La moto de Elthon sale disparada dejando un haz de luz azul que se difumina en el aire, yo voy detrás. Ahora, me mostrará el camino más óptimo para llegar a la meta. Tal vez, vaya hacer trampa, pero estoy segura que esta gente no tiene por qué tener mi lealtad ni mi respeto, al contrario, debo ser más lista.
Voy creando un mapa mental hasta que sé con exactitud cuál es el camino. Los obstáculos, las curvas, las pendientes. Me muevo hacia un lado al mismo tiempo que cae un disparo en donde estuve. Levanto la mirada, tres drones vuelvan encima de mi cabeza. Se abren paso dejando una estela dorada, hacen un arco en el aire y disparan. Acelero y esquivo los proyectiles, me muevo en zigzag. Me siguen de cerca, trato de perderlos. Pasamos por un túnel y los drones se alejan, luego cuando salgo, los disparos otra vez me llueven. Me siguen por varios tramos del circuito, parecen aves furiosas atacándome.
Elthon ya está lejos, así que me concentro. Es solo una prueba. Debo superarlo porque sino todo será en vano. Presiono el acelerador y mi moto me lleva a una velocidad increíble. En cuestión de segundos le doy el alcance a Elthon. Él me habla por el intercomunicador que tenemos.
—Ya vamos por la mitad —dice.
—Entendido —contesto.
—En este tramo debes hacer un truco —comenta—. Hay tres pendientes seguidas, la primera es la más alta y la tercera es la más pequeña. Si corres las tres, sigues conservando esos dos segundos de tiempo extra, sin embargo, si haces este truco puedes ganar dos segundos más. Debes acelerar a fondo para subir la primera pendiente, luego bajar sin soltar el acelerador, así que, cuando subes la segunda debes usarla como un trampolín para saltar hasta la tercera pendiente sin necesidad de bajar. ¿Entendido?
Hago un recorrido mental de todo lo que me ha dicho.
—Está bien.
—Observa y aprende —dice él.
Veo las tres pendiente frente a nosotros.
—¡Ahora! —grita Elthon.
Veo que su motor brilla de azul neón y su moto se aleja a toda velocidad. Yo hago lo mismo. La adrenalina está a mil, el miedo se apodera de mi cuerpo por un segundo. Si fallara como en la primera carrera, esta caída si me mataría. Elthon sube la pendiente y yo lo sigo de cerca, luego baja sin perder velocidad, yo le piso los talones. Cuando sube la segunda pendiente, estando en el punto más alto, brinca por los aires hacia la tercera pendiente. Veo como las llantas de su motocicleta giran ferozmente en el aire, luego en una caída impecable, su moto aterriza en la tercera pendiente y sigue su camino.
Salgo de mi asombro porque ya es mi turno.
Tú puedes, Tarah. Mi voz interior me da ánimos a seguir, luego esa voz es la de Colin. Me llena de ira por lo que le hicieron, mi respiración se agita, puedo oír el ritmo pulsante de mi corazón, el sudor resbalando por mi frente. Le doy con todo al acelerador hasta que llego a la cima, luego mi motocicleta vuela por los aires. El viento me azota, me invade una repentina ola de vértigo que nunca antes he sentido, tal vez es por la sensación de muerte que tengo en estos circuitos, con estas personas, pero yo estoy con Elthon.
Me concentro, fijo un punto en donde aterrizar, en donde caer. Agarro con fuerza el timón, apoyo las botas en el posa pies y levanto un poco mi cuerpo. No puedes fallar, Tarah. Un pestañeo y estás muerta. Mi caída es buena, pero la fuerza me hace tambalear. Me duelen los dedos por la presión en el timón y logro tomar el control otra vez, sigo de largo persiguiendo a Elthon.
El ruido del intercomunicador en mi oreja me da una ola de alivio.
—Muy bien —dice. Puedo notar una ligera alegría en su voz—. Ese es el único atajo que hemos logrado encontrar en este circuito. Debes usarlo en el campeonato. Eso te dará cuatro segundos en total para llegues primera.
—Dalo por hecho —contesto.
Luego de varios minutos más, llegamos a la meta.
Los drones ascienden otra vez y se quedan estáticos como estrellas en el firmamento.
—¿Lo tienes? —me pregunta.
—Sí. Soy buena recordando las cosas.
Él levanta las cejas y sonríe.
—Bueno, entonces, ahora es tu turno. Trata de llegar primero, mientras yo intento sacarte de la carrera.
Volvemos al punto inicial y salimos otra vez. Esta vez soy yo quien va delante. Los drones otra vez nos atacan. Recorro el camino esquivando los obstáculos, los proyectiles. Miro hacia adelante, una pendiente hacia arriba se acerca. Me acomodo al asiento, piso con fuerza y presiono el acelerador. Mi moto se ilumina de amarillo neón y el haz de luz que dejo le cae a Elthon, sin embargo, lejos de ser un obstáculo para él se abre paso por las paredes. Su moto brinca del suelo a la pared lateral sin perder el ritmo ni avance. Frunzo el ceño. ¡Que hábil!
Sigo la ruta que he marcado mentalmente, los drones me empiezan a atacar, los esquivo, sigo de frente hasta que, después de varios minutos, llego hasta las tres curvas. Hago todo exactamente como me lo mostró Elthon y lo logro, sin embargo, no cuento con los ataques de Elthon. Su moto alcanza a la mía y me golpea el timón. Pierdo el control, la moto cae de costado y yo resbalo. Caigo por la pista de acero, me golpeo los codos, las rodillas, me cubro la cabeza. Todo da vueltas, voy dando pequeños saltos como un balón hasta que siento el vacío. Al abrir los ojos, un mar de alambres de púas me espera abajo. Suelto un grito ahogado, quiero agarrarme de la estructura metálica, pero no alcanzo. Voy a morir.
En ese instante, alguien me agarra desde arriba y me quedo suspendida en el aire. Al levantar la mirada, Elthon me sostiene. Los drones parecen desactivarse porque ascienden como cuando llegamos a la meta. Él se quita el casco y me mira.
—No te distraigas. Un pequeño descuido, y te sumas a la pila de muertos a favor de El Diablo —lo miro asustada. Me levanta y me pone a buen recaudo. Me abraza de la cintura y me mira. Estamos muy cerca, luego nos separamos—. Vamos a intentarlo de nuevo.
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El traidor ✔️
Ciencia Ficción[Primer libro de la bilogía "El traidor"] Mataron a su hermano, ahora buscará venganza. ••• Las Américas, lo que antes era Estados Unidos, se ha convertido en la potencia mundial después de someter a varios países y proclamarlos como suyos. Tarah, c...