Las visiones de futuras guerras y las extrañas psicofonías de origen desconocido, no eran la única cosa sobrenatural que había llegado a Haydee junto con la rama dorada. También habían llegado sentidos nuevos, como la visión de las auras, la visión del dolor y también un entendimiento superior de las leyes naturales que la hacían sentir como si acabara de abrir sus ojos luego de haber permanecido dormida durante toda su vida.
Y es que todo el mundo a su alrededor se revelaba tal cual es y cobraba un nuevo significado mucho más perturbador y más hermoso a la vez. El caos se convertía, ante los nuevos ojos de Haydee, en una fuerza renovadora y la estupidez de la humanidad quedaba expuesta a tal grado que le provocaba dolor y una gran tristeza que le llevaba en ocasiones a las lágrimas. Era un dolor extremo e inexplicable que jamás sintió en el pasado.
Ciertamente, la condición de súper humano no era algo nuevo para ella, sin embargo, esta nueva visión del mundo, junto con la amplificada sensibilidad hacia el dolor, era algo demasiado poderoso que la había sumido velozmente en una profunda depresión y en una eterna tristeza que le hizo aislarse de sus hermanos y hasta de su mentor. Los siguientes dos días Haydee se encerró dentro de su torre e intentó varias veces extraer la rama dorada de su corazón pero no pudo.
«Intenta ver con los ojos de tu alma, no con los de tu cuerpo» Le había dicho su maestro, pero para ella era imposible atravesar su carne sin cortarla para sacar de su corazón un objeto alojado en él. «Tomate tu tiempo» Concluyó Nimrood luego de varios intentos y ella lloró de rabia y frustración, pues no quería llevar aquel estigma que le mostraba tantas imágenes y tantas verdades que no estaba preparada para recibir.
— ¿Cómo es posible que llevaras esto durante tanto tiempo sin enloquecer? — susurró Haydee sentada en el suelo de la esquina de su habitación.
Entonces una voz brotó de la profunda oscuridad y le dijo así.
— Mirar al mundo con los ojos de un ángel no es fácil, nunca lo fue. Es un estigma muy difícil de cargar y una losa de conocimientos demasiado pesada, sobre todo para alguien acostumbrado a vivir en la ignorancia.
— No lo quiero, sácalo de mi corazón.
— No puedo.
— Tú lo metiste ahí.
Haydee por fin sacó la cabeza de entre sus piernas y alzó la vista para descubrir que estaba sola. Un poco de luz comenzaba a filtrarse por un tragaluz pero aun no lograba levantar la cortina de oscuridad frente a ella. De aquella oscuridad volvió a surgir aquella etérea voz.
— No te pido que lo lleves durante dieciocho años como lo hice yo, solo consérvalo unos días más y te aseguro que comprenderás el motivo por el cual qué te lo di.
Haydee endureció el rostro y resopló como lo haría un toro enojado, sus ojos tenían la pupilas tan dilatadas que apenas lograba notarse el color azul de su iris.
— Fui una tonta al pensar que me dejarías el camino fácil — volvió a hablar la guerrera —. Por qué no simplemente te comportas como un muerto normal y te largas a...a donde sea que vayan los muertos.
— Tú fuiste la que me llamo.
— ¡Lárgate!
En aquellos momentos, la pesada puerta de madera sonó y sacó a la guerrera de su trance y de su conversación interior.
— ¡Hermana! — Se escuchó la voz de Novael desde el otro lado de la puerta —. ¿Estás bien? Estoy preocupado por ti.
Haydee tardó un buen rato en responder, le costaba creer que su hermano menor en realidad estuviera preguntando eso. Después de todo, él fue el encargado de masacrar a la gente del pueblo de Pozuoli y había sido también quien la entregó como cordero de sacrificios a sus enemigos.
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El Imperio sagrado III: Los malditos
FantasyTERCER LIBRO (ULTIMO DE TRES) Antes de llegar al final del primer milenio después de Cristo, existió un imperio surgido del esplendor del oscurantismo que se proclamó defensor del cristianismo y en nombre Dios cometió todo tipo de atrocidades en co...