⚡️Sola ⚡️

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Son las nueve de la noche y Colin aún no llega. Los gorritos de cumpleaños y los cuatro globos que compré siguen en la mesa. Estoy en el mueble viendo la televisión. En las noticias, el presentador, un hombre alto, rubio y de ojos azules, está hablando sobre las primeras etapas del desarrollo de los nuevos aviones VF86 de Las Fuerzas Aéreas de las Américas, los cuales son cuatro veces más veloces que los aviones que usaron en la guerra cuando conquistaron México y Canadá. Ahora, casi toda américa del norte le pertenece a Las Américas, lo que nos ha permitido ser una potencia mundial y el primer país con mayor territorio y poderío militar.

"En otras noticias, este once de septiembre se realizará el reclutamiento de los jóvenes que ya cumplieron dieciocho años para que formen parte de las fuerzas del orden. El gobierno de Las Américas te recuerda que, al presentarte de forma voluntaria podrás acceder a un salario mensual para tu familia, caso contrario, estarás incumpliendo el Artículo 66, inciso 6 de La Nueva Constitución de Las Américas. Jóvenes, servir a nuestra patria es nuestra responsabilidad."

Hago una mueca de desagrado. Hoy cumplo quince. En unos tres años más, es probable que forme parte de Las Fuerzas Armadas a menos que vaya a una buena universidad y tenga un propósito de vida que ayude a mi país.

El presentador finaliza las noticias diciendo a viva voz los valores de nuestro país.

"Poder. Democracia. Justicia. Igualdad. ¡Viva Las Américas!"

La pantalla muestra a todo color la bandera flameante de Las Américas: azul (poder), rojo (democracia), violeta (justicia) y blanco (igualdad). De fondo se escucha el himno nacional.

El sonido de mi celular me hace quitar la mirada. Es el Director del FBI. Me informa que mi hermano ha sido asesinado en una de sus misiones. No logro escuchar más porque me parece que todo es un sueño. Las paredes se mueven, el techo se hace más pequeño a tal punto que parece que fueran a aplastarme.

—Señorita Tarah, ¿me está escuchando?

Vuelvo en sí.

—Sí Director. ¿Qué pasó con mi hermano?

—En estos momentos estamos enviando una patrulla para que la recoja y venga a la morgue del FBI. Necesitamos que reconozca el cuerpo, pero con ciertos protocolos de seguridad. Por favor, en una hora estarán en su casa.

Al colgar, me echo a llorar sola.

No logro entender cómo es posible que alguien como mi hermano haya muerto, cómo un corazón tan noble se haya apagado. Pasan los minutos y del mueble paso a la cama. Mis pasos son ambiguos, torpes, cansados. Estoy acostada con la mirada fija en la ventana que da hacia la calle. Las luces de los helicópteros que vigilan el cumplimiento del toque de queda iluminan mi habitación. Me llega un recuerdo repentino de Colin.

Éramos pequeños. Tal vez, yo tenía seis y él once. Estábamos en la cocina recolectando la basura de la casa a pedido de mi madre porque mi padre pronto llegaría a casa y no queríamos que se enojara porque eso significaba gritos, insultos y hasta golpes, así que, siempre intentábamos hacer todo bien. Mi hermano metió su mano en las bolsas negras y buscó entre la basura.

—¿Qué haces? —le pregunté.

Él no me respondió y sacó varias latas de atún que ya estaban usadas. Luego, se paró de puntitas y empezó a lavarlas con jabón en el lavadero.

—¿Estás lavando la basura? ¿Estás loco? ¿Por qué? —le dije mientras me acercaba a él.

—Por los perros y los gatos —respondió.

—¿Qué?

Colin me miró y me sonrió sin dejar de lavar las latas.

—Si dejamos las latas con residuos de atún, eso atraerá a los perros y gatos callejeros y cuando ellos intenten comer se cortarán la lengua. Lo he visto y es doloroso para ellos.

El traidor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora