Capítulo 29

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Zoro abrió la botella de sake y le dio un largo trago, después se la extendió a su mujer.

— Extrañaba estar así contigo. — estaban sentados uno al lado del otro, habían estado hablando acerca de la alianza y del plan de Torao para vencer a Kaido.

— Ahora tendré que entrenar el doble. — dijo de pronto el espadachín.

— ¿acaso es eso posible? — dijo en tono burlón

— Jajá tu ríete, pero con los yonko y la marina tras nosotros no podemos bajar la guardia.

— Lo sé, aunque no sé si realmente te interesa la marina o alguna marina en especial, no dudaste en traerla abrazada a tu hombro. — lo último se lo dijo un tanto molesta.

— ¿entonces si estas celosa? — pregunto con una sonrisa pícara bailando en sus labios, la arqueóloga suspiro y bajo la vista

— No fue agradable ver a otra mujer en tus brazos si a eso te refieres. — explico, después de haber hablado con la capitana, había entendido mejor la relación de ellos dos, pero no por eso le gustaba la idea de que hubiese cualquier tipo de relación entre ellos.

— Hey. — Zoro acaricio su mejilla y puso un mechón de cabello tras su oreja. — ya te dije que no me importa ninguna mujer que no seas tú, esa mujer marine sigue tan débil como siempre y mi misión era impedir que la mujer de nieve fuera tras de ti y los niños, la marine salió herida y simplemente no podía dejarla allí ¿no te gusta que sea un caballero?— bromeo en lo último para quitarle hierro al asunto, no quería discutir con Robin por aquella tontería, más allá del recuerdo de Kuina, la capitana de la marina a Zoro no le importaba en lo más mínimo, de hecho si no la veía no recordaba su existencia.

— Lo sé, es tonto de mi parte, no debería sentirme así, es solo que eres demasiado guapo para tu propio bien, y ella gusta de ti. — afirmo cabizbaja.

— Me importa una mierda si es así o no, la única que me importa que guste de mí, eres tú y si mis palabras no te sirven, te demostrare cuanto te amo, eres mi diosa del infierno y nos quemaremos juntos. — le guiño y tras decir aquellas palabras acomodo a Robin de espaldas a la banca y presiono el botón que estaba bajo sus pies. — Franky es un maldito genio. — susurro mientras la banca se convertía en una cama en la que caían perfectamente los dos, el espadachín comenzó con su labor de demostrarle su amor a la arqueóloga.

Empezó besando la comisura de sus labios para luego ir repartiendo besos por su oreja, mordisqueando suavemente el lóbulo, logrando sacar un suave gemido por parte de la mujer, continuo con su tarea bajando ahora hasta su cuello, donde comenzó a lamer con delicadeza y lentitud, Robin se levantó solo un poco para darle mejor acceso y tomar el verde cabello de su compañero entre sus dedos, Zoro continuo bajando hasta llegar al escote, paso su lengua por el lugar entre sus pechos y siguió su camino dejando besos y suaves mordiscos sobre la tela del vestido que Robin estaba usando, tomo una de las piernas de la arqueóloga y acaricio sus pies, para continuar subiendo por su blanca pierna desnuda aun mordisqueando el interior de la misma subiendo por su muslo entre mordiscos y lamidas, hasta llegar a la sensible zona intima de su amante, mordisqueo la zona encima de la tanga, rozando con la yema de sus dedos los bordes de la misma para terminar arrancándosela de un tirón.

La morena soltó un agudo gemido de placer ante las atenciones que le estaba dando el espadachín.

— Oh! Zoro! — exclamo en el momento en que el peliverde daba un lengüetazo en su húmeda intimidad, continuo lamiendo y mordisqueando el interior de su vagina para después concentrarse directamente en el clítoris de su amante, provocando que soltara un grito de placer, mientras él sonreía desde su posición, compartieron una mirada llena de pasión, lujuria y sobre todo amor.

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