⚡️ El veneno ⚡️

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Estamos esperando en silencio. Solo se escucha el sonido del motor, la respiración de Elthon. A lo lejos, solo se ven las sombras de algunos escombros como la rueda de la fortuna, pilas de llantas enormes y vehículos viejos.

—¿Has pensado dónde llevar al compañero de tu hermano después de rescatarlo?

La voz de Elthon me hace quitar la mirada de al frente.

—Pues... pues a mi departamento —comento.

Él frunce el ceño.

—Hay algo que no cuadra contigo —explica. Tiene una mano al volante y la otra le descansa en la ventana—. Tú eres una chica dura, que actúa en el momento con ferocidad, pero a veces, eres muy inocente. Es como si llevaras una coraza y dentro de ella a una niña.

Puedo sentir un ligero temblor en mis manos.

—No sé por qué lo dices —digo. Escondo todo lo que soy.

—Bueno, lo llevaremos a mi departamento, abajo. No podemos exponerlo así, más aún cuando ya te siguen los pasos para saber quién eres y qué buscas aquí.

Asiento en señal de afirmación. No confío del todo en Elthon, pero es lo que tengo aquí.

—¿Recuerdas en qué vagón viste al compañero de tu hermano? —me pregunta.

—En el doce.

—Listo —responde.

Kilómetros más allá, vemos las luces del tren. Va cruzando en medio de la oscuridad. Avanza a una velocidad moderada. Luego, luces más pequeñas se ponen en marcha. Son los mafiosos de Elthon. Tres luces neón verde, violeta y marrón, siguen de cerca el tren. Segundos más tardes, aparecen tres luces más: rosa, plata y anaranjada. La persecución empieza hasta que los seis puntos se ven lejanos. La escena se repite con el segundo grupo y, tal y como lo vaticinó Elthon, aparece otro grupo que cuida. La persecución es por el lado contrario del primero.

El intercomunicador de Elthon suena.

—Entendido —responde y cuelga.

Me mira.

—Sujétate —me pide.

Pisa a fondo el acelerador y el vehículo empieza su marcha. Mientras vamos acercándonos, distingo con más claridad el tren. Las ventanas ahora están cerradas y son polarizadas, su velocidad va en aumento con cada tramo que avanza, el sonido de los rieles con las vías se hace más notorio. Ahora que lo veo con atención, es un tren antiguo que ha sido modernizado.

Elthon sigue de frente hasta que se acerca al tren. Luego, acelera para ir subiendo hacia el vagón número doce. Una vez ahí, baja las lunas polarizadas y pone en modo automático el vehículo.

—Vamos —dice—. Tenemos que saltar.

Empieza a salir por la ventana del auto. Veo cada movimiento que hace, en dónde se sostiene, cómo es que trepa para imitarlo. La verdad es que Colin me ha enseñado cómo disparar un arma, lucha cuerpo a cuerpo y con arma blanca, pero saltar de un vehículo a otro en movimiento no. Quizás, saltar con una motocicleta, sí, pero sola, no.

Saco la mitad del cuerpo, el viento azota mis cabellos y me empuja con fuerza. Veo a Elthon ya subiendo en el techo del Jeep, así que me apuro. No puedo perder el tiempo. Me agarro con más fuerza y salgo. Voy subiendo poco a poco, pero el vestido me quita libertad para moverme. Elthon se da cuenta de ello y se acerca. Me da la mano y me ayuda a subir. Una vez arriba, él saca un dispositivo de su bolsillo y presiona un botón. El techo de su vehículo empieza a ascender poco a poco. Me agarro de donde sea porque mientras más subimos el viento golpea con más fuerza.

El traidor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora