⚡️ Héroe y traidor ⚡️

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—¡Hey! —alguien me grita desde el techo del otro vagón.

Es uno de los guardias que me apunta con su arma. Me quedo helada.

—Tranquilo —le digo.

Él presiona más su arma.

—Levántate lento y con las manos donde pueda verlas.

No suelto mi moto, pero sí levanto la otra mano. El tren cruza una curva y el viento nos empuja hacia un lado, sin embargo, el guardia no me quita la mirada de encima ni deja de apuntarme.

Piensa rápido, Tarah. ¡Por el amor al cielo! Piensa rápido.

Si hago un movimiento para sacar mi arma, él me disparará sin duda.

Se acerca muy lento, me apunta directo al pecho.

—¿Qué estás buscando? ¿Te enviaron Los Oscuros?

Frunzo el ceño.

En ese instante, le disparan desde abajo, cae de espaldas y resbala hacia el borde. Me asomo para ver quién me ha salvado y la moto de Elthon pasa dejando un haz de luz azul neón. Sus verdugos lo persiguen, hasta que uno de ellos repara en mí. Frena en seco y me persigue. Subo a mi moto y avanzo por el techo de los vagones hasta que encuentro algo por donde puedo bajar. Le echo una última mirada al vagón dónde vi a Rafael. Es el número doce. Bajo a tierra firme.

Luego, avanzo a todo turbo en línea recta para ir a las tres torres de acero y dos motos me cierran el paso. Uno de los ocupantes hace resbalar su moto por la arena mientras se lanza a un lado. Mi moto impacta con el vehículo y caigo al pavimento. Ruedo varios metros por la arena hasta que choco con una de las partes oxidadas de la rueda de la fortuna. La cabeza me da vueltas, el cuerpo me pesa, el sonido se ha ido y solo hay un pitido que se repite constantemente.

Cuando recupero el movimiento, me levanto a duras penas. Tomo aire y me concentro.

El sujeto que lanzó su moto me apunta con un arma directo a la cabeza.

—Quítate el casco —me ordena.

Me quedo parada mirándolo. Él espera a que lo haga, pero no quiero que me vea el rostro. Si descubre quién soy estaré perdida y muerta cuando menos lo espere.

—No lo volveré a repetir —escupe las palabras con cólera—. Quítate el casco. Ahora.

—¿Qué es lo que tienen en el tren? —le pregunto.

Detrás de él se acerca su compañero. Detiene su vehículo, las luces delanteras no me permiten verlo. Se baja, me mira y levanta muy lento su cabeza. El casco oculta su rostro.

—¡Contesta o te vuelo la cabeza! —grita el que me apunta.

Su compañero se acerca a él y en un movimiento rápido, le quita el arma y se la coloca en la parte superior del cuello. Dispara.

Tiemblo ante lo inesperado. Retrocedo, mi respiración es irregular. El cuerpo sin vida cae de espaldas en la arena. El otro se vuelve hacia mí, me apunta y mueve su pistola en un gesto para que me vaya.

Dudo un segundo.

—Vete —susurra.

Parece que su voz la he escuchado en algún otro lado o quizás los nervios me están jugando una mala pasada.

—¿Por qué lo haces? —le pregunto.

Se queda callado por un largo rato. Baja el arma y se quita el caso.

¡Es Malcom!

Los cabellos le caen alborotados por la frente.

—Vete, Tarah. Vete y no vuelvas más.

El traidor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora