⚡️ Prólogo ⚡️

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NEW YORK, Las Américas. 2040 d. C.

—¡Agente herido! ¡Agente herido! ¡Pido apoyo en Los Sótanos de New York! Repito ¡Apoyo en Los Sótanos de New York!

Me escondo entre las sombras y presiono el botón lateral del casco para que mi traje verde neón se desactive. Quito la mano ensangrentada de la herida. Dos proyectiles me han perforado el estómago. He visto muchas heridas en mis compañeros y civiles durante los años que tengo en el FBI, pero verlas en mi cuerpo me causa nauseas. Apoyo la cabeza en la pared del callejón oscuro en el que estoy escondido y cierro los ojos. Por un breve instante la cara de Tarah, mi hermana menor, me pasa por la mente. No la que tiene ahora a sus dieciséis años, sino la que tenía de niña cuando era regordeta.

No. Vamos Colin, tú puedes. Debes salir de esta. Tienes que comprarle su pastel de cumpleaños. Se lo prometiste.

El sonido de un dron en el aire me pone en alerta. Levanto la mirada, aguanto la respiración. Cuando el dispositivo está cerca emite un pitido y un haz de luz roja escanea el espacio. Cuando me alcanza, activa automáticamente mi traje. Las líneas verde neón se encienden en un circuito de franjas brillantes que recorren mi cuerpo. Me pone al descubierto. Los disparos no se hacen esperar. Corro lo más rápido que puedo, pero el hincón de la herida me quita fuerzas, me borra la visión. Al otro lado, tres de mis atacantes me cierran el paso. Me detengo. Uno de ellos, el del traje rojo neón, se acerca mientras los otros me apuntan.

—Sabía que eras un agente encubierto —dice con rabia.

—Están perdidos. Ya están llegando refuerzos. Todo esto se termina ahora.

Él se mofa. No puedo verle la cara porque tiene su casco puesto.

En un movimiento rápido me embiste, le esquivo el ataque, sin embargo, no soy tan rápido. Me da un puñetazo en la cara. Pierdo pie y caigo de espaldas.

—La gente de arriba no tiene idea de lo que pasa en Los Sótanos. Es un laberinto en el que nadie ha llegado por su cuenta. Tú y tu amigo están aquí porque durante un año se ganaron nuestra confianza —me escupe.

—¿Dónde está Rafael? —pregunto.

—Lo están buscando o seguro ya está muerto.

Me miro la herida. La sangre sigue saliendo.

—Lo que hacen es peligroso. El Turbo Neón es ilegal. En grandes cantidades puede ser una bomba letal que pone en riesgo la ciudad.

—Crees que es peligroso porque no estás acostumbrado a la verdadera adrenalina, a ser campeón. Esa es...

Mientras él está hablando, aprovecho su descuido para autorizar la autodestrucción de mi celular por medio de biométrico, pero uno de sus acompañantes se percata de mi movimiento, me da una patada en mi herida y me lo arrebata.

El número de Tarah. ¡No!

Uno de los números que he marcado antes es el de mi hermana. Aunque no está registrado, está como llamada saliente.

El líder se vuelve hacia mí. A lo lejos se escucha la cuenta regresiva de la siguiente carrera.

—Esta es la última jugada que haces —dice entre dientes.

Me apunta a la cabeza y aprieta el gatillo.

Me apunta a la cabeza y aprieta el gatillo

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El traidor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora