⚡️ Un lugar oscuro ⚡️

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Han pasado cuatro días desde que Gavin murió.

La primera noche tuve pesadillas. Mi amigo corría a mi lado, escapábamos de los mafiosos de Los Sótanos, pero antes de llegar al ascensor que nos llevaría a Arriba, parábamos en seco porque las puertas se cerraban en nuestras narices. Golpeábamos con fuerza para que se abrieran, pero no ocurría nada. Del otro lado, nos acechaban un puñado de motociclistas, cuando nos apuntaban con sus luces, me molestaban los ojos, no me dejaban ver más allá. Luego, uno de ellos bajaba de su moto, se colocaba en medio, agarraba su arma y apuntaba a un lado. Su sombra se proyectaba hasta mis pies, luego subía por mi cuerpo.

Sin darme cuenta, empecé a imitar sus acciones. Saqué mi arma de mi muslera y apunté a Gavin. Intentaba recuperar el control de mi cuerpo, de romper con la fuerza extraña y siniestra que me obligaba hacer eso, sin embargo, no podía. Luego, le disparaba a mi amigo en la cabeza.

Me despertaba asustada y me quedaba llorando hasta que amanecía.

Lo mismo ocurrió en las siguientes noches y durante el día cuando intentaba dormir por el cansancio. Más pesadillas, más llanto, más culpa.

A la noche siguiente, Elthon fue el de las pesadillas.

Él estaba durmiendo en el suelo de su cuarto. Se movía, sus gestos mostraban dolor, miedo, impotencia. Repetía muchas veces tres palabras: mamá; no les hagas daño; corre, por favor.

Cuando despertaba, no hacía falta preguntarle qué había estado soñando. Después de varios años, aún sigue con el peso de la culpa por lo que pasó. Siento algo de lástima por él.

Me aterra pensar lo que me espera en el futuro.

Con el paso de los días, me siento mejor. Los ánimos se alimentan de la sed de venganza que tengo.

—Quiero que me acompañes a un lugar —dice Elthon, mientras se quita su ropa para ponerse su traje oscuro.

Al volver la mirada, lo veo desnudo. Solo su ropa interior negra le cubre el cuerpo. Tiene la espalda ancha, brazos fuertes, piernas largas y contorneadas, pantorrillas como las de un futbolista. En una de ellas tiene un tatuaje oscuro de espinas, líneas curvas y una flor azul. El final de su espalda y su trasero son contorneados, y se le nota más cuando se agacha para pasar una de sus piernas por el traje.

Me quedo hipnotizada al verlo. Nunca en mi vida he visto a un hombre desnudo, más aún a uno como él. Tiene una belleza dura, un aura salvaje que me atrae más que Malcom.

Creo que mi mirada es penetrante, él la siente y me mira.

—¿Me quieres ayudar? —me pregunta con una sonrisa coqueta.

Le quito la mirada, avergonzada por espiarlo.

Él vuelve a hablar.

—Solo es una broma.

—¿A dónde quieres que te acompañe? —le pregunto.

Veo mi traje en la cama. Hace contraste con las sábanas blancas.

—Nuestro trato ya es más serio —explica—. Quiero que conozcas al grupo que nos ayudará a matar al Jefe de la mafia.

Subimos a nuestras motos, las encendemos y avanzamos por las calles menos concurridas y más crepusculares. Las sombras de los edificios nos esconden.

El intercomunicador suena en mi oreja y luego la voz de Elthon me da ciertas cosquillas.

—¿Cómo estás? Puedes contestarme con calma. Prometo no cortar la comunicación.

Escucho su risa.

Esto me recuerda al día en que fuimos a ver el Turbo Neón. Yo también sonrío. Ahora que lo pienso, es la primera vez que sonrío, después de la muerte de mi amigo. Es curioso como ahora la muerte de Gavin se ha convertido en el segundo punto de quiebre en mi vida; el primero fue la muerte de Colin. 

De pronto, me inunda una furiosa ola de tristeza. Respiro profundo y procuro no pensar en ellos.

—He tenido días peores —respondo—. ¿Quién es el grupo al que iremos a ver?

—La mayoría de ellos fueron hombres de confianza de mi padre. Lograron escapar de las manos de quien tomó el poder por la fuerza. Con el paso de los años, los hemos reclutado. A ellos y a nueva sangre.

—¿Durante cuánto tiempo estás orquestando este ataque?

—Desde los diez años. A esa edad me encontró Ovax, mano derecha de mi padre, y se encargó de mí. Él fue quién reclutó a todos, ahora, soy yo quien se encarga de todo.

—¿Y dónde se esconden ustedes, si Los Sótanos es territorio del asesino de tu padre?

—En el Lado más oscuro de Los Sótanos. Debajo de ellos.

 Debajo de ellos

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El traidor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora