—Estoy casi segura que esos barriles estaban llenos de Turbo Neón. Habían muchos en un solo vagón —le digo a Gavin. Él me mira serio.
—¿Y el POX? ¿No lo viste si reaccionó a la sustancia?
—¡Que me estaban siguiendo! —contesto, poniendo énfasis en cada palabra, luego me callo y miro hacia el vacío—. Sí. El POX emitió un pitido cuando estaba cerca al tren.
—Entonces sí era eso —comenta.
Me levanto del sillón y me agarro los cabellos y me hago una cola.
—Tengo que volver —digo.
—Claro que no, Tarah. Es muy peligroso. Además ya viste de lo que son capaces.
—No hay otra alternativa. Voy a volver —me doy la vuelta y camino hacia la puerta.
Mi amigo se levanta y llega hasta la entrada y me impide el paso.
—Que no. ¿Por qué eres testaruda?
—¡Quítate! ¡Voy a volver!
—¿Para qué? ¿Para qué te maten como mataron a Colin? —dice.
Le doy una bofetada.
Se hace un silencio incómodo. Gavin se queda inmóvil, luego me mira con los ojos llorosos. Suelta un suspiro y se aparta.
—Vete —susurra—. Siento mucho si te cuido, pero estoy seguro que si fuera Colin el que quisiera ir allá, tú harías lo mismo, porque eso se hace con las personas que uno quiere. Las cuida.
Bajo la mirada. Nunca en mi vida he golpeado a Gavin, ni siquiera de broma, así que me siento como el peor bicho en la tierra. Él ha dejado de ir a la universidad, ha dejado su vida para ayudarme y, ¿cómo le pago yo? Con una bofetada que no se merece.
No sé por qué se me pasa por la mente aquella vez en la que me ayudó a levantarme cuando intentamos trepar un árbol. Y no solo me ayudó a levantarme, sino que puso su espalda y sus hombros para que yo las pueda usar de escalerilla y subir. Todo porque queríamos ver el nido de unas aves.
El recuerdo se va.
—Lo siento —susurro. La voz se me quiebra—. Aún no logro asimilar la muerte de Colin y, aunque parezca que soy fuerte, no lo soy. Mi vida se está derrumbando y lo único que quiero es encontrar al culpable de mi hermano y que pague por lo que hizo.
Me apoyo en la puerta y siento que las piernas me fallan. Resbalo por la puerta hasta el suelo y lloro. Gavin me abraza y apoyo mi cabeza en su pecho. Suelto todo lo que guardé en la morgue del FBI, suelto todo el vacío que siento ahora que estoy sin Colin. Nadie se prepara para cuando muere un ser amado, nadie está listo para perder lo que lo hace feliz. ¿Por qué tuve que morir Colin? Me dejó sola, con la sombra de ausencia, con el peso de su muerte en mis hombros.
Agarro con fuerza la sudadera de Gavin y sigo llorando.
—Vamos a encontrar al asesino, pero necesitamos ayuda. Solos no vamos a poder —susurra.
Asiento en señal de afirmación, mientras mi único amigo me acaricia los cabellos y me abraza con fuerza.
Horas más tarde, Gavin sigue intentado comunicarse con el usuario desconocido, hasta que al fin lo logra. Por una buena suma de dinero con mi tarjeta de crédito (y lo último que hay), accede ayudarnos.
Nos encontramos con él al día siguiente en las afueras del coliseo. Son las seis de la tarde y las calles lucen alumbradas y llenas de personas vestidas de colores neón con banderas en las manos que las ondean al ritmo de la música. El rojo neón predomina en la masa. Todos celebran que mañana es la otra carrera.
Miro hacia arriba... ¿a cuánta profundidad de la superficie estamos que las autoridades no se dan cuenta que aquí abajo hay otra sociedad? ¿Por qué Colin nunca se lo mencionó al Director o sus compañeros? ¿A caso el tampoco sabía la ubicación exacta? Pienso un poco. La algarabía se apaga cuando me concentro. No. ¡Colin sí lo sabía! Sabía dónde quedaba Los Sótanos porque en el audio el pidió refuerzos diciendo el nombre del lugar asumiendo que sus compañeros lo sabían. Se los había dicho... pero, ¿por qué no lo ayudaron? ¿Por qué el Director no me lo dijo? Cierro los ojos con fuerza y la bulla regresa de golpe. Son muchas preguntas y ninguna respuesta. Solo dudas y más dudas.
Por ahora me concentraré en ir al almacén.
Esperamos ansiosos. Algunas personas me miran, tengo miedo que sean los mismos que me persiguieron ayer, pero es casi imposible que sepan que era yo porque estaba con casco, sin embargo, mi subconsciente me traiciona. Dejo de mirar a la multitud y me concentro en un punto ciego a lo alto de las estructuras de metal. Los minutos pasan, hasta que al fin aparece.
Lleva puesto una gorra oscura, un suéter marrón, unos jeans negros rasgados en las rodillas y en el muslo por donde se le ven unas piernas atléticas y un poco velludas. Respiro nerviosa.
Ahora que lo veo con atención, es muy alto, tanto como Malcom. Los ángulos de su rostro son simétricos y armoniosos, su mirada se ve potente por sus cejas pobladas y el espeso dosel de pestañas.
Nos saluda con un movimiento de cabeza.
Yo le levanto las cejas.
—¿Iremos ahora? —pregunta.
Miro hacia otro lado. Se me hace muy mal educado.
—Sí —contesto a regañadientes.
—¿Cuándo fue la última vez que fueron?
—Ayer.
—Humm. ¿Y luego qué? Que nos maten.
Lo miro.
—Te hemos pagado y haces lo que nosotros te digamos —le reprocho.
—Es tu plan, ¿verdad? —se ríe. Luego se pasa la mano por el cuello—. Desde que supe que quisiste ingresar a las carreras de Motocross Neón supe que eras idiota, pero ir directo a que te maten supera todo lo que pensé de ti.
—Mira desconocido...
—Elthon. El que te hizo entrar a las carreras, el que te trajo el POX, el que te salvó en la fiesta de las manos del hijo del más peligroso narcotraficante de Los Sótanos, el que salvará tu trasero cuando vayamos a ver ese almacén. Deberías tatuarte mi nombre.
Gavin suelta un silbido y yo lo miro molesta. Él levanta las manos haciéndose el desentendido.
Me acerco a nuestro invitado.
—Mira Elthon. Las cosas son sencillas. Yo pago, tú obedeces —él no se inmuta—. Además, tengo una duda que ronda mi cabeza desde que te conocimos: ¿cómo así apareciste de la nada en la Deep Web? Y ahora nos ayudas, conoces a los narcotraficantes de aquí, sabes del Turbo neón. ¿Quién eres?
Él me mira sin decir ni una palabra. Espero a que responda, pero no dice nada. Suelto un suspiro.
Vuelvo hablar.
—Contesta.
Nada.
—No me hace falta la ayuda de alguien en quién no puedo confiar.
Pasan los segundos y Elthon no dice nada.
Le hago una seña a Gavin para irnos y en ese momento Elthon habla.
—Soy la persona más confiable en este lugar —murmura—. Tanto así que, Colin confió en mí y lo ayudé a que descubra lo del Turbo Neón.
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El traidor ✔️
Fiksi Ilmiah[Primer libro de la bilogía "El traidor"] Mataron a su hermano, ahora buscará venganza. ••• Las Américas, lo que antes era Estados Unidos, se ha convertido en la potencia mundial después de someter a varios países y proclamarlos como suyos. Tarah, c...