⚡️ Eres mía ⚡️

103 35 51
                                    

Los labios de Malcom en los míos son electrizantes. Siento pequeñas descargas cuando los muerde, cuando su lengua acaricia la mía de una forma salvaje.

Debería alejarme ahora, pero una parte de mí grita por quedarse, se resiste a mi lado analítico que se anula por completo. Dejo de pensar en Elthon, en Los Sótanos, en mi verdadera razón de ser aquí. Y me culpo por sentir algo por Malcom, mi mente se hace espacio para susurrarme traidora. Debería estar buscando al asesino de mi hermano y no revolcándome con este mafioso.

¿O sí?

Pero Malcom no solo es un mafioso. Es uno irresistible, poderoso, atractivo que estoy segura que cualquier mujer sucumbiría al infierno solo por tener una noche con él.

Mis pensamientos se esfuman cuando siento su cálido aliento sobre mi piel, sus manos grandes sobre mi cuerpo, apretándome con ganas de devorarme.

Con una de sus manos me toma de la parte posterior del cuello, mientras que con la otra recorre mi espalda. Me arqueo por sus caricias, mis pechos chocan con sus pectorales. Cuando él los siente, tira con más fuerza agarrándome del cabello. Me separa un poco para verme, abro la boca, entrecierro los ojos por el placer.

Él agarra dos capsulas y se las mete a la boca, luego me jala los cabellos hacia atrás y se acerca.

—Abre la boca —me ordena.

Lo miro por un instante. Sus ojos son fuego, su piel cálida corta con el frío de la noche. Hago lo que me dice, sin protestar.

Él me escupe con cuidado para que una de las capsulas caiga en mi boca, luego vierte un poco de agua para poder tragarla. Él toma un poco también.

El efecto es instantáneo. No sé qué tipo de droga es.

Primero tengo un ligero sudor, luego siento que la oscuridad se llena de varias pinceladas de colores metálicos: azul, rojo, amarillo, plateado, púrpura, dorado. La cabeza empieza a darme vueltas, la visión se me vuelve un poco borrosa y confusa. Cierro los ojos y muevo la cabeza para tomar el control de mí, y cuando los abro, a mi alrededor estallan colores, se arremolinan muy lento con un efecto hipnótico. Suelto una risa de felicidad al ver lo que me rodea. La piel se me pone de gallina, siento que se me hinchan los pezones, que siento un cosquilleo exquisito en la zona baja.

Veo a Malcom adelante de mí agarrándose la cara, con los ojos cerrados, lleva su cabeza hacia atrás y las venas de su cuello y brazos se le marcan. Me acerco más a él y le doy un beso feroz. Sé que le dije que si me drogaba lo volvería a golpear, pero creo que he cambiado de opinión.

Me toma de los cabellos y me empuja con fuerza hacia él como un animal feroz que devora a su presa. Su aura salvaje me envuelve, me lleno de lívido como una nebulosa peligrosa que amenaza con hacerme suya.

Respiro sudor, deseo, sexo.

—No sabes cuánto he deseado este momento —me susurra con la voz entrecortada por el jadeo—. Me encantas.

—¿Qué me harás? —le pregunto con un tono de inocencia.

—La pregunta es: ¿qué no te haré?

Me muestra una sonrisa pícara.

Malcom me está bajando el cierre del traje y en un par de movimientos ya estoy en ropa interior. Él ha logrado quitarse el cinturón, abre el cierre de su pantalón y agarra una de mis manos y la lleva hacia su entrepierna.

Se me acerca y me habla al oído con su voz ronca y autoritaria.

—Abre la mano para que te quepa.

El traidor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora