⚡️ Un aura turbia ⚡️

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Me desconecto por completo de lo que la madre de Malcom y él hablan, porque la idea macabra que tengo no deja de dar vueltas en mi cabeza.

¿Es posible tanta maldad? ¿Será cierto lo que pienso?

Tal vez, no, pero todo encaja.

—Y tú, ¿qué opinas?

La voz de Natzuki me saca de mi ensimismamiento. Levanto la mirada hacia ellos, pero Malcom me estudia con sus ojos. Sé que ha visto que estuve mirando la pierna de su madre.

—¿Sobre qué? —pregunto con algo de rubor en mis mejillas.

Ella me da una sonrisa y al mismo tiempo acaricia el brazo de su hijo. La mirada de Malcom se suaviza.

—¿No te diste cuenta que la tenía? —dice ella en un susurro.

Muevo mi cabeza en señal de negación.

—No quiero incomodar...

—No incomodas —ella me vuelve a sonreír—. Es la primera vez que mi hijo me presenta a una chica, así que nunca arruinaría este momento.

Es la primera vez.

Intercambio una mirada rápida con Malcom.

—Entiendo.

—No te diste cuenta de que tengo la prótesis porque he aprendido, con los años, a manejarla mejor. Supongo que ya es parte de mí.

—Sí.

No quiero preguntar más, pero la curiosidad me empuja a hablar. Tal vez es solo para estar segura de lo que pienso y para saber con qué enemigo me estoy enfrentando.

—¿Y cómo se lo hizo?

Malcom tensa su mandíbula y mira a su madre. Ella le sigue acariciando el brazo.

Es extraño como Malcom, que es un asesino y mafioso muy peligroso, se vuelve en un niño cuando está junto a su madre. Parece que fuera otra persona.

Yo sentía lo mismo con Colin. Me sentía una niña protegida, amada, acompañada.

Bajo la mirada porque una ola de tristeza me empuja para llorar. Respiro profundo y vuelvo a levantar la cara.

—A veces, estamos dispuestos a hacer muchas cosas por la libertad, pero no todo salen bien —susurra.

Algo hace clic en mi cabeza.

Fue él quien lo hizo.

Si le hizo eso a su esposa y su hijo, no le debió temblar la mano cuando ordenó que mataran a mi hermano.

De forma repentina, entre en un limbo.

¿Qué estoy haciendo? Estoy conversando con el hijo del asesino de mi hermano, ayudaré a su esposa a escapar de Los Sótanos, estoy en la casa del asesino. Siento nauseas.

Todo es por Colin. Mientras más cerca estés de El Diablo, más fácil será matarlo.

Matarlo. La imagen del hombre que maté en el callejón aparece teñida de escarlata. Un recuerdo fresco que me recuerda que no debe temblarme la mano cuando tenga a El Diablo de frente.

—La libertad cuesta cuando estamos bajo control de un tirano —comento.

—Todos los gobernantes del mundo son tiranos. En mayor o menor grado. ¿Te has puesto a pensar por qué cuando llegan al poder no hacen nada a los pobres? Nada. Hasta que esa gente vive con la idea de que nunca se les dará nada. Eso da paso a la resignación, pues ellos creen que han caído en lo más bajo y que ya nada se les será dado. Luego, el gobierno les da migajas y un poco más, y los pobres sienten una luz de esperanza, al fin se acordaron de ellos, los vieron, les dan algo —Natzuki cambia de posición para sentarse y me mira—. Aquí hay dos cosas importantes y peligrosas. Una más que otra. La primera, es que esa esperanza que el gobierno le da a los pobres es controlada y limitada. Un día te la doy y otro día te la quito; un día te doy poco y otro más, pero no lo suficiente para que puedas salir de donde estás.

El traidor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora