Aquellos alaridos lejanos que se filtraron por las rendijas de la misteriosa puerta, hicieron erizarse los vellos del cuerpo de todos los presentes y les dibujaron un gesto de angustia y confusión, sobre todo a los soldados, que no estaban acostumbrados a combatir fuerzas sobrenaturales. Sin embargo, aun con todo ese miedo agolpado en sus pechos, ninguno corrió pues la voluntad de su líder los hacía fuertes.Lance abrió la puerta y las voces infernales se callaron al instante, como si fueran ecos que quedaron atrapados tras la puerta y se desvanecieron al abrirla. Al mismo tiempo, un velo de luz roja atravesó el umbral para cubrirlos con un calor moderado pero latente, como el de un horno recientemente apagado.Por unos segundos, el único ruido fue la música del miedo, compuesta por aliento agitado y latidos violentos, pero se detuvo de súbito cuando Lance atravesó la puerta y se perdió rápidamente en el interior. Luego de un minuto, el joven regresó y para buena fortuna, no parecía contrariado ni asustado, solo frustrado y con cierta urgencia.— Hay un abismo abajo — dijo sin perder tiempo —. Necesitamos una cuerda larga y ganchos.— ¿Que viste allá adentro muchacho? — le preguntó el caballero negro.— No mucho, la luz proviene del fondo, de lejanos puntos brillantes que parecen islas de luz en un océano de oscuridad.— Es el volcán que sigue vivo — añadió el griego y todos guardaron silencio.En tan solo unos minutos, los soldados trajeron cuerdas amarradas consecutivas y luego ataron un extremo a una columna que continuaba erguida y poderosa. De ese modo tuvieron una forma de bajar al abismo.Comenzaron el descenso con Lance a la vanguardia, sintiéndose éste como el héroe Eneas que desciende al inframundo para ver a los muertos y enfrentar su destino. Con su único brazo y su poco peso no le costó trabajo bajar, pero al imaginarse la vuelta, sintió un poco de temor pues era obvio que alguno de sus amigos tendría que ayudarlo. Se necesitaban dos manos para escalar por una cuerda y él no las tenía. Dejando ese pensamiento atrás, el muchacho puso sus pies en el suelo pétreo y se alejó un par de metros de la cuerda para inspeccionar el lugar. Se trataba de una caverna subterránea inmensa cuyas paredes estaban agrietadas y de las grietas brotaba luz roja y caliente, pero sin llegar a quemar. Una vez comprobado que el lugar era seguro, Lance indicó a sus compañeros que podían bajar y estos no lo hicieron esperar. Una vez que todos estuvieron abajo, dedicaron algunos minutos más a inspeccionar los alrededores y no tardaron en descubrir un camino que seguía bajando hasta los niveles más profundos. Dejaron a un par de hombres haciendo guardia e hicieron una sola fila para continuar la cuesta llevando con ellos una cuerda larga y un gancho por si llegaban a necesitarlo más delante. Poco hablaron en el trayecto, quizás porque que en el fondo temían que algo los estuviera esperando y no querían alertarlo.— ¿Saben que comienzo a sentirme como rata caminando hacia una trampa? — dijo el español.— Comparto lo de la trampa pero no lo de la rata — le respondió el griego y Fer sonrió.Entonces llegaron a un sitio donde la gruta se ensancha y da paso a una cámara mayúscula cuyo cielo y paredes laterales no alcanzaban a distinguir.— Trampa — dijo el español apuntando con la mano a la cámara oscura que tenían enfrente y luego añadió a apuntando a los hombres de la expedición —. Ratas.Lance gruñó e ignorando el mal presagio, avanzó seguido por Nivia, Athan y luego los españoles, todos con sus espadas listas y en alerta.Entonces una sensación extraña les invadió de pronto. Era como tener encima los ojos de la oscuridad que los vigila desde lejos. Como entrar en un campo infinito en una oscura noche sin luna y sin estrellas, pero lo más extraño era la extraña disposición de las rocas que habían sido colocadas de forma estratégica para crear sendas y pasajes que formaban un perfecto laberinto de estalactitas y rocas de cuarzo.La piel de todos se erizó al contemplar aquel escenario y sus miedos se intensificaron al grado que dolió en sus corazones.Athan tomó del suelo un trozo de roca caliza y raspó la superficie de la entrada de modo que una flecha blanca quedó impregnada en ella.— No tenemos un ovillo de hilo pero esto servirá — afirmó y luego continuó la marcha.La terrible sensación de estar siendo observados se hizo más fuerte en aquel punto y Lance ordenó marchar más aprisa para cruzar aquella gigantesca galería, en la que se sentía expuesto. Fue cuando lo vio por primera vez...Era una especie de niebla espectral que se arrastró como serpiente entre dos rocas. Emanaba una débil luz azul y tenía el mismo aspecto de los espejismos de niebla que alguna vez Nivia invocó en el bosque sagrado de Irlanda. Tenía aristas y detalles pero el joven no pudo verlos bien ya que aquella criatura etérea se arrastró veloz y desapareció sin dejar rastro. Lance intentó descubrir a donde se había ido pero no pudo, la oscuridad que le rodeaba era como un océano profundo y lleno de escondites. Entonces continuó su marcha sintiendo que estaba condenando a muerte a todos sus compañeros.Por fin llegó al final de la sala, luego de varios minutos de marcha, y se encontró al borde de un cañón profundo, en cuyo lecho inferior brillaba al rojo vivo un rio de magma casi solidificado y del cual emanaba un calor insoportable. Pero lo más aterrador era lo que estaba del otro lado, eran unas gigantescas grietas que abrían nichos en la pared de roca y creaban una especie de falla geológica de la cual escapaba luz brillante, así como también miles de voces que clamaban con gritos eufóricos y parecían querer penetrar en los pensamientos de cada uno para destruirlos y consumirlos desde adentro. Tan desgarradores eran, tan caóticos y tan horribles que bien podría pensarse que eran los sonidos del infierno.Lance miró hacia aquellas grietas en el lejano muro y dudó por un momento de lo que estaba viendo, y es que aquella luz blanca que se escapaba por las grietas, tenía otra anomalía que de momento el joven no pudo comprender. De ella se desprendían lenguas luminosas que se movían como gusanos atrapados. Pero una segunda mirada le reveló a Lance que no eran gusanos sino brazos y piernas que intentaban asirse desesperadamente del aire. Lance pudo distinguir también algunos rostros humanos mortificados que asomaban de vez en cuando y desaparecían como si se sumergieran en esa espectral luz.— ¿Qué rayos es eso? — preguntó Ferdidnand tapándose los oídos para aminorar el impacto de aquellos gritos que le desgarraban por dentro los sentidos.— Son almas prisioneras.— ¿Que las retiene?— No lo sé.En eso estaban cuando un grito mucho más cercano y familiar sonó desde atrás. Aquel alarido los hizo salir de trance y al volver la vista vieron al último hombre (el más rezagado) caer al suelo fulminado por algo que le había robado el aliento. Ferdinand fue quien corrió a verlo y no tardó más de cinco segundos en comprender que estaba muerto. Lo extraño es que no estaba herido ni se desangraba, el único indicio de su muerte era la expresión de miedo y los ojos desorbitados que con los que había caido.— Lo mataron — dijo Fer alzando la vista con furia.— Hay alguien aquí — agregó Niviaa la par que levantaba su bastón y rezaba algo en silencio.Entonces, vastas y azuladas llamas brotaron del extremo superior de su bastón y este se convirtió en una poderosa antorcha brillante que alumbró a más de veinte metros a la redonda, pero aun así, fue insuficiente para alcanzar la bóveda superior. El mago movió la antorcha de un lado a otro y solo descubrió rocas y desolación.— Detente — gritó Lance al tiempo que le indicaba a Nivia a donde apuntar su antorcha.La luz reveló entonces, cerca del acantilado lateral, a una especie de formación de niebla que en seguida llamó su atención por su extraño comportamiento, estaba suspendida como una nube a unos cinco metros del suelo y tenía aristas luminosas que formaban una figura borrosa. Fue tarde cuando Lance pudo distinguir que aquella silueta espectral tenia ojos furiosos y tras un parpadeo, se lanzó al frente mostrando su cuerpo de serpiente que brotó del acantilado.— ¡Atrás todos!Gritó Lance pero fue demasiado tarde, pues aquella forma nebulosa se lanzó violentamente hacia ellos como lo haría una cobra y poco pudieron hacer ante la velocidad con la que se movió. Athan estaba a punto de ser alcanzado por aquellas fauces nebulosas pero el griego pensó rápido y dio un salto hacia atrás, insuficiente para escapar de la criatura pero suficientemente alto como permitir a Nivia arrojarle un tifón de aire que lo hizo rodar y caer lejos de la trayectoria de la criatura. Sin embargo no todos tuvieron la misma suerte.La bestia etérea se lanzó tras una segunda presa y alcanzó a uno de los soldados que se había quedado paralizado por el miedo. Al alcanzarlo con aquellas mandíbulas colosales de serpiente, le mordió no la carne, ni los huesos, sino el alma misma, separándola del cuerpo como si le arrancara la piel a una serpiente. El grito del hombre fue desgarrador pero se apagó rápidamente, cuando la luz de su alma fue apresada y arrancada por las fauces de la bestia fantasmal. El pobre hombre, ya convertido en niebla espectral, lloró y se retorció intentando escapar pero nada pudo hacer y fue rápidamente arrastrado hacia la oscuridad del abismo. Entonces su cuerpo sin vida cayó al suelo de forma cruel y el pánico se apoderó de los sobrevivientes como un cáncer que se esparce a la velocidad del miedo.— ¿Que es esa maldita cosa? — susurró Ferdinand aferrándose a su espada y reagrupando a los hombres que le quedaban.— Parece un fantasma, el fantasma de una serpiente — le respondió Nivia. — No, eso no es una serpiente — agregó Lance —. Es algo más grande.Y Ferdinand:— Pues es demasiado veloz y demasiado grande, vámonos de aquí.— Esa cosa no nos va a dejar salir.— ¿Y entonces que sugieres muchacho?Ante aquella pregunta, Lance meditó por un segundo y luego posó sus ojos en las grietas del fondo, de donde seguían llegando aquellos lamentos que poco les permitían pensar.— Tenemos que llegar al final, tenemos que cruzar ese río.En eso estaban cuando Nivia alzó su mano y apuntó con ella hacia la oscuridad, advirtiendo un nuevo ataque de la bestia. Con esa acción les indicó a todos hacia donde debían moverse y de este modo, cuando por fin apareció la criatura ya todos estaban preparados y a una distancia segura. La bestia asomó sus enormes y humeantes dientes frontales a la zona iluminada y al darse cuenta que la estaban esperando, retrocedió sabiendo que su momento de cazar cachorros se había terminado y ahora se enfrentaba a enemigos que pensaban defenderse.El mago había puesto a todos, de momento, lejos de las fauces del animal, pero sabía que el correr no sería suficiente para sobrevivir así que rápidamente pensó en una distracción. Con el humo de la antorcha, creó cinco siluetas que tomaron rápidamente formas humanas y les agregó algunos detalles como gestos y sugerencias de ropajes pomposos. Esperaba engañar a la bestia y atacarla cuando esta cayera en la trampa, pero eso no sucedió. Hasta ellos llegó el sonido, mezclado con los espantosos gritos que no cesaban, de alas gigantescas al batirse. Entonces todos cayeron en una especie de estupor en que se quedaron paralizados mirando a la oscuridad del cielo de la cámara.Los soldados estaban aterrados y en sus rostros se podía leer que algunos de ellos estaban a punto de salir corriendo para escapar, pero no lo hicieron pues aún les quedaba un resquicio de valor en sus corazones. Entonces la bestia atacó de nuevo ignorando completamente a las ilusiones creadas por el druida. La criatura se lanzó en picada desde la bóveda superior y descendió sobre un soldado que cometió el error de retroceder un poco más que sus compañeros. Apenas pudieron distinguir algunos detalles en la piel de humo de aquel colosal animal, pues bajó a una velocidad incluso superior la de antes y arrancó el alma apretándola entre sus dientes y regresando en tan solo un segundo, a la oscuridad de la que había salido.Esta vez Athan logró disparar una flecha certera que no hizo ningún daño a la criatura, sino que la atravesó cual si fuera de humo. Los gritos histéricos de las almas atormentadas parecieron excitarse y lanzaron con más volumen su cantico frenético e invasivo. El cuerpo del soldado cayó al suelo ya sin vida y entonces Ferdianand explotó en ira, frustración y un poco de desesperanza, todo mezclado.— Es un maldito fantasma, nuestras armas no pueden herirlo. Ante aquella afirmación, uno de los soldados explotó en pánico y secándose las lágrimas negó con la cabeza a la par que decía así.— Lo siento mi señor, hemos peleado por usted muchas batallas pero jamás contra esto.Luego de decir aquellas palabras el hombre rompió a correr y otros dos se fueron con él. El mismo Ferdinand se vio tentado a huir pero Lance, tomándolo del brazo y gritándole de este modo lo detuvo.— Es inútil tratar de escapar, no podemos salir con esa bestia acechando, Ferdinand, ayúdeme a cruzar ese río, solo por eso estamos todos aquí. Eso es por lo que hemos venido.El caballero tomó mucho aire y aclaró sus pensamientos para luego asentir con la cabeza a la par que decía.— Te ayudaré.Lance lo había logrado calmar con el toque de su mano y era la segunda vez que el muchacho le provocaba aquel sentimiento.Antes de que los siete hombres que quedaban en la cámara se pusieran en marcha hacia el profundo río de magma, algo los hizo paralizarse y levantar sus cabezas de nuevo en completa sincronía. Fue el sonido de las gigantescas alas batiéndose y provocando la ilusión de remolinos por toda la galería como si una gigantesca ave hubiera emprendido el vuelo hacia la entrada. Todos sabían que era una ilusión pues ninguno sintió corrientes de aire y entonces comenzaron a intuir que se encontraban justo en un punto donde dos mundos se tocan y se mezclan de forma irracional. Como una ventana por la que puedes ver y casi tocar a las criaturas que viven del otro lado del manto, del lado del inframundo.Cuando Nivia levantó la antorcha, solo alcanzaron a ver la cola envuelta en niebla que atravesaba el cielo sobre sus cabezas y que se alejaba con rumbo del puente de acceso a la cámara de las estalactitas. La respiración regresó a ellos entonces cuando comprendieron que la criatura se estaba alejando.— Va por mis soldados — fue el mismo Fer quien habló, llegando la misma conclusión que los demás.— Eso nos dará un poco de tiempo, en marcha — ordenó Nivia y todos obedecieron, aunque Fer se lamentó por un segundo ya que intuía, sus soldados no habrían de sobrevivir en su intento de escape.Athan llegó primero a la orilla del cañón y analizó las posibilidades que tenían de brincarlo, eran quizás unos quince metros hasta el otro extremo y el viento que brotaba vertical desde lo profundo del foso era caliente a grados insanos. Sabiendo que no existía un ser humano capaz de librar esa distancia de un salto, el griego miró al mago y apeló con ese gesto al uso de la magia. Nivia entendió el mensaje y aunque al principio se mostró renuente, él sabía que ya había utilizado un par de hechizos antes y que los españoles seguramente ya lo habían notado. Entonces cuidar el secreto de la magia ya no era prioridad y sí lo era el sobrevivir. Por ello el mago aceptó y su primera acción fue enfriar el viento que brotaba del foso, para lo cual rezó en silencio algunas oraciones.Athan, mientras tanto, ató la cuerda a una flecha y tensó su arco con todas sus fuerzas, luego la disparó y clavó justo en la orilla opuesta del rio. Entonces su idea comenzó a tomar forma. Lamentablemente la tierra no era fuerte y al tensar la cuerda, la flecha se desprendió y aquel primer plan fracasó.— Ferdianand — habló Nivia —. Enfunde su espada y dele uno de los extremos a Athan.El español obedeció sin saber por qué, pero enseguida comprendió que estaban construyendo, entre los dos, una catapulta humana con sus brazos y su espada larga. Luego de eso, entre Nivia y los soldados ayudaron a Lance a subirse a la espada para dejarlo como un equilibrista parado sobre la vaina.— No lo vas a lograr — dijo Ferdinand —. Deja que alguien con dos brazos lo haga. Lance lo miró con suma seriedad y negado con la cabeza le respondió desde lo alto.— Tengo que ser yo quien vaya y lo lograré si me lanzan con todas sus fuerzas. Ensayemos una vez.— Comiencen subiendo y bajando la espada para que sientan el peso del muchacho — intervino Nivia —. Luego contaré hasta tres para que lo lancen.El español entonces obedeció aunque no muy convencido de la maniobra. Fer y Athan alzaron y bajaron la vaina y Lance mantuvo perfectamente el equilibrio sobre ella. Aquello parecía el ensayo de un acto circense nunca antes intentado. Lo bueno es que el muchacho en verdad era ligero, medía menos del uno setenta y pesaba casi los sesenta y cinco kilos. Eso gracias a que le faltaba un brazo.El mago se disponía a comenzar el conteo pero no pudo pues un grito proveniente del túnel les hizo saber que alguien había muerto, posiblemente uno de los soldados en huida.— Que Dios se apiade de sus almas — susurró Fer y entonces el mago contó.— Tres, dos, uno...El aquero era poderoso, tantos años de entrenamiento con el arco le habían dado hombros y brazos fuertes, pero el español era aún más. Con las fuerzas conjuntas, el joven Lance salió catapultado en vertical y alcanzó una altura de por lo menos diez metros, luego cayó en picada y sus piernas (principalmente la de carne) aterrizó de nuevo en la vaina y los brazos de sus amigos mataron el impacto de la caída con sus fuerzas.Ferdinand se quedó absorto mirando aquel acto e imaginando la agilidad, la fortaleza y el buen equilibrio del aquel joven flacucho a quien en un principio pensó inofensivo. — Hagámoslo hacia el otro lado del río — Intervino de nuevo Nivia al ver que el español se quedaba paralizado ante tantas cosas sobrenaturales que estaba viendo —. Intenten lanzarlo pero esta vez más fuerte.— No llegará — respondió por fin Fer saliendo de su trance.— Llegará. Yo lo impulsaré.Un segundo grito se escuchó desde la entrada y este fue más desgarrador que el anterior. No eran gritos distintos a los que salían de las grietas, pero el hecho de saber que fueron emitidos por personas que, hasta hace unos minutos habían caminado junto a ellos, los hacía más aterradores y angustiantes.— De prisa queda poco tiempo — apuró el mago y entonces Athan y Ferdiand asintieron con fuerza y convicción. Tomaron aire y reunieron fuerzas y a la cuenta de tres, lanzaron al joven hacia el abismo.El vuelo de Lance fue limpio y rápidamente pasó por encima del foso pero se dio cuenta que no llegaría a la otra orilla. Nivia también lo supo y sin preocuparse por los testigos, el mago lanzó otro tifón de aire que le dio a Lance el impulso necesario para caer del otro lado.— ¿Quiénes son ustedes? — preguntó el español al contemplar la magia por primera vez en su vida —. Acaso son humanos.— Se lo dije caballero Ferdinand — le respondió Nivia —. Es tiempo de que se replantee todos sus preceptos y creencias de vida. Lance aterrizó rodando del otro lado del río de magma, y casi sin detenerse, corrió al muro del cual brotaba la luz y los lamentos. Enseguida notó que aquellas enormes grietas en la pared llevaban una dirección específica y parecían nacer todas de un mismo punto. Entonces siguió la dirección de dichas fallas y en su camino pudo ver más de cerca a los muertos que sacaban sus brazos e intentaban tocarlo clamando por ayuda. Eran espantosos rostros mortificados y fantasmales que alguna vez habían sido seres vivos, imposible saber sus nombres e imposible saber el modo en el que habían vivido. La verdad es que Lance tuvo que ignorarlos pues sus gritos lo estaban conduciendo a la locura.Por fin llegó hasta lo que parecía ser un pozo, o más bien una gigantesca charca resplandeciente y turbulenta de la cual emergían las fallas, como si nacieran de lo profundo.— El manto esta rasgado — susurró Lance confirmando lo que ya intuía; que la tierra de los muertos y la de los vivos convergían y se tocaban en aquel lugar.Luego de su reflexión, Lance echó un vistazo a las aguas verdosas y turbulentas y pensó en lanzarse para alcanzar el fondo, pero la duda lo hizo detenerse y buscar la manera de descender por el muro de rocas para inspeccionar las aguas un poco más de cerca. Por fin encontró una pequeña plataforma pétrea a la altura de la superficie y con un poco de torpeza, debido a su discapacidad, bajó por la pared hasta ella.Primero metió la mano, pero aquella charca era profunda, mucho más que su brazo. Entonces metió la cabeza y en ese momento fue testigo de los verdaderos horrores de la cámara de las almas torturadas. Flotando en aquel lago profundo, había figuras humanas fantasmales destrozadas y mortificadas que se retorcían como si estuvieran siendo quemados por llamas invisibles. Todos con rostros deformes por el miedo y por la angustia y convirtiéndose lentamente en esqueletos espectrales que con su movimiento, iban dejando trozos de sí mismos regados por ahí; trozos que luego se disolvían en aquellas aguas tan oscuras. Aterrado, el joven sacó la cabeza y tomó aire para pensar mejor, abajo había una luz azulosa cuyo origen no logró ver por culpa de tantos fantasmas flotando y entonces una duda surgió en su mente.El joven volvió a meter la cabeza y tomando valor se sumergió completamente en aquellas aguas infernales para encontrarse nadando rápidamente entre cuerpos animados que enseguida intentaron asirlo y algunos lo lograron. El muchacho se liberó de uno de ellos, pero más de cinco lo apresaron y se aferraron a él con tanta fuerza, que el muchacho acabó cediendo ante la presión y sin más recursos, se dejó arrastrar a lo profundo.En ese lugar estaba el origen de las fallas y evidentemente lo que estaba abriendo un vórtice entre los dos mundos. Era una espada, una espada brillante clavada en el fondo del lago.«El manto esta rasgado» Volvió a escuchar el joven su propia voz. Entonces luchó con todas las fuerzas que le quedaban y pateó y manoteó para librarse de aquellas horribles criaturas cuyos rostros parecían cadáveres antiguos y esqueléticos que todo lo que hacían era gritar e intentar aferrarse a algo, quizás para ayudarse escapar de su tormento. Una vez que Lance fue libre de las almas atormentadas, nadó a lo profundo y logró tomar aquella espada para sacarla con su mano izquierda. Entonces, empleando las últimas fuerzas que le quedaban la blandió y con el filo logró cortar la piel de un fantasma que luchaba por aferrarse de nuevo a su pierna. El chillido de aquel fantasma fue como un alarido a quemarropa que lastimó severamente los oídos del muchacho y lo hizo retorcerse también de dolor. Pero luego de unos segundos notó que los espíritus escapaban de él y le dejaban el camino libre hacia la superficie.Lamentablemente su reserva de aire se había agotado y le sobrevino una terrible desesperación y una agonía acompañada por la sensación de que sus pulmones estaban a punto de explotar. Hubiera muerto en aquella charca y su espíritu se hubiera sumando a los muchos que estaban ahí prisioneros, de no ser porque alguien se introdujo al agua para salvarlo. Otro cuerpo físico entró en las aguas y nadó desesperadamente hasta Lance, logrando alcanzar su brazo. Entonces lo arrastró a la superficie y le ayudó a sacar la cara para respirar. Lance fue arrastrado fuera de las aguas y cuando alzó los ojos, pudo ver a su amiga, y enemiga a la vez, Haydee, quien lo había seguido hasta el interior de la cámara y había llegado a lo profundo sin que nadie pudiera detectarla. Pero la chica esta vez lucía diferente, sus ojos ya no eran cafés sino azules, un azul ultramar que a Lance le recordó inmensamente a Mislav. Aquel color era el mismo que dominaba las pupilas de su maestro y por un momento creyó estar viendolo a los ojos. El cabello de Haydee también había cambiado y ahora era de un rojo del que se desprendían pedazos enteros, como si fuera un animal de esos que mudan su pelaje en ciertas épocas del año, de igual modo, el cabello de la guerrera era una maraña de cabellos negros muertos y cabellos rojos nacientes y cortos.— Haydee — le susurró el joven y ella respondió con silencio absoluto. Lo miró a los ojos y con un movimiento veloz le arrebató la espada que hasta ese momento seguía en la mano izquierda de Lance.El demonio levantó el arma con las dos manos y apuntó el filo directo al corazón de Lance, mientras pronunciaba únicamente estas palabras.— La tregua se terminó.— ¿Porque no me dejaste en el pozo?La respuesta de la guerrera en verdad sorprendió al joven y lo hizo de algún modo renacer de entre su agonía.— No puedo salir de aquí, nadie podrá a menos que mates al carcelero.Dicho esto, la joven le dio una voltereta a la majestuosa espada y colocó la empuñadura frente a Lance. El muchacho observó cuidadosamente la hermosa hoja y una corriente cálida invadió sus miembros cuando la tuvo de nuevo entre sus manos. Era lisa, casi inmaculada, con un tallado ligero que atravesaba longitudinalmente la hoja y se componía de una serie de símbolos inteligibles.— ¿Me vas a ayudar?— No lo hago por ti. Sino por que mi maestro me lo ordenó.
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El Imperio sagrado III: Los malditos
FantasíaTERCER LIBRO (ULTIMO DE TRES) Antes de llegar al final del primer milenio después de Cristo, existió un imperio surgido del esplendor del oscurantismo que se proclamó defensor del cristianismo y en nombre Dios cometió todo tipo de atrocidades en co...