Antes de abrir los ojos, la chica ya sabía que se encontraba en un barco y que viajaba en calidad de prisionera. Lo primero lo supo por el movimiento típico del barco sobre las olas y lo segundo porque sintió los grilletes en sus manos y pies. La pregunta entonces era: ¿Hacia qué destino navegaba y de quien era prisionera?
Lo peor es que no recordaba cómo es que llegó hasta ese lugar y la angustia de despertarse sin memorias volvió a aparecer en su mente, aunque esta vez un poco diferente. Esta vez sí sabía su nombre, recordaba su infancia y recordaba incluso su misión en tierras papales, lo único que no podía recordar es lo que sucedió después de que el ejército de Spoileto la llevara a Roma ante la corte de la santa Vehme. Todo ese episodio era un oscuro vacío y ni siquiera podía imaginar cuántos días habían transcurrido. Lo único que sabía con certeza es que se encontraba en la bodega de un barco y que el olor en ese lugar no era agradable. Aunado a las condiciones incomodas de su confinamiento, a la mujer le dolían todos los músculos del cuerpo y sufría de mareaos y de debilidad.
Intentó ponerse en pie pero no pudo, pues las cadenas eran muy gruesas y las fuerzas no le alcanzaron. En una reacción extraña, se revisó extremidades y pecho y notó que todo su cuerpo estaba sano e íntegro y ello la llenó de alegría, pues las leyendas que se contaban acerca de la corte vehmica narraban siempre como es que los jueces disfrutaban desmembrando a sus enemigos.
Pero había algo mucho más extraño en aquella situación y no era el hecho de estar sana, aseada y vestida (con ropas de sirvienta por cierto) sino el silencio abrumador que reinaba en su cabeza cada vez que silenciaba sus pensamientos. Era una sensación nueva para ella llamada soledad.
— ¿Pero que me hicieron? — susurró en voz muy baja al notar lo extraño que le resultaba el vacío en su interior, pero de momento no le dio importancia, sino que dedicó unos minutos a analizar su entorno para encontrar alguna manera de escapar. No había mirillas en las paredes así que no podía ver al exterior y la única entrada era una puerta de hierro cerrada por fuera, seguramente con un candado del mismo material.
Sin pensarlo más tiempo, invocó al agatodemon de su interior para ayudarla, pero éste nunca acudió. El demonio simbionte ya no estaba y por más que trató de sentir su presencia y pedir sus favores no lo logró. Entonces un miedo irracional le invadió cuando comprendió que le habían extirpado a su demonio y no porque fuera a extrañar los dones oscuros que Némesis le brindaba, sino porque al perder dichos dones, también dejaba de ser una cazadora de almas; la elite de guerreros de Nimrood que tenían la sagrada misión de ayudarlo con la purificación del mundo. ¿Cómo la vería ahora su padre adoptivo si era una simple mortal? ¿La recibiría como antes o la rechazaría por haber perdido el regalo que con tanto sacrificio le entregó al nacer?
La incertidumbre era insoportable y finalmente tomó la decisión de no hacer conjeturas y emplear el tiempo en encontrar una manera de escapar. Sin embargo eso no fue necesario ya que la puerta emitió sonidos metálicos y finalmente se abrió lentamente. Del otro lado apareció el rostro conocido de Lance, con su corta estatura que apenas rebasaba la de ella y su pálida piel que lo hacía parecer siempre un enfermo anémico.
— Por fin has despertado — dijo el muchacho al tiempo que ingresaba a la bodega cargando un odre evidentemente lleno de agua —. Pensé que nunca despertarías.
Ella no respondió, solo lo miró con ojos desconfiados y acusadores. Ante aquel incomodo silencio el joven volvió a tomar la palabra.
— Me da gusto que estés bien. No creímos que lo lograrías, la corte de la santa Vehme te dejó en muy malas condiciones.
La chica no habló, al parecer estaba imaginando varias situaciones posibles que la hubieran llevado hasta aquel barco y no quería hacerse ideas erróneas. Por ello dejó que fuera Lance quien hablara.

ESTÁS LEYENDO
El Imperio sagrado III: Los malditos
FantasyTERCER LIBRO (ULTIMO DE TRES) Antes de llegar al final del primer milenio después de Cristo, existió un imperio surgido del esplendor del oscurantismo que se proclamó defensor del cristianismo y en nombre Dios cometió todo tipo de atrocidades en co...