alzó también sus ojos para quedar viendo lo mismo que ellos. Los tragaluces laterales de la sala de justicia eran anchos y por ellos se filtraba un perfecto torrente de luz matutina, el cual iluminaba el piso de travertino pero creaba zonas de penumbra en los recovecos del cielo. Apenas se miraba la silueta de una mujer que permanecía en lo alto del muro, como si fuera una araña de extremidades retorcidas y rostro oculto entre sus propias piernas, gritando su plegaria una y otra vez, con voz chillona y gutural.

— gésim gnol am ed eitip sdnerp natas o

Lo más extraño es que su voz no estaba sola, sino que varias otras voces en otros tonos se podían escuchar respondiendo a sus plegarias y coreándolas en un siniestro espectáculo no apto para estómagos débiles.

Cuando Ariel entró en la sala, el alarido de la mujer fue tal, que los tres hombres tuvieron que cubrir sus oídos pues se vieron lastimados por lo agudo y desgarrador del grito. Fue algo siniestro, incluso para aquellos hombres que pensaban haberlo visto todo.

— Lo siento Lance — susurró Nivia sin quitar sus dedos de sus oídos —. No pudimos detenerla, despertó y se escurrió demasiado rápido para trepar por ese muro como si fuera una lagartija.

— No tienes que disculparte, no debí dejarla sola.

— ¿Puedes entender lo que dice? — preguntó ahora Athan ya un poco afectado por la horrenda letanía recitada una y otra y otra vez por el demonio.

— Puedo hacerlo, me costó trabajo entender por qué a este demonio le gusta hablar en reversa, antes lo hizo en la sala de torturas de la santa Vehme y ahora lo hace de nuevo pero en idioma galo romano. Ella está pidiendo a Satanás que se apiade de su larga miseria.

Lance se acercó al muro lentamente con el corazón contristo y quedó justo abajo de la escalofriante mujer. La cual no paraba de escupir las palabras una tras otra a una velocidad que se incrementaba a medida que Ariel también se acercaba. Parecía aterrada y sus desgarradores gritos comenzaban a parecer los balbuceos desesperados de quien padece agudos dolores insoportables.

— Haydee, sé que estás ahí — por fin le habló el muchacho y la demonio cambió el ritmo y el contenido de sus oraciones. No expuso su rostro aún, pero comenzó con un soliloquio de frases cargadas de retórica y de burlas.

Creyó que nos podrían detener ese par de eunucos

— Contéstame Haydee, sé que estás ahí — trató de hablar Lance pero ella interrumpió.

— ¡Son solo un par de eunucos que lloran aún por unas vulvas MUERTAS! Abyectos primates que desean tanto la muerte. Pues que se corten el cuello ahora mismo y que le ahorren el trabajo a mi señor.

— Haydee, ¡respóndeme! — gritó Lance con voz potente y el demonio alzó la cara como si intentara escuchar mejor. Entonces pudieron verla con más detalle, su piel estaba pálida y sus ojos parecían estarse derramando por sus sellados parpados. Su boca negra también vomitaba oscura bilis y las venas negras que le atravesaban el rostro la hacían parecer como un cadáver revivido. Aunado a eso, sus brazos y piernas estaban rotos y torcidos en ángulos completamente insanos; aunque aun así se mantenía aferrada fuertemente a los ladrillos con sus dedos huesudos y rasgados que exponían partes de hueso y comenzaban asemejarse a las garras de un ave.

El Imperio sagrado III: Los malditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora