⚡️ Manos color escarlata ⚡️

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Malcom nos indica por donde escapar. Corremos hacia la derecha, seguimos por una pila de cubículos de metal de aire acondicionado y tubos gigantescos de acero que hacen un laberinto metálico. Nos escondemos detrás de un cubículo y esperamos en silencio. El aire aquí está más caliente por los motores y el vapor que botan estas máquinas.

—¿Qué está pasando? —pregunta mi amigo.

Había miedo en sus ojos. Verlo así, me lleva a un recuerdo.

Era otoño del año pasado y Gavin estaba enamorado. Una morena de ojos verdes que había llegado de intercambio lo robó el corazón a mi amigo. Nunca antes lo había visto tan feliz, tan lleno de energías y con una razón para vivir, pues sus padres nunca le prestaron la atención necesaria porque para ellos la luz de sus ojos solo era el hermano mayor de Gavin, destacado estudiante con becas para la Marina de Guerra, mientras que Gavin no era tan bueno en los estudios, pero si en las computadoras. Por eso, estaba entusiasmado con su relación porque sabía que, de alguna manera, había encontrado un refugio lleno de paz donde se sentía amado.

En varias ocasiones, salimos juntos los tres. Ella me agradaba. Era la típica chica buena, delicada y sonriente, pero a veces, las personas usan caretas. Semanas antes para finalizar su intercambio, ella no era la misma. El trato hacia Gavin era malo, su atención era nula y las veces que se veían solo eran para ignorarlo mientras conversaba con su grupo de amigos. Gavin ya no era el mismo, ahora estaba apagado y en sus ojos se notaban una tristeza que me rompía el alma.

Una mañana, fue al campo de entrenamiento de la universidad para practicar algunas técnicas de lucha que me enseñó Colin, y grande fue mi sorpresa cuando vi a la morena revolcándose con uno de los jugadores de baloncesto. Tomé una foto y se la mostré a Gavin. Pude ver la decepción y desamor en su mirada. Lloró muchas veces en mi hombro, se quedaba dormido con los ojos hinchados por tal traición.

—Sabes, tengo miedo —me susurró—. Mucho miedo de que mi vida, otra vez, sea vacía.

Lo entendía. Su refugio se había destruido.

Vuelvo a la realidad. Ese mismo miedo ahora veo en su mirada.

Malcom me mira y abre más los ojos.

—Tienes que decirle.

Mi amigo me mira preocupado.

—¿Decirme qué? ¿Por qué nos están siguiendo?

Le cuento todo. Él se limita a escuchar.

—No te voy a dejar sola —comenta—. Los dos entramos y los dos salimos. Eres mi hermana, Tarah.

Lo miro y me entristece saber que, de alguna forma, ambos nos acompañamos. Tal vez, su hermano no murió, sin embargo, él sí parece que estuviera muerto para su familia.

—No quiero ponerte en peligro —digo.

—Estamos en el lugar más peligro del mundo.

—No quiero perderte a ti también —explico, pero al recordar que Malcom está con nosotros, trato de no decir nada que involucre a mi hermano.

Malcom nos pide que nos callemos. Él avanza hacia el otro cubículo con pistola en mano. Hace una mueca de dolor por el movimiento que ha hecho. Detrás del ligero vapor, veo tres siluetas buscándonos. Se acercan más a nosotros, hablan entre ellos, no dejan de apuntar.

—No salgas de aquí —le digo a Gavin.

—Quiero ayudar.

—No salgas. Es peligroso —le repito.

—Y tú, ¿qué harás? También es peligroso para ti —susurra.

—Yo tengo un arma, tú no.

De pronto, escucho un disparo, luego un grito espantoso y siento que un cuerpo cae encima de nosotros. Gavin se hace para atrás, mientras yo voy hacia el lado opuesto. Uno de los tipos que nos buscaba yace en el suelo con un impacto de bala en el cuello.

El traidor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora