La fiesta transcurre con normalidad, hasta que me llevan al escenario para recibir los aplausos de los presentes. Las otras cuatro ganadoras están a mi lado. Sus vestidos son bellos y elegantes con colores similares a sus trajes neón en la competencia. Ahora que las vea con atención, sus cuerpos son contorneados y exuberantes, altas, caras afiladas, pómulos pronunciados, todo lo contrario, a lo que yo soy. Quizás puede ser porque yo soy la menor entre todas.
Todas saludan al público y yo las imito. Nuestros brazaletes brillan mientras agitamos las manos. Puedo ver que los patrocinadores eligen a quienes apostarán como ganadoras. Hay algunas miradas que se posan en mí, las piernas empiezan a temblarme, las palmas de mis manos me sudan. Trato de dar mi mejor sonrisa, pero ver tanta cara desconocida me está quitando mi tranquilidad, así que busco a mi amigo entre la multitud. Recorro el mar de caras hasta que lo encuentro de pie en la parte izquierda del salón junto a una columna de donde cuelgan enredaderas neón. Me da una sonrisa al mismo tiempo que aplaude. Suelto un suspiro y le devuelvo el gesto. Sigo fingiendo y miro a todos hasta que mi mirada se encuentra con unas pupilas tan negras como el cielo de Nueva York en una noche de invierno. El chico que golpeé en el callejón. Me sonríe, levanta una copa de champán y me hace un brindis, luego bebe un poco y se pasa la lengua por los labios sin dejar de mirarme.
Trago saliva. Le quito la mirada por unos breves segundos para que no note que me arden las mejillas al recordar su beso.
Al volverme para verlo, ya no está. No sé por qué siento un tipo de decepción cuando no lo encuentro. Es extraño, así que le resto importancia y sigo saludando.
El dueño del campeonato de motocross dice unas palabras en las que agradece a los patrocinadores, resalta nuestra performance en la competencia e incentiva que apuesten por su favorita. Mientras el discurso avanza, levanto la mirada y lo veo, aunque desde aquí, no logro distinguir con claridad su rostro porque su mano en la que sostiene el micrófono le oculta el rostro. Lleva puesto un traje oscuro, una corbata vino tinto y varios anillos en los dedos. El balcón en donde está se ubica en lo alto de la sala. Detrás de él, veo a un grupo de mafiosos altos y fornidos vestidos de traje oscuro con la mano en la espalda y la mirada fija hacia el público, mientras todos guardamos silencio. Cuando termina de hablar, las personas aplauden y sueltan vítores, al mismo tiempo que él levanta la mano para saludar y se da la vuelta perdiéndose de mi vista.
Una vez termina el protocolo de la ceremonia, las luces se apagan y solo las de neón iluminan el espacio. La música me hace retumbar los oídos, la melodía es seductora, el ritmo es pegajoso. Un juego de luces neón se proyecta de diferentes formas en el centro de la pista, mientras que en una pantalla gigantesca de fondo oscuro que va de suelo a techo, aparece la imagen de un robot con facciones humanoides similares a una mujer. Baila muy lento, luego sigue el ritmo de la música moviendo sus curvas metálicas, moviendo sus cabellos hechos de cables adornados con hilos de oro. En una de sus manos tiene una manzana, la acerca a sus labios, la saborea y la muerde. En ese instante, aparecen víboras con escamas metálicas negras, se arrastran hacia ella, le envuelven las piernas, la cintura, los brazos, se enroscan en su cuello, se acercan a su boca, y el robot le agarra la cabeza a una de las víboras y le da un beso.
El público estalla eufórico, todos corren hacia el centro, bailan, saltan, se besan entre ellos, hombres y mujeres sudan, las feromonas están en el aire, el deseo devora todo a su paso como un tornado furioso. Hay mujeres besándose entre ellas, hombres besando y tocando cada rincón del cuerpo de otros hombres. Parece que todos hubieran sido programados para que se exciten justo en este momento.
Gavin y yo miramos asustados, sorprendidos por la ola de euforia y adrenalina que se siente.
De la parte superior, cae una lluvia de líquido neón de varios colores. Todos sueltan gritos eufóricos, saltan, levantan las manos, mueven la cabeza de un lado a otro. El líquido los baña, deja huellas fosforescentes en sus cuerpos, en sus rostros, en sus ropas. Sus bocas se juntan, sus manos tocan sus partes íntimas, sus gemidos se apagan con la música, pero sus gestos los delatan. Se vuelven en una red de caricias, en una ola arrolladora de lívido.
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El traidor ✔️
Science Fiction[Primer libro de la bilogía "El traidor"] Mataron a su hermano, ahora buscará venganza. ••• Las Américas, lo que antes era Estados Unidos, se ha convertido en la potencia mundial después de someter a varios países y proclamarlos como suyos. Tarah, c...