Capítulo2

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habían pasado unos días desde su regreso al mar azul, solo se encontraba el vasto océano a su alrededor y los mugiwaras se divertían a su modo, Nami tomaba el sol, Chopper ayudaba a Usopp en su intento por reparar el Merry, aunque habían decidido que en la próxima isla buscarían un carpintero que quisiera unirse a ellos.

Robin se encontraba en la cubierta posterior sentada en una silla leyendo, había llegado hasta aquel lugar buscando un momento de tranquilidad para poder realizar dicha acción, ya que Luffy tenía un escándalo enorme debido a que Sanji no le permitía entrar en la cocina a robar más comida, habían terminado el almuerzo hace solo unos minutos.

El espadachín de los mugiwaras llego hasta el mismo lugar, con la intención de meditar, era parte de su rutina de entrenamiento y con sus nakamas alrededor no podía hacerlo.

– ¿te has perdido Kenshi–san? – le pregunto Robin, medio en broma, medio en serio.

– Tsk, no mujer, he venido a meditar, pero si estas ocupada vengo luego. – respondió dándose media vuelta.

– No me molesta que medites, si a ti no te interrumpe mi lectura. – le sonrió de manera enigmática, aquella sonrisa que tan nervioso lo ponía, aunque no lo admitiría frente a nadie más, si era honesto consigo mismo debía confesarse que cada día se sentía más a gusto con ella.

Pasaron más de una hora en silencio cada uno realizando la actividad por la cual se habían alejado de los demás.

Cuando Zoro termino su meditación abrió los ojos y apoyo su espalda en el lateral del barco, observando en silencio a su compañera, quien seguía concentrada en su lectura.

– ¿Meditar siempre ha sido parte de tu entrenamiento? – le pregunto con genuina curiosidad, siempre lo había visto levantar pesas, o ejercitarse.

– Un espadachín de verdad debe tener concentración, la meditación ayuda con eso. – respondió cruzando sus brazos tras su cabeza sin darle mayor importancia.

– He visto alguno libros acerca de espadas en la pequeña biblioteca, ¿asumo que son tuyos?

– ¿Te sorprende que lea o que sepa leer? – respondió sin abrir los ojos y esbozando una sonrisa ladina.

– Ninguna de las dos, me agrada que no solo entrenes tu cuerpo para el estilo que tienes de pelea, sino que también investigues sobre ello, la espada es un arte de pelea que requiere de mucho esfuerzo, no todos los espadachines llegan lejos, la perseverancia es una virtud. – Zoro abrió sus ojos y la miro en silencio, nunca habían hablado tanto de ellos mismo, aunque solo fuese de su entrenamiento y su estilo de lucha.

– He sido espadachín desde que tengo memoria, prometí convertirme en el mejor del mundo, no tengo más opción que continuar entrenando para lograr mi objetivo. – le respondió después de unos segundos de silencio, en el que ambos se miraban directo a los ojos.

– Aquí estabas Robin, llevo un rato buscándote. – Chopper llego hasta donde ellos se encontraban.

– Estaba leyendo, ¿necesitas algo de mi doctor –san? – Robin le sonrió al pequeño reno.

– Si, estoy buscando un libro de medicina, pero no lo encuentro, pensé que quizá tú lo habías visto. –

– Te acompaño a buscarlo

– Oh Zoro se durmió otra vez, seguro se perdió y llego hasta aquí. – le susurro el doctor a la arqueóloga en secreto, ella solo le sonrió, no sabía lo equivocado que estaba el pequeño, aunque cuando menciono que el espadachín dormía, dirigió su mirada hacia él y efectivamente parecía estar durmiendo.

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