El traidor ✔️

⚡️La jaula rota⚡️

—¡Nos encontraron! —grito a todo pulmón para que puedan oírme por encima del alboroto—. ¡Ovax y Elthon vienen detrás de nosotros!

—¡No puede ser! —grita Rafael.

Agarra su arma, se levanta de su asiento y se asoma por la ventana. Empieza a dispararles para hacerlos retroceder, mientras Joris empieza a maniobrar el volante para no ser un punto fácil. Los neumáticos levantan polvo contra el asfalto.

Malcom me mira frunciendo el ceño mientras abraza a su madre. Ahora que lo veo, recién se entera de la existencia de Ovax.

—¿Quién es Ovax? —me pregunta.

—Han pasado muchas cosas sin que lo sepas —le explico—. En resumen, Ovax ha creado unos drones nucleares poderosos e intenta encender la Segunda Guerra Mundial —la madre de Malcom se muestra sorprendida y se lleva una mano a la boca—. Él cree que Estados Unidos debió invadir Japón después del lanzamiento de las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki, y como no lo hicieron en su momento, intenta hacerlo ahora respaldado por un grupo político - terrorista que se hace llamar Los Revolucionarios.

—¿Qué estás diciendo? ¿Una guerra?—su voz es pausada; sus ojos parece que fueran a salirse de sus órbitas.

Escucho a su madre susurrar una plegaria.

—Sí. Primero quiere dar un golpe de estado y matar al presidente para tomar control del país, pero para eso, necesita poner en funcionamiento sus drones, y lo único que puede ponerlos en marcha, es esto...

Le muestro la caja de cristal con la esfera de neón.

Levanta las cejas y me mira con la boca abierta.

No da crédito a lo que ve.

—¿Eso es...?

—Sí —interrumpo—. Es uno de los motores de la fuente de energía que tenía tu padre. Irónicamente, es lo único que puede poner en marcha los drones de Ovax.

—¡Pero en La Cúpula hay más!

Niego con la cabeza.

—Ya no. Al parecer, cuando saqué esta, el sistema se desconfiguró y se echó a perder todo.

Malcom cae en cuenta de lo importante que es escapar, no solo por nuestras vidas, sino por todo lo que involucra. Él y su madre cruzan una mirada rápida y llena de miedo. Sé lo que piensan sobre las guerras, sobre lo que trae y las consecuencias que les toca vivir a los civiles.

—Una guerra —susurra—, eso no. Todos vamos a sufrir.

Joris mueve bruscamente el volante y me voy hacia adelante. Malcom me abraza con su brazo libre, mientras que con el otro sostiene a su madre. Su cara y la mía quedan tan cercas, que puedo sentir su aliento, su respiración, puedo ver muy de cerca sus ojos negros.

Me repongo al instante. Los disparos afuera no se hacen esperar. Los mafiosos contraatacan.

Malcom levanta la mirada.

—Cuida a mi madre, por favor —me pide, mientras se mueve para que su madre quede a mi lado—. No la abandones por nada del mundo. Donde vas tú, va ella. ¿Me entiendes?

—Está bien —respondo con miedo y dudas porque no sé qué es lo que puede pasar.

—Confío en ti, Tarah. Sé que la cuidarás.

Le da un beso en la frente a su madre y a mí uno en la boca. Me agarra desprevenida que abro los ojos de par en par y no le correspondo. Se separa, me guiña un ojo y me acaricia el mentón.

—Esta vez también te agarré de sorpresa, pero ahora si no me golpeaste —me susurra.

Siento que me arden las mejillas.